Casi sin querer, en una cena con su prometida y sus suegros, Ken Cosgrove se entera por un ejecutivo de cuentas que va a "darle el pésame", de que Lucky Strike les va a dejar por BBDO. Inmediatamente se pone en marcha para informar a sus compañeros. El primero al que avisa es a Pete Campbell, que está en el hospital a la espera de que Trudy, su esposa, de a luz a su primer hijo. Campbell llama a Don, que estaba con Faye, y éste convoca una reunión urgente de socios.
Roger ya sabía desde hace días que Lucky Strike abandonaba el barco después de treinta años, pero en vez de avisar a su agencia, se escondió como un cobarde. Con esta misma actitud, podemos ver a un Roger no tan preocupado como en la cena con Lee Garner Jr., ya que sabe lo que hay: interpreta el papel de ejecutivo de cuentas sorprendido por la decisión de la American Tobacco, y realiza un numerito para que parezca que, ante sus co-socios, él es una víctima más. Desde inventándose una llamada falsa a Lee (que parece falsa de verdad), hasta hacer un ficticio viaje para reunirse con los de Lucky. En este ficticio viaje, en el que no salió de Nueva York, llama a Joan para que le haga compañía, y la secretaria, al enterarse de que todo es un mentira de Roger, no sabe qué pensar ni qué hacer.
Vemos a un Roger a la defensiva, pero a la vez que petulante (sobre todo ante Don, cuando le echa en cara que él estaba bien en la antigua agencia y que lo que ha hecho ha sido por amistad) y vulnerable; ni siquiera la publicación de sus memorias, Sterling's Gold, parece satisfacerle. Cuando Roger va a casa de Joan, ella le deja, ya que aunque están hechos el uno para el otro lo que están haciendo no está bien, porque Joan "no es la solución a sus problemas: es un problema más".
Con la noticia de la marcha de Lucky, la agencia comienza a desmoronarse. Glo-coat llama al día siguiente para dejar la agencia también, aunque dicen que no tiene nada que ver con el asunto de Lucky. Don culpa a Pete de que haya descuidado la cuenta en los últimos días por el parto de su mujer, aunque bien sabe que no es su culpa. Toda la agencia tiene que arrimar el hombro y, al día siguiente, los socios anuncian a los empleados la marcha de Lucky y establecen una situación de Muralla China (Chinese Wall): hay mantener la información cautelosamente. En los pasillos de SCPD, se dice que el que esté buscando otro trabajo acabará en la calle.
El suegro de Pete le habla de que Ken Chaough de CGC le quiere en su agencia. Este incluso aparece en el hospital con un regalo para Trudy y con otro para Pete: ser socio en su empresa. Sin duda, es una oferta muy interesante para Campbell. Tal y como le está tratando Don es posible que se marche, pero en el fondo Pete admira su trabajo. Pero quién sabe: ahora que Trudy ha dado a luz a una niña, su familia necesita estabilidad.
Por otro lado, Don encomienda a sus creativos la difícil tarea de mantener sus cuentas. Peggy que acaba de comenzar una relación con Abe como quien no quiere la cosa, recibe el encargo de defender la presentación de Playtex ella sola. Durante su preparación, Stan confunde el reciente enamoramiento de la chica con un intento de llamar su atención y se le lanza. Ella le rechaza y, aunque parece que no hay rencores, Stan la deja salir con pintalabios en los dientes. Afortunadamente, ella mantiene la cuenta.
Don tira de todos los hilos: por un lado se lleva a un equipo en el que incluso está Cooper al funeral de David Montgomery, la mejor situación para captar nuevas cuentas. Por otro, le pide a Faye que le de acceso a otras cuentas ya que ella, experta en psicología social, trabaja en varias agencias y sabe qué cuentas son las que más se resienten en cada una de ellas. La chica se niega porque va en contra de sus principios y Don le dice que de ser al contrario, él lo haría, a lo que ella responde que jamás lo pediría.
Por otro lado tenemos a Megan, la nueva secretaria de Don, que ya anunciábamos la semana pasada que tenía toda la pinta de convertirse en un nuevo romance del publicista. Obviamente, no nos equivocábamos: Megan, de repente, muestra un profundo interés por todo lo que Don hace y dice (se llega incluso a comparar con Peggy), y le allana el camino en esta situación difícil (incluso le arregla el Clío que rompió Don en un arrebato de furia) y al final se acaban enrollando en la oficina, a pesar del rechazo inicial del publicista.
Cuando llega a casa, Don se encuentra a Faye en la puerta. Le ha conseguido Heinz, porque a pesar de que es inmoral lo que hace, está enamorada de él.
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