La tibieza es una característica peligrosa y muy dañina para una obra audiovisual seriada. El odio o el disgusto pueden ser, incluso, más enriquecedores para el visionado. La práctica del hate-watching está a la orden del día (que se lo digan a algunos espectadores de The Walking Dead). No es necesario que la lleves a cabo en tu vida. No obstante, es entendible que resulte más divertido ver y despotricar que tragarte una serie cuyos únicos sentimientos generados son la indiferencia y la desgana. Es lo que le ocurre a Room 104, la nueva ficción antológica de HBO que se estrena este viernes (y cada sábado en HBO España).
Las expectativas puestas en la nueva serie de los hermanos Duplass eran elevadas. No es necesario buscar a algún culpable, pero la publicidad alrededor de la ficción no ha sido la más acertada. Cuando ya se escuchaban los ecos de llegada de Room 104, salieron a la pizarra ejemplos como Black Mirror, True Detective o American Horror Story; los pesos pesados de la antología junto a un "esta serie es diferente a todo lo que hemos hecho antes". Cuando se supone que íbamos a encontrarnos comedia, terror o drama, nos hemos topado con relatos insustanciales y aburridos. De 12 capítulos, HBO solo nos ha permitido el visionado de seis. ¿Cambiará la percepción con la otra mitad y todo lo dicho quedará en saco roto?
En su presentación, y bajo el sello de garantía del canal estadounidense, esta pequeña habitación de motel en la que ocurren 12 historias independientes parecía ganar potencial con la mezcla de géneros y con sus estrictas normas de producción: tres días de rodaje, máximo tres actores, nunca dejar la habitación y un estilo diferente en cada episodio. Lo desconcertante es cuando descubres que ningún género está bien desarrollado y que los episodios de 30 minutos se convierten en una bola difícil de digerir. La única alternativa, con final fallido, era agarrarse a moralejas ocultas en los relatos, reflexiones profundas o paralelismos que se pudieran establecer con otro suceso de la realidad, ¡algo que se alejase de tanta sosería! Pero ese es precisamente el problema de Room 104, que sus historias ni despegan, ni cuajan, ni enganchan.
"Un reparto de lujo" que tampoco es para tirar cohetes
Pensábamos que otro de los atractivos de la serie de HBO sería el reparto, puesto que 12 episodios independientes permiten contar con un elenco bastante extenso. Y se anunciaron rostros bastante conocidos como James Van Der Beek, Sarah Hay, Tony Todd, Keir Gilchrist, Ellen Geer o Karan Sonier. No obstante, varios de los grandes nombres todavía no han aparecido, otros apenas aparecen y bastantes protagonistas desconocidos no han estado a la altura. Los guiones hacen aguas, pero es que algunas interpretaciones están un poco pasadas de rosca. ¿Ha elegido bien el canal su carta de presentación a los medios?
Eso sí, hay aspectos que no se le pueden reprochar a Room 104. El primero es la consistencia de todos sus episodios alrededor de una atmósfera de extrañeza e incomodidad. Este elemento solo se consigue gracias al papel que tiene la habitación como nexo de unión entre las historias (aunque estas sean muy olvidables). El cuarto cambia, es destrozado, sirve como fantasía o se adapta a las épocas elegidas; todo se consigue con un resultado muy llamativo y solvente. El segundo componente es la dirección. Los hermanos Duplass han contado con gente muy cercana a proyectos en los que han participado. Son personas poco conocidas en la dirección que, sin embargo, han aportado algunas propuestas originales e innovadoras que hacen de Room 104 algo más digno. Es el caso del 1x05 (The Internet, dirigido por Doug Emmett) y del 1x06 (Voyeurs, dirigido por Dayna Hanson).
El primer encuentro con esta serie, a la que puede calificarse oficialmente de "proyecto experimental", ha sido completamente desastroso e insulso. Sin embargo, lo kamikaze como estilo de vida puede funcionar. Sin caer en el hate-watching (pero sí temiendo el boring-watching) no rechazaremos los seis capítulos restantes. Los veremos con el optimismo puesto en que lo mejor (lo único que va a ser bueno) todavía está por llegar, tanto en historias, como en interpretaciones.
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