Con Bug, parece que Breaking Bad pretende repetir el patrón de las anteriores temporadas: asentar la trama, ofrecer ciertos puntos de tensión para fomentar la angustia y aumentar la necesidad del espectador y, sobre todo, reservarse lo mejor para el final. No obstante, aunque el postre vaya a ser de primerísima calidad no significa que el plato principal no haya tenido de grandes momentos, matices y revelaciones. Bug es solo una prueba de ello, con las tramas llevadas al límite y una selección de explosivos momentos que auguran un final apoteósico.
Mientras Hank lleva a Walter de expedición, el químico ha aprendido ciertas conductas que parecen ser de utilidad en su funesta situación al borde del precipicio. Con la seguridad y orgullo que tanto le identifican, Walter no duda en repetir la estrategia del localizador GPS con su ayudante Jesse, para conseguir demostrar que el joven no le es leal. Por supuesto, no le tiembla mucho la voz al tratar de despistar a su cuñado sobre la pista que está siguiendo. Tampoco duda en llamar a la policía cuando uno de los secuaces de Gus vigila a su cuñado en su propia casa. Duda un poco al tratar de enfrentarse a Mike cuando su laboratorio se convierte en un depósito de cadáveres. Pero, sobre todo, no le tiembla la mano al cantarle las cuarenta a Jesse cuando tiene en su poder la información que necesitaba: a pesar de su promesa, el chico no solo ha matado a Gus sino que le miente en lo referente a las reuniones con su nuevo mentor. ¿Cómo acaba el enfrentamiento? Seguid leyendo.
Skyler no es una "cajera de lavacoches", ni mucho menos. La señora White, empeñada en mantener limpio el nombre de su familia, se encuentra con una situación inesperada, y es que Beneke reaparece para avisarla de que le han abierto una auditoría por la situación económica de su empresa, en cuyos libros contables aparece su firma. Ni corta ni perezosa, Skyler se hace pasar por la estúpida calientabraguetas que tan bien se le da y hace acto de presencia en la reunión salvando el culo de su antiguo amante con la excusa de que ella, como antigua contable de Beneke, no sabía lo que hacía con las cuentas de la empresa (y es que en Estados Unidos parece que el desconocimiento de la ley sí exime de su cumplimiento). No obstante, el que Beneke no pueda afrontar sus deudas podría reabrir la investigación y Skyler no tiene más remedio que echar mano de los ahorrillos de su marido. Ya veremos qué consecuencias habrá cuando Walter se entere.
Pero, sin duda, el que ha vuelto a acaparar el episodio ha sido Gustavo Fring. El señor de los pollos, tras un ataque de aviso de uno de los matones del cártel (el mismo que acudió a aquella reunión hace un par de episodios) en el que acaba con la vida de uno de sus "solucionadores", decide rendirse ante los competidores. Jesse, que presencia la escena y parece forzar la situación con un extenso monólogo ante Mike, se reúne para cenar en casa de su jefe, en la que Gus vuelve a hacer la misma pregunta que le hizo en su día a Gale Boetticher: "¿puedes sustituir a Walter White?". El joven, que en un principio enloquece ante la suposición de que acaben con su compañero, se anima rápidamente al enterarse de que lo único que quiere Gus es que Jesse se ocupe del laboratorio del cártel, que quiere comercializar la misma droga que la de Heisenberg. Verdad o no, Gus nos ha vuelto a regalar una escenaza en la que sale a pecho descubierto a proteger a sus hombres y que, después del shock nos deja otra pregunta: ¿y si Gus, en realidad, no es el malo de la película?
Por último, Jesse vuelve a ver exponer sus dudas ante la lealtad y la muerte en este capítulo. Mientras que Walter le acosa y hostiga para que acabe con Gus, el señor de los pollos no solo se muestra interesado en escucharle, sino que le ofrece un nuevo empleo en el que tendría que realizar las mismas funciones que su maestro. Ante tales condiciones, hacer uso del ricino a pesar de que ante él pasan oportunidades perfectas, es una decisión no solo complicada sino que bastante confusa. Aunque admite ante Walter su lealtad y su promesa de acabar con el capo, cuando el científico le echa en cara su reunión a escondidas con Gus y, sobre todo, que esa información la obtuvo de un modo totalmente rastrero, el chico entra en cólera y se enfrenta a Walter de la única manera en la que puede vencerle: a golpes. Doloridos, la pareja de laboratorio parece separarse de una vez por todas. ¿En qué situación deja eso a Walter? y, sobre todo, ¿qué uso hará Gus de su nuevo compinche?
Mientras tanto, el final se acerca.
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