Ha pasado mes y medio desde la última vez que vimos en nuestras pantallas el curso de la historia de la particular venganza de Emily Thorne (Emanda, como nos gusta llamarla) contra los Grayson y toda persona implicada en el caso de su padre. Sin embargo y en esta recta final de la temporada, encendemos motores, porque parece que Emily, aunque despacio y con buena letra, va a por todas, y atacará de lleno a la mismísima Queen Victoria, que tras este capítulo ya empieza a notar los estragos de ser la víctima por una vez.
El capítulo comienza tal y donde nos quedamos, con Daniel en la cárcel a la espera de ser procesado y su familia y su prometida uniendo fuerzas para conseguir demostrar su inocencia. Pero, como siempre, aquí nadie es completamente sincero y todos buscan su beneficio. Pese a que Charlotte y Declan afirmaron haber visto a un encapuchado, a la hora de hacer el retrato robot no tienen clara la apariencia del mismo (al menos ella, que él tiene bien guardado el secreto de la identidad del hombre), y Victoria tratará de inculpar a cualquiera que pueda ser medianamente creíble con tal de sembrar la duda en el jurado y que su hijo no sea declarado culpable. Y el primer conejillo de indias no es otro que Jack Porter, a quien tratará de pasar el muerto (nunca mejor dicho) con ayuda de Mason Treadwell, a quien da la oportunidad de ir cubriéndolo todo vía web (que en escribir un libro se tarda mucho en estos tiempos que corren).
Pero Emily está siempre a la vuelta de la esquina, llena de ideas y recursos para que Victoria no se salga con la suya. Gracias a ella (y a Declan indirectamente), Mason irá hundiendo a los Grason, cuya credibilidad se ve puesta en duda debido al descubrimiento de las pastillas de Charlotte, y el hallazgo del paradero de las cintas de vídeo desaparecidas no ayudará precisamente a que el escritor sea benévolo con Victoria. Al verse contra la espada y la pared y tras haber conseguido que Daniel saliera bajo arresto domiciliario (¿qué es una pequeña paliza a cambio de tener a tu hijo en casa?), tratará de, poco a poco, ir comiéndole la cabeza a su hijo con la idea de que si está donde está no culpa más que de Emily. Pese a la negativa ante esta afirmación, vemos cómo la semilla de la duda empieza a germinar en Daniel, ¿llegará a pensar que fue Emily?
Mientras esto ocurre, una Emily disfrazada dará su merecido al culpable de la paliza de Daniel en prisión, pero no sólo por él, sino también por Jack. Parecía haber recobrado la compostura, pero se ha involucrado demasiado y sus sentimientos la pierden. Me parece a mí que se va a meter en más de un lío en que no debería entrar... pero así es el amor. Y hablando de amor, Victoria se reencuentra con un antiguo amante (James Purefoy, Rome) suyo, de incluso antes de casarse con Conrad, y tras sólo una invitación a distancia en un bar, no duda en rendirse a sus brazos. Pese a que nos han pintado que su verdadero amor siempre fue el padre de Emanda, no es que se la viera muy descontenta con este hombre... que por cierto, algo esconde fijo. ¿Acabará Victoria en el punto de mira por todo esto? Lo veremos a partir de la semana que viene, eso sí, sin más parones.
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