A falta de un par de capítulos para alcanzar el final de su segunda temporada, The Big C parece no haber escogido aún ningún rumbo para cerrar las numerosas tramas que se han ido formando a lo largo de esta temporada (tramas que, por cierto, se siguen abriendo aún a estas alturas de la serie). En este sentido, la serie protagonizada por Laura Linney no solo repite el patrón de su primera temporada, sino el de la mayor parte del bloque de dramedias femeninas de Showtime: la serie se desarrolla sin líneas aparentes apoyada en una protagonista llena de carisma. Esto no quiere decir que el cierre de la segunda entrega vaya a ser flojo o insustancial: como ocurrió el año pasado, seguramente nos aguarden ciertas sorpresas que puedan volver a conmover al espectador hasta el borde del llanto. Tampoco, todo hay que decirlo, hemos visto una temporada carente de calidad o significado. Simplemente, sin una dirección, las vicisitudes de Cathy, los líos de Paul y las escenazas de Andrea, entre otros, quedan en el aire a la espera de un sentido que las defina en la propia serie.
Seguramente, una vez más repitiendo patrón, volvamos a ver una muerte alrededor de Cathy. A la Jamison todavía le queda mucho (o bastante) que contar, aunque su historia tenga un destino prefijado, y es que el ensayo clínico parece haber dado resultado. La parca señala en otra dirección: su hermano Sean, que ha vuelto a las calles después de perder a su hija Little C, o su compañero del ensayo clínico Lee, que no ha tenido la misma suerte que Cathy. Sin duda, si debemos apostar por uno de ellos es el personaje de Hugh Dancy el que se lleva la palma, no solo por su papel como actor invitado (y, por tanto, con un contrato con una fecha de caducidad), sino porque en Fight or Flight la muerte de Sean queda prácticamente desmentida después del susto de ver a otro vagabundo padecer de frío en las calles de Minneapolis. Además, si a eso le sumamos la negativa del personaje de recibir la ayuda de Cathy para comenzar otro ensayo clínico en Alemania, la cosa queda bastante clara. Prácticamente, los Jamison podrían empezar ya a vestir de negro.
A Europa, concretamente a Italia, sí que vendrán, salvo que suceda algo que se lo impida, los Jamison. Cathy descubre los "ahorros" de su marido e, impulsada por los consejos de su oncólogo y de sus largas extremidades (al menos dos de ellas) decide disfrutar de ese dinero como bien se merecen. Ni Sean ni Lee le pueden estropear lo que tiene ni sus ganas de luchar y, como le dice Andrea, no hay que esperar hasta tener cáncer para ser feliz. No obstante, aunque ni Sean ni Lee le vayan a estropear la vida, puede que la nueva adicción de su marido a la cocaína sí que lo haga. Showtime, en otro intento por tratar a las drogas como si fueran caramelos, pone a Paul en la situación de tomar cocaína para sentirse joven y fuerte, creándole posteriormente necesidad de seguir tomándola y otra trama a tener en cuenta los dos siguientes episodios.
Y es que el que se la ha dado, Myk, da muy mala espina. El mafiosillo reparte dinero o drogas para silenciar a su cómplice mientras le pide a Andrea, sorprendentemente, que se case con ella. Seguramente veamos un duro desamor al final de la temporada, uno que deprima al magnífico personaje debido al lado oculto de su prometido y, quién sabe, cambie la personalidad de la chica de cara a la tercera temporada. Pero todo esto son suposiciones, tan interesantes como aburridas son las tramas de Adam, que en esta ocasión se da un paseo por las calles en busca de su tío y hace amistad con un vagabundo.
En definitiva, un buen episodio lleno a partes iguales de humor y de momentos bastante deprimentes. No se puede pasar por alto lo de "el Internet no es para investigar, es para buscar porno", la aparición de la joven mujer del oncólogo de Cathy y todas sus revelaciones, Andrea (toda ella), así como es memorable la ruptura de Lee y Cathy, la proposición de Myk o la muerte del vagabundo que confunden con Sean.
Muy groso de lo The Big C esta temporada. Para mi, la serie más en forma pero de aquí a Lima.
ResponderEliminarLa conversación final de Cathy y Lee, sublime; y ya está.
PD: ¿Dónde se dejó su acento inglés Hugh Dancy? Danm it!
TERIYAKI, a mí me está gustando mucho pero todo lo que he comentado al principio del artículo me inquieta mucho.
ResponderEliminarLa conversación Lee-Cathy era necesaria y se veía venir a la legua. Correcto, muy buena.
Saludos!