Hace un par de semanas empezó el clásico de los realities: Gran hermano. Al formato, ya desgastado por el paso del tiempo, le han añadido en esta edición unos elementos que no gustaron nada al público, entre ellos, la supresión del 24h, un canal en el que se puede conectar con la casa en cualquier momento y que, para muchos, es la esencia del programa.
Esta serie de pequeñas pero nefastas decisiones provocaron la ira de los más fieles al programa, quienes empezaron a expresar su malestar en Twitter, invitando a la gente a apagar su televisor y quejándose en los perfiles oficiales de la cadena. Tras dos semanas de datos de audiencia muy por debajo de su media, Jorge Javier anunció en la tercera gala que el 24 horas volvía. La audiencia había ganado el pulso con Telecinco.
Las cadenas televisivas y los consumidores ahora están más en contacto que nunca. Jamás un espectador tuvo tanto poder de expresar sus quejas de manera tan directa y momentánea. Twitter, junto a otras plataformas online, están ayudando a que, al fin, los directivos de televisión escuchen al gran público.
La revolución contra Gran hermano no es la única que ha logrado imponer los deseos del espectador a los de la cadena. Este mismo verano vimos como los fans de Sense8 también crearon su propia revuelta a partir de la noticia de su repentina cancelación, un movimiento que los propios creadores y el equipo artístico de la serie apoyaron. No sólo consiguieron que el tema fuese trending topic durante días sino que, además, crearon una petición en Change.org con una emotiva carta a Netflix que recogió numerosas firmas. El resultado lo vimos un par de meses después: Netflix producirá una película que servirá como cierre de la serie.
Otra revolución que muchos recordaréis fue la de los fanáticos de la serie Fringe y es que no hay un público más fiel en el mundo que el de la ciencia ficción. El anuncio de que la serie sería programada los viernes (el apodado Friday night death slot) provocó el enfado de los seguidores que, ante su posible cancelación, idearon todo un movimiento bastante elaborado para que la serie de J.J. Abrams no se fuese de sus pantallas. Este movimiento bebía de otros anteriores y se basaba en la creación de hashtags específicos, interacción con los promotores (y no solo con los productores) y la implicación de blogueros con gran poder en Twitter.
Por aquellos años (2010-12) la serie de NBC Community también sacó provecho de las redes sociales como Twitter para reclamar la vuelta de su serie favorita. Su campaña incluía un vídeo titulado Save Greendale impulsado por una famosa página web y en el que colaboraron los actores de la serie. Otra manera de protestar consistió en invadir las oficinas principales de NBC con un flash mob, en Rockefeller Plaza, al son de una de las canciones emblema de la serie. Cinco meses después, su creador anunció la vuelta de Community.
Y, por último, cabe recordar también la que, posiblemente, fue el antecedente del que aprendieron todas estos movimientos online: la campaña #SaveChuck para la serie Chuck. Ante los rumores de que podría no haber una tercera temporada, los fans impulsaron una campaña en la que contaron con el apoyo de la crítica y de buena parte del equipo de la serie y cuyo golpe maestro fue su llamamiento a una de las marcas promotoras, Subway, llegando a ponerse de acuerdo para que todos los fans comprasen un bocadillo en Subway el día del estreno de la segunda temporada.
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