Creo que The Defenders tiene un grave problema, y es que se ha quedado estancada. Entiendo que al ser una serie procedimental haya cierta similitud entre unos capítulos y otros, pero lo que no puede ser es que capítulo tras capítulo veamos los mismos movimientos bajo apariencias diferentes. La audiencia no es tonta, y la serie lo está pagando muy caro. No vemos nada más que el caso que nos presentan en cada episodio: llevamos doce capítulos y no tenemos ni idea de quiénes son los personajes que protagonizan la serie.
Por supuesto, si hay algo que les está salvando el culo es la pareja protagonista, Pete y Nick, que tienen una química excelente, pero no puedes basar tu serie única y exclusivamente en una relación y en cómo, en este caso, se hacen bromas y se sueltan pullas. En solitario, especialmente el personaje de Nick, funcionan bien, pero series con grandes abogados también las hay a patadas.
Esta vez, hemos visto a Pete formando parte de un jurado popular, una historia tan innecesaria que no merece ser contada, y a Nick defendiendo al hijo de una amiga suya de una acusación de violación. Esta vez, su cliente sí es culpable, aunque eso es algo que no descubrimos hasta el final del episodio, y es una revelación que no altera lo más mínimo al espectador. Aquí se ponen sobre la mesa una serie de cuestiones éticas que también se han planteado a menudo en otras series sobre abogados: ¿es ético defender a un culpable? En The Defenders entienden que sí, pero también entienden que no se puede mentir a un jurado, y en este caso Nick saca a su cliente a declarar y a que se hunda por sí mismo.
Otra cosa que no he entendido es la extraña empatía que tenía Lisa (con un traje nuevo, ya tiene dos) por la víctima violada. Parecía que iba a saltar con que ella vivió una experiencia similar, lo que hubiera sido un recurso sencillo y atrayente. Pues no. Se quedó tal cual. Y no lo entiendo.
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