Sin embargo, esta semana, no me ha parecido que nos hayan dado lo mejor de The Defenders. Quiero decir, la fórmula es la misma: Nick lleva un caso y Pete otro. El de Nick es un poco más dramático que el de Pete (o mejor dicho, uno es dramático y otro no). Ambos se ayudan y se gastan bromas. Nick y Pete ganan. Todos hemos aprendido una lección. Sin embargo, no es un capítulo malo. Ni es aburrido ni es nefasto: es un capítulo más.
Podríamos decir que el punto de inicio del capítulo está en las "debilidades" de Nick. En el juzgado no hay nadie mejor que él, pero es obvio que ya no es un muchacho, que ya no puede golpear tan fuerte, y que la evolución tecnológica ya le ha pasado de largo. Y, obviamente, que su próximo cliente sea un rapero tampoco es que sea algo que el abogado pudiese vaticinar.
Killa Diz es un rapero que estaba a punto de despuntar, hasta que hubo un doble homicidio tras su participación en un concierto en un local. Mataron a uno de los miembros de una banda con la que Diz no se llevaba bien, así como a una chica. Esto puede perjudicar la carrera del rapero y su manager contrata a Nick. Los Defensores no saben como tomarse el caso, pero Killa Diz les da una pista: el muy idiota vuelve a subir al escenario al día siguiente y en su rap hace una especie de declaración/confesión de las dos muertes. Obviamente, le detienen.
El chico tendrá que elegir entre su carrera y su vida, pero su manager no le va a dejar escoger la decisión más obvia ya que ha invertido mucho en él. Nick, en cambio, trata de disuadirle. Puede que no tenga ni idea de rap pero sabe lo duro que es convertirse en alguien, crearse a sí mismo. El chico se escapa y publica en internet otra confesión, y Nick y Lisa salen a buscarle. Encuentran su escondite y su borrador para la confesión.
Al final, Nick resuelve el caso: el asesino en realidad no iba a por el pandillero, sino a por la chica que le acompañaba, Candi, y Nick resuelve que ese podría ser su ex-novio, al que puso una orden de alejamiento que nunca fue concedida.
Zoey ha decidido poner una aplicación de chat en la página web de su despacho de abogados, y rápidamente consigue un cliente nuevo: Rico (siglas de Racketeer-Influenced Corrupt Organization). Nick no quiere aceptar el caso porque no se fía de él pero los dos abogados van a la cárcel para contactarle. Resulta que le han detenido como Simon Towers, pero no lo es. Su nombre real es Quinn O'Hallohan. Simon Towers es un hacker de los cabrones, y Quinn y su novia trabajaban para él. Cuando la policía le localizó, encontró en su habitación una identificación falsa con el nombre de Simon y la cara de Quinn, y ahora le acusan de todos los crímenes que el hacker cometió. Pete tendrá que encontrar a Alexis, la novia, para desenmascarar a Simon.
Quinn es condenado a pagar una fianza de un millón de dólares pendiente de juicio, e inscribe en el sistema informático de la Fiscalía el pago a pesar de no haber pagado nada. Sale y va al despacho, y allí consigue localizar a su novia en un casino. Pete le acompaña pero los que le abren la puerta no es la novia, sino los federales. Ellos saben perfectamente que él no es Simon, y acuerdan con él que si le encuentra desaparecerán todos los cargos contra él y le será devuelto su nombre. Zoey encuentra a Alexis, que estaba escondiéndose, y afortunadamente ella sabe dónde esta el hacker. Le detienen y Quinn es liberado.
Me ha gustado cómo Nick trata de disuadir a Killa Diz de volver con su manager, y aunque el rapero entiende lo que quiere decir, reconoce la última oportunidad que se le ha concedido volviendo con él. Emotivo, tal vez.
Por último, los momentos cómicos que han salido no han estado mal. Nick intentando actuar como un rapero; diciendo los nombres al revés por el teléfono; y diciéndole a Pete "you're fat and ugly". También ha sido un acierto incluir a Zoey en la trama, porque su comparación de Quinn y Alexis con Bonnie & Clyde no ha tenido precio (no sabía que morían al final).
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