Todas las temporadas se estrenan en la televisión estadounidense series de diversa categoría que comparten ciertos rasgos temáticos y estilísticos: las sitcom multicámara, los procedimentales policiacos, los dramas médicos, los tan en alza mockumentaries, los dramas serializados al uso, los concentrados teen o los thrillers políticos y conspiratorios de diverso estilo. Este último es de los géneros más complicados de la televisión en abierto, ya que aún a pesar de que pueden ser una fuente de gran entretenimiento debido a su tono de suspense y de misterio, estas características pueden volverse en contra del propio formato al exigir que el público se doblegue ante la serialidad del producto, en el que las tramas se van desarrollando capítulo a capítulo generando una necesidad de seguimiento por parte del espectador que puede resultar negativa ante espectadores no muy dedicados al consumo televisivo. Obviamente, para la televisión de pago programar una serie de tales características le puede resultar más cómodo por la propia estructura del medio, no tan dependiente de las audiencias semanales, lo que otorga una mayor posibilidad de desarrollo y asentamiento al producto. Aunque hay casos como el de Rubicon, claro.
Quizás sea el medio la mejor baza de Homeland, adaptación de la israelí Hatufim (Prisoners of War) para Showtime a cargo de Howard Gordon y Alex Gansa (ambos de The X-Files y 24), una serie que bien podría emitirse en abierto si no fuera por unos cuantos distintivos que apuntan a que, claramente, el cable es su hogar. La temática, aunque arriesgada por sus contenidos sobre terrorismo, patriotismo o espionaje, está tratada de una forma limpia y sencilla y las tramas se concatenan e hilan con fluidez y mucha intriga (aportada, obviamente, por el género), algo bastante inusual para la densidad de los dramas que habituamos a ver en las cadenas de televisión de pago estadounidense, aunque hay que señalar que Showtime no es precisamente la cadena más seria del cable, donde la dramedia femenina es su producto mejor valorado. Sea como fuere, Homeland parece que está fuera de lugar, ya no solo como serie de Showtime sino como serie de televisión de pago.
La serie sigue a Carrie Mathison (Claire Danes, Temple Grandin), una agente de la CIA que tras una fallida misión en Irak es reasignada a un equipo de contraterrorismo, con la certeza de que se está planeando un atentado de Al-Qaeda en los Estados Unidos con la ayuda de un prisionero de guerra americano. Nada más comenzar en su nuevo equipo, dirigido por David Estes (David Harewood, Blood Diamond), el marine Nicholas Brody (Damian Lewis, Life), dado por muerto, es rescatado por un equipo de operaciones tras ocho años de cautiverio bajo las fuerzas del terrorista Abu Nazir (Navid Negahban, 24) y Carrie comienza a sospechar de él. Brody, ahora un héroe, es un individuo imposible de vigilar bajo esta nueva apariencia y Carrie recurre a la única persona en la que puede confiar, su mentor Saul Berenson (Mandy Patinkin, Criminal Minds). En secreto, ambos comienzan a investigar a Brody mientras este trata de retomar su vida junto a su mujer, Jessica (Morena Baccarin, V) y sus hijos Chris (Jackson Pace) y Dana (Morgan Saylor).
Con semejante argumento, Homeland tiene los ingredientes necesarios para crear un thriller genuino, atrevido y adictivo y, lo mejor de todo, es que lo ha conseguido. Nos muestra una historia en la que no sabemos con certeza quién es el malo o quién es el bueno: Carrie y Brody son los polos opuestos de este relato pero, a pesar de todas sus diferencias, mantienen en común la fe y convicción en algo que les hace tratar de conseguir sus verdaderos objetivos (objetivos que, por cierto, a la altura del cuarto capítulo aún no podemos discernir, solo elucubrar), cierta inestabilidad mental y, sobre todo, muchos misterios y secretos personales. Como es habitual es historias similares, las tramas se desarrollan, aunque de forma sencilla, añadiendo nuevos elementos a los antiguos, formando interrogantes repletos de tensión y misterio que llaman a una resolución explosiva y sorprendente. Sin duda, ponernos del lado de ambos bandos (entendiendo estos bandos como nuestros protagonistas, no como las verdaderas amenazas que se suman a la historia), es un movimiento inteligente y agradecido que consigue que nos mantengamos completamente enganchados a la serie, dispuestos a descubrir qué ocultan ambos personajes y cómo encajan ambos en el oscuro plan que se está tramando contra la nación.
Obviamente, Homeland no es perfecta. Peca de acudir a ciertas tramas de relleno que poco interesan y que nada aportan a esta historia. Especialmente, el drama familiar tan acusado (y tan flojo, como el complemento de cualquier thriller que se precie si esta serie se emitiera en las network) y repetitivo que insiste, capítulo a capítulo, en mantenerse como un elemento clave de la historia, algo que, cómo no, podría ser posible pero que sin duda podría resumirse de algún otro modo. Especialmente, el triángulo de Jessica, Nick y Mike Faber (Diego Klattenhoff, Mercy), amigo de los Brody que se ocupó de cuidar muy bien a la mujer de éste durante su ausencia, me parece una trama innecesaria y absolutamente vacía que no aporta nada de interés salvo el poder ver a la Baccarin como vino al mundo episodio sí, episodio también. Y por no hablar de los niños, claro.
No hay que quitarle ojo a esta serie. Si no la habéis empezado, no esperéis ni un minuto más para que os la cuenten porque está claro que Homeland va a dar mucho de qué hablar.
A mi tampoco me gusta la trama del amante de ella y mejor amigo de él. Me parece tan tópico...
ResponderEliminarPero salvando eso, me está gustando bastante. Lewis, Patinkin y Danes están excelentes
Astrea, quitando la trama familiar, como dices, la serie sería excelente. Saludos y gracias por pasarte!
ResponderEliminarPues yo pienso que la trama familiar, por muy tópica que sea, ayuda a mostrar cercanía con el protagonista y a entenderlo mejor.
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