Nada ha cambiado. Tres historias, tres familias diferentes, que se cruzan en veinte minutos de capítulo creando situaciones realmente hilarantes.
Por un lado tenemos a Phil y Claire, que en la tediosa faena de limpiar el garaje se encuentran ante un problema: qué hacer con el viejo coche. Phil opina que deberían dárselo a Haley, pero el que cupiera un colchón dentro no le convence para nada a la madre. Claire opina que es mejor venderlo y Phil, algo sentimental, se niega. Usando psicología inversa Claire le convence para venderlo, pues no cree que su marido pueda vender nada. "¿Ves esa línea? No, porque ya la he vendido".
Phil consigue a un comprador y con toda su familia empiezan a recoger y limpiar el coche para deshacerse de él. Está lleno de recuerdos y Claire, esta vez, es la que se pone sentimental. Con ese coche han pasado los mejores años de sus vidas y le da pena venderlo. Phil y sus hijos le preparan una sorpresa y se van con el coche a hacer una última excursión. Aparcan cerca de un precipicio a contemplar las vistas pero el caos se crea en el interior del coche (Luke tiene ganas de vomitar, Haley está asustada por una avispa...) y la familia tiene que salir, con la mala suerte de que el coche se les cae por el precipicio.
Manny, por otro lado, está nervioso porque una chica iba a venir a estudiar a su casa. Gloria le tranquiliza. Ella no es la típica madre colombiana posesiva con sus hijos, ella deja a Manny totalmente en libertad con respecto a su vida sentimental ("La razón más importante de la muerte de las mujeres colombianas es el matrimonio de sus hijos"). Sin embargo, se tiene que tragar sus palabras porque en cuanto aparece la niña salta la madre colombiana que tenía dentro (personalmente, no me extraña cuando la niña es tan repelente). Tras unos momentos de lucha con la niña por llevar al niño a su terreno, Gloria aprende que debe dejar libre a su hijo para ser feliz. El niño sale a cenar con la niña y sus padres pero vuelve antes de tiempo porque a la niña no le gustaba su chaqueta. Gloria se compadece de su hijo pero este sentimiento dura lo justo para que el niño llame a otra niña de su clase. Manny no pierde el tiempo.
Cam y Mitchell comienzan a construir un palacio de princesas en el jardín para su hija Lily. Sin embargo, Cam está asustando: Mitchell es un manazas hasta el punto que sus vidas pueden correr serio peligro. Jay se les une para construir el palacio y ambos van dejando poco a poco de lado a Mitchell con tareas sencillas e inútiles. Él se da cuenta y se marcha enfadado, así que los otros dos entran a la casa para tomarse un refresco. Mientras tanto Mitchell vuelve y coloca el tejado del palacio, pero se queda encerrado dentro. Cuando vuelven Jay y Cam se dan cuenta en seguida de que está encerrado, pero para no ofenderle aún más se marchan de la escena dejándole solo para que salga por su cuenta. Con su mala suerte, en el palacio, ahora terminado, se cuela un pájaro, y ya sabemos lo que le gustan a Mitchell estos animales.
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