Termina también esta semana How I Met Your Mother con su extraña sexta temporada, sobre la cual hemos comentado más de una vez la aparente inconsistencia de algunos capítulos y tramas que aparentemente creíamos que no tendrían lugar en una sitcom como esta, a pesar de que haya demostrado mil y una veces que no es una comedia de situación cualquiera y que sus distintivos son bastante aparentes.
Challenge Accepted, no obstante, cierra la temporada de una manera un tanto peculiar: no ha sido un episodio impresionante ni llamativo (como sí lo han sido Hopeless, A Change of Heart, Blitzgiving e incluso Oh Honey), aunque tampoco ha sido malo o fuera de lugar (como el ya desastroso Bad News). Ha sido simplemente un episodio más en el que lo único que se puede destacar es un par de cliffhangers tan obvios y lógicos que, aunque no lleguen a sorprender, te dejan un buen sabor de boca. No obstante, a la hora de hacer balance de la temporada no hay duda de que el principal elemento de la misma, y que queda patente en esta season finale, es la maduración de unos personajes que siempre han tenido ese punto infantil e incluso grotesco de los prototípicos treintañeros de las sitcoms de manual.
Ted, el supuesto protagonista de la serie (ese que me cae tan bien), acepta el proyecto de construir un edificio para el GNB -donde trabajan Barney y Marshall- y se decide que se hará en el Hotel Arcadian, un emblemático edificio de la ciudad que deberá ser destruido para tal fin. Lo que Ted no se esperaba es que su principal enemigo en esta aventura será Zoey (Jennifer Morrison, House), con la cual tendrá una serie de tiras y aflojas y con la que al final acaba teniendo una relación, que acabó por romperse en el capítulo de la semana pasada cuando Ted al final cae en la cuenta de que son dos personas completamente opuestas. En esta season finale, mientras se cumple la demolición del Arcadian (por la que Ted y Barney se pelearán por apretar el botón), Ted estará tentado de "ir a tomar un café" con Zoey, algo que Robin y Barney se esforzarán por evitar y que será algo simbólico para ellos mismos, como veremos después.



Porque Lily sí se ha puesto mala, y mucho. Desde que probó la sopa favorita de Marshall no ha parado de vomitar en todas partes (con la consecuente imitación de Barney y Robin, genial) y siente muchísimo que eso le estropee la entrevista de trabajo a Marshall. No obstante, cuando éste llega a casa esa tarde y se duerme de golpe sin ponerse enfermo, hace que Lily se replantee una cuestión. Ella y Marshall han intentado tener un hijo sin éxito durante esta tempordada y lo que parecía ser una intoxicación era, después de todo, una serie de náuseas matutinas... ¡está embarazada! Por fin, Lily y Marshall tendrán un bebé, aunque ya lo veremos en la próxima temporada.
Como vemos, la evolución de los chicos del McLaren es bastante obvia. Sientan la cabeza, piensan en su futuro e incluso procrean. Se hacen mayores y seguramente sea eso lo que ha hecho que esta sexta temporada haya sido tan peculiar: mucho más profunda e incluso seria (demasiado seria) en ciertos momentos. Ahora bien, la perspectiva de una séptima temporada está muy clara y el público pide que se vayan cerrando tramas y respondiendo cuestiones. Sabemos que hay una boda y quién es el novio, sabemos que habrá un niño y de quién es (espero) pero todavía no sabemos quién es la madre ni tenemos motivos para saber quién será en un futuro próximo. Al fin y al cabo, con esa respuesta acaba o debería acabar la serie y no es la CBS la cadena a la que le gusta soltar así como así a sus gallinas de huevos de oro.
Pero eso ya lo veremos en septiembre, claro.
COMENTARIOS