Hoy llega a España HBO Max y lo hace con mucho contenido original, entre el que encontramos uno de los documentales más esperados, no por el tema que trata, del que poco o nada queda por decir, sino por dar voz por primera vez a una de sus protagonistas: Dolores Vázquez.
El caso Wanninkhof conmocionó a España en el otoño de 1999, primero por la larga búsqueda de la joven Rocío Wanninkhof y, posteriormente, el juicio a la principal sospechosa: Dolores Vázquez, expareja de Alicia Hornos, madre de Rocío. Los medios de comunicación no dejaron pasar la oportunidad de alimentar una historia que tenía de todo: un crimen violento, despecho, una supuesta venganza y una lesbiana "con pinta de asesina" a la que condenaron sin pruebas contundentes basándose principalmente en el personaje que los medios habían construido de ella.
¿Fue la decisión de juzgar a Dolores Vázquez con jurado popular uno de los grandes errores del proceso? Sin lugar a dudas. El caso llenaba horas y horas de televisión, Alicia Hornos y su hija, Rosa Blanca, no dejaron un plató sin pisar. Contaban su historia a quien quisiera escucharla y nadie quería perderse un buen titular. Los miembros del jurado, como el resto del país, no vivían ajenos a la historia y, evidentemente, llegaron con una idea preconcebida de la acusada que ni la falta de pruebas pudo desmontar.
Veinte años más tarde, Dolores se pone por primera vez delante de las cámaras para contar su historia. Para contar quién es y cómo vivió aquel calvario. Cómo su vida se desmoronó de la noche a la mañana sin que ella pudiera hacer nada para frenarlo. No hay justificaciones ni efectismos, solo una mujer contando serenamente su pasado. Una mujer con una familia y una vida apacible, con una carrera y, hasta ese momento, ningún enemigo conocido. No quiere gustar ni ganarse al público, no necesita defenderse porque una condena absolutoria lo hace en su lugar, quiere contar su historia desde la tranquilidad que le ha dado el paso del tiempo. Solo se derrumba al ver algunas imágenes del juicio, pero no le tiembla la voz al hablar de su calvario. Quizás, en parte, porque enfrente tiene a una amiga, la periodista Toñi Moreno, quien cubrió el juicio para Canal Sur y desde el primer momento quiso tener la versión de Dolores. Entrevistó a sus hermanas y habló con Dolores en numerosas ocasiones, llegando a convertirse en amigas. Toñi, que también es una de las productoras del documental, relata los entresijos del juicio y de lo que trasladaba la prensa que, como sucediera en el Caso Alcàsser, sale muy mal parada.
Su testimonio, el de Dolores, se entrelaza con el de Alicia Hornos y, aunque a estas alturas ya no debería sorprendernos, no coincide en absolutamente nada. Ni siquiera en el tipo de relación que mantuvieron entre ellas. Una dice que la otra era el amor de su vida y la otra dice que nunca tuvo ese tipo de sentimientos hacia la una, y que le produce pena pensar que vivió engañada. No se sabe dónde está la línea que separa la realidad de la historia que ambas han tenido que construirse para sobrevivir.
Lo patente e innegable es que las dos mujeres están marcadas por el dolor y el sufrimiento. Dolores ha reconstruido su vida como ha podido, lejos de Mijas, en la tranquilidad de su pueblo natal. Su vida poco tiene que ver con la que tenía veinte años atrás, pero hace lo que puede para seguir adelante sin odio ni rencor. La vida de Alicia, sin embargo, está marcada por el despecho y por ese sentimiento de injusticia que tiene desde que condenaran a Tony Alexander King por el asesinato de su hija y el de Sonia Carabantes. Quizás porque piensa de verdad que Dolores es la culpable (a pesar de todas las pruebas en su contra) o quizás porque no quiere reconocer que se equivocó linchando públicamente a Dolores Vázquez, por mucho que buscara justicia para su hija. ¿Servirá el documental para que se produzca un encuentro entre las dos mujeres? Solo el tiempo, una vez más, nos dará la respuesta.
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