Cuando la NBC anunció en enero de este año que iba a ordenar el piloto de Bunny Tales de Chad Hodge (escritor de títulos como Runaway o All About Us) una chispa de esperanza surgió de repente como una posibilidad de resucitar a una cadena que estaba en aquel momento de capa caída en cuanto a sus contenidos de ficción dramática. De hecho, de los estrenos de la temporada pasada únicamente sobrevivió Harry's Law y por el amor del público a Kathy Bates; del resto, solo se mantienen en parrilla Chuck, Parenthood y Law & Order: SVU). La que fuera la cadena de Friends necesitaba un buen producto dramático que causara sensación en la audiencia y una historia sobre las conejitas de Playboy parecía la opción perfecta, tanto por el riesgo como por la temática. O eso parecía en un principio lo que The Playboy Club iba a ser.
Con la aprobación de Hugh Hefner, la serie intenta retratar el Chicago de 1963 a través de los orígenes del famoso club, que nació en los años 60 para ofrecer sabrosos cócteles, espectáculos en vivo y un servicio muy atrayente. El guión de Hodge comienza con la incorporación de una nueva conejita al club, Maureen (Amber Heard, Zombieland), que acaba metida en un lío del que es rescatada por Nick Dalton (Eddie Cibrian, Sunset Beach) quien la ayuda a ocultar las pruebas. No obstante, esta relación no es bien vista por Carol-Lynne (Laura Benanti, la hemos visto recientemente en The Big C), una conejita legendaria, jefa de Maureen y novia de Dalton, que tratará de destrozar la vida y carrera de la novata mientras ésta trata de ocultarse de la mafia. El resto del servicio del club Playboy lo componen Bunny Brenda (Naturi Naughton, Fame), una chica negra que quiere superarse en una sociedad aún racista; Bunny Janie (Jenna Dewan-Tatum, Step Up), una alegre muchacha con una peculiar timidez y Bunny Alice (Leah Renee Cudmore, Runaway), una chica homosexual que se ha casado con Sean (Sean Maher, Firefly), un hombre también homosexual, para salvar las apariencias. También les acompañan Billy Rosen (David Krumholtz, Numb3rs), el manager del club y Max (Wes Ramsey, CSI: Miami), barman del Club y novio de Janie.
No obstante, lo que podría haber sido una serie explosiva e interesante se convirtió de la noche a la mañana en un despropósito vergonzoso para propios y extraños. Sin haber visto el piloto, la PTC (Consejo Televisivo de Padres) acusó a la serie de indecente, pornográfica y que necesitaba ser cancelada. Una cadena mormona afiliada a la NBC en Salt Lake City rehusó emitir la serie por los mismos motivos y grupos con Morality in Media o la Asociación Familiar de Florida empezaron a hacer un llamamiento a los anunciantes para que retiraran su publicidad de la serie. Y la lista continúa: la mayor parte de ellos, sin haber visto el piloto, ya llamaban a la cancelación de The Playboy Club y nadie, ni siquiera Amber Heard en persona, pudo acallar la polémica. Lo extraño es que estamos hablando de una serie de network, de la NBC, que no va a mostrar ningún desnudo en su emisión en abierto (se rumorea que los DVD que se vendan internacionalmente sí incluirán desnudos debido a las cláusulas a favor de ello que han firmado las actrices).
Pero no hay que echarle la culpa a los denunciantes porque The Playboy Club se cae por su propio peso. Aunque al principio se la puede defender por los tipos fallos de una novata, al segundo capítulo ya ni siquiera apunta a ser una serie destinada al guilty pleasure. Se trata de una historia que surge de la nada, fundamentada en el artificio y en una falsa "denuncia social" de la época y que se desarrolla con demasiada parsimonia, inseguridad e inexperiencia. Una oda al culebrón de cualquier época algo casposo y a los peores ejemplos del cine de la cosa nostra con un reparto nada creíble (únicamente salvable por la belleza de Heard, no por su talento), personajes absolutamente estereotipados no solo por la influencia de series como Mad Men, una referencia que sería innecesaria si no fuera porque Eddie Cibrian se esfuerza mucho, o eso dice su entrecejo, en parecerse a Don Draper. Si hay algo que pudiera salvarla, ya que sus datos de audiencia la auguran como la primera cancelación de la temporada, sería un cambio de concepción del producto hacia algo más salvaje, pero eso es algo que ni las asociaciones televisivas permitirían ni los espectadores estarían dispuestos a esperar por ver.
- ¿Lo mejor? Amber Heard.
- ¿Lo peor? Lo demás, especialmente Eddie Cibrian, los enfrentamientos Maureen/Carol-Lynne (repiten la escena tres veces en el primer episodio y cinco en el segundo), la Tina Turner de pega, una mafia que no pinta nada en la historia, un Hugh Hefner que no da la cara, solo dos escenarios para toda la serie...
- ¿Merece la pena verla? Posiblemente la cancelen en una o dos semanas. Allá tú.
The Playboy Club es un despropósito. Y sé que probablemente la gente esté cansada de oír las comparaciones con Mad Men, pero aceptemos que The Playboy Club y Pan Am existen, de una forma u otra, gracias a Weiner. Pan Am ha cambiado de tercio y ha cultivado su propio espíritu, pero The Playboy Club intenta tomar, como decís, el rollo de denuncia social que Mad Men sólo sugiere y se queda en la superficie; es demasiado superficial y artificiosa. Descartada, que hay muchas series que ver esta temporada :D
ResponderEliminarUn saludo!
Es inevitable que se hagan comparaciones con Mad Men, pero como escribí por aquí no hace mucho tiempo creo que han tardado bastante en salir series del mismo corte en las network. El problema es que The Playboy Club no está a la altura.
ResponderEliminarSaludos y gracias por pasarte!