Supongo que al leer la sinopsis de Creedme, disponible desde el pasado viernes en Netflix, habrá muchas personas que hayan decidido dejarlo para luego (o para nunca). Que una violación es un tema muy duro que va a empañar los últimos días de verano. Que últimamente hay demasiadas series protagonizadas por mujeres. Que hay demasiados estrenos, por qué esta y no otra. Pues bien, permitidme que os cuente (sin spoilers) por qué estáis dejando pasar una serie maravillosa que no os dejará indiferentes.
La serie sigue dos tramas paralelas. Por un lado, la investigación de una serie de violaciones con patrones comunes que hacen que se busque a un violador en serie, y por otro, conocemos la historia de Marie, una de las víctimas, desde que sufre el ataque hasta la actualidad.
El primer episodio, posiblemente el más duro, empieza con Marie, interpretada por una comedida y creíble Kaitlyn Dever (Booksmart), denunciando una violación y repitiendo su historia una y otra vez: a distintos policías, a su entorno, a la enfermera que la atiende en el hospital. Aunque no se muestran los hechos, más allá de algún que otro flashback, a través del relato de Marie podemos imaginar perfectamente la escena. Resulta muy incómodo ver todas las etapas por las que tiene que ir pasando, la falta de tacto de algunas de las personas que la atienden, las pruebas a las que se somete. No es difícil ponerse en su piel y, peor aún, en la de todas las mujeres que, precisamente por evitar todo lo que vive Marie en el primer episodio, deciden no denunciar.
Los policías a cargo de la investigación tienen dudas sobre la veracidad de la historia. Lo que Marie cuenta es tan violento que resulta imposible de creer, la escena del crimen está inmaculada, todo les lleva a pensar que haya podido inventarse la historia. Porque sí, porque lo fácil en estos casos siempre es poner en duda el testimonio de la mujer, o peor aún, preguntarse qué parte de responsabilidad tiene ella en la historia. Los hechos tienen lugar en 2008, diez años antes de la explosión del #MeToo que ha dado voz a tantas y tantas mujeres, que ha sacado a la luz tantas historias ocultas durante demasiado tiempo.
Años más tarde, en 2011, las investigadoras Grace Rasmussen (Toni Collette, El Sexto Sentido) y Karen Duvall (Merritt Wever, Nurse Jackie) empiezan a juntar las piezas de un rompecabezas que les llevará a seguir la pista de un violento violador en serie. Rasmussen y Duvall son dos investigadoras con personalidades muy distintas pero que encajan a la perfección. Se escuchan, se respetan, se apoyan la una en la otra. Una de las claves de la serie es que el violador no tiene voz en la historia y que no se muestran las violaciones. Lo importante aquí son las víctimas y sus testimonios, todo lo que conocemos es su relato. Por eso la actitud de los policías que investigan el caso de Marie y de las que estudian el resto de casos es crucial para la percepción que el espectador tiene de la historia y de las víctimas. Escucharlas, intentar empatizar con ellas y asumir que todo lo que cuentan es verdad es para mí uno de los elementos que convierten esta serie en una joya.
No puedo dejar de resaltar el hecho de que los personajes de las detectives huyan de los clichés que suelen asignarse a este tipo de personajes, que suelen vivir torturados por algún trauma del pasado o que han dejado de lado su vida personal para centrarse en la profesional, como si fuera incompatible. Para ambas sus carreras son el eje central de sus vidas, lo que no les impide tener una familia, con unos maridos que las apoyan y se ocupan de los hijos, algo que estamos acostumbrados a ver cuando los policías son hombres, pero mucho menos cuando son mujeres.
Estas dos tramas coexisten a lo largo de los ocho episodios que dura esta miniserie. Ocho episodios en los que no se da tregua al espectador, narrada de forma inteligente, otorgando todo el protagonismo a las víctimas y a la policía, huyendo del sensacionalismo y el morbo y con la dosis justa de misterio para que no quieras despegarte de la pantalla hasta que se haya resuelto el caso.
Posiblemente lo más duro de la historia es saber que está basado en hechos reales. Esta miniserie, creada por Susannah Grant, Ayelet Waldman y Michael Chabon, es una adaptación del libro Creedme, escrito por T. Christian Miller y Ken Armstrong, ganador de un premio Pulitzer en 2016. Es evidente que una serie que gira en torno al tema de la violación no parece a priori algo agradable de ver. Pero los personajes de las detectives, su empatía, su cariño hacia las víctimas y el tratamiento tan respetuoso que se hace de la historia y el poso y la reflexión que crean en el espectador hacen que Creedme sea, sin duda, una de las mejores series del año. No os la perdáis.
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