Después de su triunfo en los Emmy, el regreso de Modern Family a la televisión después de las vacaciones era uno de los más esperados de la semana. Con un capítulo doble, al igual que hizo How I Met Your Mother hace unos días, la serie de Lloyd y Levitan volvía a la ABC para demostrar por qué arrasó el domingo pasado en los premios de la televisión.
Dude Ranch
Más o menos, eso es lo que hizo. Aunque debo admitir que el primer episodio de lo único de lo que podría presumir es de haber sacado a la familia de su entorno habitual, lo cierto es que por lo demás nos dejaba a nuestras tres familias explotando el mayor número de obviedades a las que podría recurrir. Por supuesto la primera parte de esta premiere nos ha dejado buenos momentos e historias, pero esperaba un regreso más a lo grande, más enérgico y llamativo. Y es que por muy interesante que pueda resultar llevar a toda la familia a un rancho de Wyoming, lo que me hubiera gustado ver era otra cosa. No obstante, al menos hemos podido ver a Phil tratando de impresionar una vez más a Jay (y decirle un par de cosas), el cual está ocupado con sus celos respecto a Gloria y el cowboy Hank (Tim Blake Nelson, Chaos), aunque como era de esperar la colombiana no se iba a dejar manosear tan fácilmente por muy taponados que tenga los oídos. También tenemos a Claire, que ha tenido que soportar que Dylan acompañara a Haley, aguantar las confusiones del chaval y ver (e incluso interponerse) cuando el muchacho le hace una proposición a su hija, que ésta rechaza. A Dylan no le volveremos a ver de momento, al igual que a un pequeño Tony Soprano que consigue cautivar a la sosa de Alex y se convierte en su primer amor. Mientras, también hemos visto a Mitch sentirse humillado por su falta de hombría, algo que considera necesario para adoptar a su próximo hijo con Cam, pero gracias al pequeño Luke y sus petardos acaba recobrando su confianza.
Aunque bien pensado, aunque prácticamente no haya pasado nada, tampoco es una mala manera de recordar al público cómo eran los personajes que les han abandonado este verano, ¿no creéis?
When Good Kids Go Bad
El segundo episodio, en cambio, sí me parecía que era la Modern Family que se merecía tantos premios Emmy. Aunque siga basándose en sus propios conceptos, una y otra vez, todavía sigue explorando las posibilidades que se puede ofrecer a sí misma, otorgando resultados así de llamativos.
Dividido en tres partes, para variar, vemos cómo en casa de Cam y Mitch éstos se tienen que guardar de decir la palabra "bebé" en voz alta porque Lily no soporta que vaya a tener un hermanito. Y es que la nueva Lily (digo nueva porque cambiaron a las niñas que interpretaban a la anterior) tiene incluso más mala leche y no le importa maldecir siniestramente o pegar a quien haya que pegar para obtener lo que quiere. Al principio creen que es por Cam, porque la mima demasiado, pero resulta que eso es algo que ha aprendido de Mitch (por cierto, tremendos flashbacks incriminatorios, tanto para uno como para el otro). Eso es algo en lo que tendrán que trabajar antes de volver a adoptar. Afortunadamente, tienen a una familia que les apoya.
Otra maniática es Claire, que siempre tiene que tener razón (como buena madre) y si se pone en entredicho tiene que demostrarlo, tanto una caída tonta como la actitud de su hijo en un futuro. Es capaz incluso de pasar por innumerables trámites para obtener una cinta de vídeo que demuestre que ella tiene la razón. Pero lo ha aprendido de alguien: Jay es igual, y cuando se huele que Gloria no ha llevado a Manny al director para que confiese un pequeño hurto se
El segundo capítulo no tiene desperdicio, lleno de chistes, de metareferencias y de viejos patrones que parecen mejorar con los años. Se notan mejorías en personajes que antes no eran tan amigables, como Claire, y se ha visto incluso más química entre Jay y Gloria. Y qué decir de la nueva Lily: se come la pantalla.
Si tuviese que adjudicar una palabra para estos 2 episodios sería: BESTIAL!! Sobretodo el primero, me he reído lo que hacía mucho no me reía con una serie.
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