La representación de la mujer lesbiana en las series de televisión, ¿vamos por el buen camino?

Antes de nada, me gustaría explicar que escribir un artículo sobre la visibilidad lésbica es un orgullo a la vez que una intromisión en un mundo que conozco desde fuera. Como gran observadora de la representación femenina en el cine y la televisión, la representación de la mujer lesbiana es un tema que me interesa y mucho. Pero escribiendo sobre ello siento que estoy haciendo mansplaining versión mujer heterosexual que explica la vida. No pretendo dar lecciones de nada, simplemente aportar mi punto de vista. Espero que aceptéis mi pequeña intromisión y, por supuesto, que me rebatáis aquello con lo que no estéis de acuerdo. 

El punto de inflexión

Hace unas semanas, concretamente el 30 de abril, se cumplían veinte años de uno de los coming outs más célebres e importantes de la televisión: el de Ellen DeGeneres. Una escena que marcó un antes y un después, apenas cincuenta segundos en los que Laura Dern (Big Little Lies) es testigo de un gran momento, escuchando atentamente a Ellen y su reflexión en voz alta, esa en la que se pregunta por qué le cuesta tanto asumir públicamente quién es, por qué a sus treinta y cinco años es incapaz de gritarle al mundo cómo se siente, por qué siente vergüenza de pronunciar esa palabra…y entonces se arma de valor y dice “soy gay” junto a un micro abierto, lo que provoca que todos los allí presentes se enteren.

La emisión del episodio venía precedida por una portada de la revista Time en la que el titular rezaba “Yep, I’m gay” y a partir de ahí empezó a publicitarse lo que iba a suceder en el capítulo más importante de la serie. Ellen quería que todo el mundo se enterara y liberarse al fin del secreto que tantos años llevaba guardando. Puede que en ese momento no fuéramos conscientes de la importancia de este gesto, de la importancia de ver a una actriz y a su personaje anunciarle al mundo su homosexualidad en hora de máxima audiencia en un país tan conservador como Estados Unidos. Las reacciones no se hicieron esperar: insultos, acoso, la cancelación de la serie y la desaparición de Ellen. Nadie quería contratarla y su confesión la mantuvo alejada de las cámaras durante tres años lo que la sumió en una depresión. Hoy, veinte años después, Ellen es uno de los rostros más queridos de la televisión norteamericana, activista de los derechos de los homosexuales y su "The Puppy Episode", que así se llamaba el episodio que lo cambió todo, un referente.

¿Dónde estamos ahora?

Si bien las cosas han cambiado mucho, todavía queda mucho camino por recorrer. La presencia de mujeres lesbianas en las series es cada vez más habitual, aunque los guionistas no sean siempre capaces de huir de los clichés y, peor aún, el hecho de ser lesbiana sea la característica principal del personaje y no se profundice más allá.

Son muchas las series que se pueden citar con personajes icónicos como Xena, The 100, Orphan Black, Grey’s Anatomy, Supergirl, Sense8, Buffy, Pretty Little Liars, True Blood, American Horror Story o, si nos fijamos en las series patrias, Al Salir de Clase, Hospital Central, Vis a Vis o Los Hombres de Paco. Pero, si tuviera que quedarme sólo con cuatro, creo que no tendría ninguna duda de cuáles meter en la lista:

• Orange is The New Black: Jenji Kohan sabe representar a las mujeres como nadie y, mejor aún, lo hace siempre en entornos que asociamos de manera inevitable a los hombres, como son la cárcel o el mundo del tráfico de drogas en Weeds. Mostrar parejas de lesbianas en una cárcel de mujeres es fácil, inevitable casi. Pero hacerlo con la “naturalidad” (sí, las comillas son importantes porque esa palabra no debería de tener cabida si hablamos de igualdad) con la que se hace en esta serie es de quitarse el sombrero. Nos muestra a mujeres que en ocasiones descubren su sexualidad y nuevos sentimientos y, si hay una pareja que me parece especialmente remarcable, es la formada por Poussey y Soso que nos han dejado algunos de los momentos más tiernos de la serie.

• Transparent: otra maestra de la representación femenina y la diversidad sexual es Jill Solloway. En Transparent no sólo se aborda de manera magistral el viaje que emprende Maura, sino que se trata también el tema de la homosexualidad y la bisexualidad a través de los personajes de las hijas.

• The Good Fight: Maia no se ve obligada a salir del armario, simplemente pasea con su chica del brazo. Se quieren, no tienen una relación tormentosa ni un pasado que les haya llevado al lesbianismo como el que se da al alcohol. Porque sí, a veces parece que es fruto de un trauma del pasado. Son una pareja como cualquier otra. Y por eso también merecen estar en esta lista.

• El Ministerio del Tiempo: no podía no mencionar una serie patria y tenía que ser esta. Transgresora en muchos aspectos, cuenta con uno de los mejores personajes homosexuales de la ficción nacional, el de Irene. ¿Por qué? Porque Irene es lesbiana, sí, pero ese no es el eje principal del personaje. Es una mujer inteligente, con una carrera y unas inquietudes que existe más allá de su orientación sexual. Y eso, desgraciadamente, no lo vemos tan a menudo en las series españolas.

El rol de las actrices

Ellen DeGeneres fue la primera de una larga lista de actrices que han hablado abiertamente de su homosexualidad. Los primeros nombres que se nos vienen a la cabeza son los de Sarah Paulson (American Horror Story) y su pareja Holland Taylor (Two and a Half Men), Cynthia Nixon (Sex and the City), Lea DeLaria (OITNB), Jane Lynch (Glee), Rosie O’Donnel (The Rosie O'Donnell Show) o Lily Tomlin (Grace & Frankie).

Evidentemente, y al margen de su activismo fuera de la pequeña pantalla, no todas han interpretado roles de mujeres lesbianas. Las que sí lo han hecho, y estoy pensando en particular en el caso de Lea DeLaria y su Big Boo the Orange Is The New Black, nos muestran mujeres badass que se salen del cliché romántico y el físico espectacular destinado al deleite, como siempre, de la mirada masculina. El hecho de que hablen abiertamente de su sexualidad, que no debería ser un tema tabú sino algo más dentro de la vida de una persona, ayuda a normalizar algo que en algunas esferas de la sociedad aún es algo que ocultar en un cajón. Que sean protagonistas, que tengan roles fuertes, que ganen premios, que hagan discursos reivindicativos, que se besen dentro y fuera de la pantalla o incluso algo tan sencillo (ejem) como casarse son pequeños grandes gestos que ayudan a dar visibilidad a un colectivo que ha permanecido demasiado tiempo en la sombra.

En cuanto a las actrices heterosexuales que tienen papeles de lesbianas en televisión, como le sucede también a Jeffrey Tambor (Maura en Transparent), se acercan a una realidad que a veces les resulta lejana. O no tanto, pero ponerse en la piel de esas mujeres les da otra perspectiva de la situación. Tal es el caso de Jessica Chapshaw (Arizona en Grey's Anatomy) que en una entrevista reciente cuenta hasta qué punto ha cambiado su vida personal, el orgullo que le produce que su hija explique a sus compañeros de guardería que una familia no está forzosamente formada por un papá y una mamá (¿cuándo lo entenderá todo el mundo?) y lo que siente al saber que gracias a personajes como el suyo muchas mujeres se sienten representadas y el efecto positivo que puede tener en sus vidas.

¿Qué se puede mejorar?

Mucho, muchísimo. Dar visibilidad es un primer gran paso, ya que parece que lo que no se muestra no existe. El machismo se manifiesta incluso en este ámbito, ya que es más habitual ver en pantalla personajes masculinos homosexuales que femeninos. El hecho de que las series cuenten con cada vez con más personajes LGBT+ es muy importante, y la forma en la que se representan lo es también.

Desde mi humilde opinión de mera espectadora creo que la orientación sexual debería ser un elemento más de los personajes y no el eje principal sobre el que construirlos. Que sean mujeres normales, que ser lesbianas no sea una etiqueta, que no sean un personaje metido con calzador como cuando quedaba bien poner al amigo afroamericano gracioso que años después se convirtió en asiático. No pueden obviarse los conflictos del colectivo ya que desgraciadamente (y estamos en 2017) tienen que enfrentarse a situaciones que no vivimos los heterosexuales y es importante que se muestren. Otro problema, y este se extiende a casi cualquier personaje femenino, la mayoría de las series están hechas por hombres lo que conlleva una imagen de la mujer a menudo sexualizada y con una misión clara y evidente que es la de lucir bonito al lado de los hombres, verdaderos protagonistas de las historias. En el caso de la representación de las lesbianas, se eligen a menudo actrices físicamente imponentes con el claro objetivo de poner cachondos a los hombres. Sí, da asco.

Otra queja habitual que se puede leer en las redes, y que es una realidad incontestable, es que suelen ser el objetivo favorito de los guionistas. Pocas son las parejas de lesbianas con un final feliz, suelen enfrentarse a la muerte y a la violencia de manera sistemática. Claro que se mueren personajes heterosexuales, también hay muchos más y morir no les va a condenar a la desaparición y a la inexistencia como sucede con las lesbianas. Existe incluso un estudio que muestra que el 35% por ciento de las lesbianas de las series americanas muere y sólo un 16% de las parejas tiene un final feliz. Ahí es nada.

Como decía unas líneas más arriba, queda mucho camino que recorrer. Un camino que pasa por dar voz a las mujeres, sea cual sea su condición sexual, dejarles que cuenten sus historias a través de los personajes. En la última serie de Jill Solloway para Amazon, la genial I Love Dick, la writter’s room (así es como se denomina en Estados Unidos al equipo de guionistas) estaba formada únicamente por mujeres. No tenemos que llegar a tanto ni dividir el trabajo por sexos, pero es una prueba irrefutable de que las mujeres pueden hacer series maravillosas y aportar un punto de vista nuevo y diferente. Ese que casi no se ha escuchado hasta ahora.