Los muertos han resucitado casi al final de la temporada. Si no supiera que estamos viendo How to Get Away with Murder, pensaría que esto es una ficción sobre médicos y no de abogados, porque los personajes se pasan más minutos en el hospital postrados en la cama que en los tribunales haciendo justicia. En primer lugar está Isaac, que casi la espicha por una sobredosis y ha aparecido fugazmente para cerrar algunas cicatrices con Annalise, que se sentía culpable por las decisiones del doctor Roa. Ni que ella le hubiera pinchado la aguja de heroína.
Después tenemos a Wes, que está en el hospital de forma simbólica, ya que la morgue fue el último lugar en el que le vimos. En concreto, muerto y con media cara quemada. Aun así, él no ha vuelto a la vida, sino que ha regresado en forma de flashback. ¿Qué debe ocurrir para que no le dediquen más minutos en la ficción? Porque asesinarle no ha sido suficiente. Aunque el intensito nos ha regalado uno de los pocos torsos desnudos de la temporada, su presencia en el episodio ha sido bastante predecible. Nuestras sospechas de que Papá y Mamá Castillo son una panda de psicópatas se han confirmado. Efectivamente, una pidió asesinar a Wes porque iba a ir a la policía y el otro dio la orden. Como matrimonio divorciado funcionan a la perfección, pero como padres de Laurel y suegros dejan bastante que desear.
Y por último tenemos a Simon, el inmortal; un tiro en la cabeza no es suficiente para acabar con él. Todos le temen porque piensan que va a soltar prenda de aquello que ocurrió la fatídica noche del disparo. Sin embargo, de momento solo recuerda que Laurel estaba por allí y que salió del armario ante Oliver. Nuestro Keating 5 tiene sus respectivos órganos sexuales puestos de corbata porque, además, Tegan Price le representa y va a ir a por todas después de que arruinasen su fiesta de celebración en Caplan & Gold y robasen el disco duro con los datos que reflejan que Antares ha cometido numerosos delitos. Así que, en mitad de tanto estrés, llega nuestra gran Annalise a salvar los muebles otra vez más. Keating idea un plan de chantaje con el que, finalmente, consigue que Simon recule, despida a Tegan y no declare ante el tribunal. Y es que el pakistaní tiene las de perder, debido a que le incriminaron como autor del robo dejando pistas falsas en su ordenador.
La verdad es que el episodio nos ha dejado igual de vacíos que la mirada de Michaela mientras está tumbada en la cama pensando en lo desastrosa que es su vida. La temporada está a punto de acabar y nos vienen ahora con un drama innecesario entre Michaela y Asher que ya se veía venir desde el encuentro con Scandal. Incluso Keating se da cuenta de la chorrada de problema con el que salen ahora (Michaela encontrando a un hombre mil veces mejor que Asher) y les interrumpe en mitad de la desconsolada discusión para que se centren en lo verdaderamente importante. Pero como siempre, en esta ficción los dramas nunca llegan por separado.
Ya dijimos que la cabeza de Bonnie podía rodar, sobre todo después de su chantaje a Denver. Ella también lo sabía y había dispuesto todo un sistema de seguridad para ver si le habían saboteado el coche o espiado su teléfono móvil. Y al final ha rodado. Más bien su coche, que ha dado unas cuantas vueltas de campana. No sabemos si Winterbottom sigue con vida, pero al menos ha facilitado toda la información de la que disponía: Denver está jugando a dos bandas; por un lado está trabajando para Papá Castillo y por otro lado ha robado el disco duro con los datos que confirman sus delitos, en caso de que necesite alguna ventaja para salvar su propio cuello. De manera silenciosa, el fiscal del distrito está ganando ventaja sobre nuestros protagonistas, porque además de retener información privilegiada, también ha llegado a un trato con Laurel para darle el registro de llamadas que confirman que sus padres son unos asesinos a cambio del móvil en el que se demuestra la relación de Denver con el director de Antares.
La semana que viene termina la cuarta temporada de How to Get Away with Murder y sabremos si Bonnie ha fallecido o se ha quedado en uno de esos comas reversibles que tanto le gusta al equipo de guión. Pero también será el momento de responder a numerosas preguntas que están en el aire, aunque es probable que tengamos que esperar al próximo otoño para ello. ¿Moverá Denver ficha? ¿Se enfrentará la pandilla a Papá Castillo? ¿Surgirá algún nuevo conflicto? ¿Cómo se resolverá la demanda colectiva?
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