Hace unas semanas volvía una de las series que más me impresionó el año pasado, Merlí de TV3. Una tercera temporada llena de historias peripatéticas está aquí y, en esta ocasión, no seremos los únicos que la veamos en el mundo, pues la serie ha tenido un éxito tal que ya ha sido comprada en el extranjero. Viéndola de nuevo me viene a la mente lo diferente que es la ficción catalana de la del resto de España y los grandes elementos de los que muchas televisiones, no sólo autonómicas, deberían aprender.
Ignorando el clima político del momento, y sólo como homenaje a la vuelta de Merlí, por la cultura, hablemos de qué hace grandes a las series de aquella región llamada Cataluña.
1. Una producción sin despilfarres
Hay algo que los catalanes saben muy bien y es eso de que “la pela es la pela”. Cada producción está aprovechada al máximo, sin despilfarres. Cuando vemos una serie catalana notamos que, a pesar de los presupuestos ajustados, cuenta con una muy buena fotografía y un brillante reparto de actores. Además, se esmeran tanto en sus productos que luego se exportan fácilmente, lo que contribuye a su amortización.
Nada que ver con TVE, por ejemplo, quien, durante años, ha malgastado dinero público (que todavía duele más) en series que luego no se han molestado en promocionar o que, directamente, han sido programadas en una franja en las que estaban condenadas a no ser conocidas jamás. Los catalanes se toman en serio su inversión en ficción, no generan series sólo por rellenar parrillas.
Nada que ver con TVE, por ejemplo, quien, durante años, ha malgastado dinero público (que todavía duele más) en series que luego no se han molestado en promocionar o que, directamente, han sido programadas en una franja en las que estaban condenadas a no ser conocidas jamás. Los catalanes se toman en serio su inversión en ficción, no generan series sólo por rellenar parrillas.
2. Amor por las historias y respeto al espectador
Adoran las historias, las conocen y saben cómo contarlas para que funcionen a cualquier nivel (aunque luego fracasan en la televisión nacional, una cuestión aún sin resolver). La ficción catalana maneja perfectamente el arte de hacer algo comercial pero con un toque innovador y de contar historias universales sin olvidar la cultura local. Y lo más importante: tratan con respeto al espectador.
La mayoría de los productores de la televisión nacional están dispuestos a hacer a los guionistas dar las vueltas de guión que sean necesarias con tal de alargar las historias y seguir sacando pasta. Y se nota. Mucho. En cambio, en las producciones catalanas se hacen las series con amor y esmero, como si las hiciesen para ellos mismos, y tratan con respeto a las historias, no las usan y maltratan hasta que no dan más de sí. Sólo un hecho: fijaos en el número de temporadas que tienen las series de la televisión en abierto y las que tienen las series de TV3, incluso las más exitosas.
3. Imitación de fórmulas probadas sin dejar de experimentar
Como decimos, los catalanes son capaces de hacer una obra de arte sin dejar de verlo como un producto dentro de un marco económico específico, de hacer algo arriesgado sin dejar de ser realistas. Es por ello que usan elementos que han sido un éxito en todo el mundo y los combinan con otros entornos y condicionantes para crear una historia original pero propia.
Por ejemplo, el protagonista de Merlí es un House en toda regla, pero con la variante de que se dedica a la educación o Pulseras rojas es un versión seriada de la película de 2003 Planta 4ª, en cuyo momento fue todo un éxito. También tienen una gran tendencia a inspirarse en el estilo británico, tan atractivo e innovador. Por ejemplo, Cites es una adaptación de la serie de Channel 4 Dates (2013).
4. Grandes intérpretes
No sé qué metodología usan en las escuelas de interpretación de Barcelona pero, sintiéndolo mucho, tengo que decir que los actores catalanes les dan diez mil vueltas al resto. Diez mil.
Yo cada vez que veo una serie catalana descubro un nuevo actor favorito. Incluso en series juveniles, como Pulseras rojas, hay actores de todas las edades que ofrecen una interpretación realista (¿saben Blanca Suárez y Martín Rivas lo que significa esto?), algo que favorece considerablemente a la inmersión del espectador en la historia. Supongo que es lo que sucede cuando los actores son elegidos por criterios artísticos y no únicamente comerciales.
Actores como Carlos Cuevas, Ana María Barbany, Pere Ponce o Alex Monner nos han regalado interpretaciones que han hecho que sus personajes fuesen inolvidables para el espectador, así que gracias.
5. Una cuidada fotografía
Y este apartado, sintiéndolo mucho, se lo llevan los catalanes de nuevo. Ya no es sólo por lograr una maravillosa fotografía dentro de presupuestos mucho más ajustados que otras producciones nacionales, sino por el uso frecuente de planos generales que dotan de un espacio y una libertad a la historia de los que la ficción nacional no puede presumir (¿tan caros son?).
No hay serie catalana que no se gaste una cantidad respetable de presupuesto en que la historia, además de ser bella por dentro, sea bella por fuera.
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