Tras ver
este episodio y ver el promo del capítulo siguiente lo único que queda en mi
cuerpo es tristeza. El próximo domingo Desperate Housewives se despedirá de
nuestras vidas con un último capítulo doble. Una serie que nos ha traído capítulos realmente
fantásticos como el de esta semana, que ha sido fantástico sin dejar de lado la
“simplicidad” y omitiendo algún que otro bombazo. Quedan cinco días, y sé que
muchos de vosotros habéis pasado vuestra adolescencia siguiendo a estas mujeres
y el domingo se nos derramará alguna lágrima a más de uno. La audiencia ha
subido un 12% con este episodio, lo que significa que más de nueve millones de
personas se están preparando para, como dice el eslogan de esta temporada, “despedirlas
con un beso” (Kiss Them Goodbye).

Como hemos
dicho antes, Gaby está bastante tranquila y es la única de ellas que está
convencida de que el juicio va a acabar de forma exitosa para la pelirroja. Lo
malo es que se da cuenta de que tanto Lynnette como Susan se enfadan porque
ellas están de los nervios y ella está más tranquila que nunca. Pero debido a
una discusión de sus hijas, se da cuenta del gran sacrificio que Bree está
haciendo por ella, y la cosa da un giro de 180 grados. Luego tenemos a Susan,
que ve como su hija se desespera porque Porter siempre llega tarde a las cosas
pre parto. Parece ser que Julie cree que Porter está perdiendo interés en lo de
ser padre, pero en realidad está hasta arriba para que le bebé salga adelante y
que Julie pueda terminar la carrera. Por eso Susan decide tomar una decisión:
va a vender la casa que tanto daño le hace por los recuerdos de Mike, y se va a
ir a vivir con su hija para ayudarla y darle un respiro a Porter.
En cuanto a
Lynnette, vuelve a tener esperanzas de recuperar a Tom cuando le confiesa que
la echará de menos cuando se vaya a la India por trabajo. Por supuesto,
Lynnette consigue que su jefe mande a otro a Mumbai y no a Tom, pero también
hace lo correcto y le dice que hay otra persona rompiendo cualquier atisbo de
relación que pudiese haber. Tom se alegra en seguida, pero su jefe despechado
empieza a decir barbaridades de Lynnette, cabreándole y haciendo que le
despidan por darle un puñetazo. Por fin se ha dado cuenta de que sigue
enamorado de Lynnette y consigue romper con Jane. Lo malo es que al ir a
casa de su ex, Tom ve a un chico quitándole el vestido de dama de honor de
Renee a Lynnette (horroroso por cierto), sin saber que es Lee, el vecino gay
que ayuda a su amiga.
COMENTARIOS