Desde el inicio de la temporada hemos visto los intentos de Claire para entrar en política, todo ello cuando inicialmente tan solo quería conseguir que pusieran una señal de stop en su calle. Ahora, episodios después y tras un cierto tiempo de parón, Modern Family regresa para contarnos el desenlace de esa historia (o eso parece). Además, el episodio ha sido dirigido por Bryan Cranston (Walter White en Breaking Bad), así que el plus era más que interesante. No obstante, no me ha convencido del todo ni me ha divertido demasiado.
Toda la familia está dedicada a que el día de las elecciones Claire gane todos los votos posibles, por lo que se reparten varias tareas para convencer a los vecinos de que la Dunphy es la mejor opción: Mitch y Cam van en un coche con megafonía, los niños y Gloria hacen llamadas, y Jay lleva a los ciudadanos más ancianos e importantes a votar. Aunque, como es obvio, a nadie le sale como se esperaba.
Especialmente me han resultado divertidísimos Mitch y Cam, que cuando no se pelean o se chinchan también son capaces de ofrecer escenas hilarantes; de hecho, descubrir que una voz en megafonía tiene mucho poder nos ha dado momentos grandiosos, y es que ver a la pareja mandar en sus vecinos es algo que no hay que perderse. No obstante, cuando se ponen a cotillear sobre el prometido de la profesora de Lily (que no es Sandra Bullock) y que anda por allí cerca, comentando que creen que es gay, se olvidan que la megafonía esta encendida y que la chica se está enterando de todo. Cómo tratan de arreglarlo, simplemente genial. Por otro lado, la trama de Phil no me ha resultado tan divertida, y es que el padre de familia tiene que llevar a muchos ancianos a votar pero tan solo con el primero tiene para todo el día, lo que pone a prueba su paciencia y la nuestra. Aunque peor ha sido la historia de Jay, que se enfrenta a una ex con muy mala leche...
Claire al final no gana, pero no será ni por sus esfuerzos ni por sus errores, aunque uno sea tan básico como perder un diente un día tan importante. Cuando tiene que hablar por la radio, y que apenas puede vocalizar, es divertidísimo: a Claire hay que ponerla en ridículo más a menudo porque es cuando de verdad consigue llegar al espectador. Tampoco podemos olvidarnos de Haley, que tras muchas cartas de universidades diciendo "Estimada señorita Dunphy, lamentamos comunicarle..." (¿el qué? ¡no la dejes así!) al final acaba recibiendo una en la que la ponen en una lista de espera, algo que emociona muchísimo a la chica. Para qué vamos a engañarlos, siendo Haley es un triunfo. ¡Nuestra Haley podría ir a la universidad!
Y a vosotros, ¿qué os ha parecido?
COMENTARIOS