Era imposible que una serie que trata el tema del suicidio y el acoso escolar, y que lo hace además con el objetivo de concienciar a un público adolescente, quedara exenta de polémica. 13 Reasons Why (Por trece razones), adaptación del libro homónimo, contaba con dos bazas fundamentales para su éxito: ser una producción original de Netflix, con la campaña publicitaria que eso conlleva, y estar producida, entre otros, por Selena Gomez.
Bajo mi punto de vista, que es el de una persona adulta con capacidad de analizar los comportamientos y las situaciones que se muestran en la serie, es un producto muy necesario para concienciar a los jóvenes de una de las lacras de la sociedad: el acoso y la violencia en el ámbito escolar. Y hacerlo de una manera directa y sin tapujos, enfrentándoles a situaciones que han podido vivir o presenciar en su entorno y mostrándoles las consecuencias de dichos actos. Y hacerlo con personajes con los que puedan sentirse identificados y de una forma quizás un poco edulcorada, cierto, pero más adaptada a su edad que otros productos que tratan el mismo problema, como American Crime o Después de Lucía, para los que es necesario tener una madurez y un background emocional con el que no cuentan los adolescentes.
Pero, ¿por qué tanta polémica en torno a la serie? Son muchos, profesionales o no, los que se han echado las manos a la cabeza y han llamado prácticamente al boicot a la serie. Alegan que se romantiza la idea del suicidio, que puede incluso dar a entender a las personas que padezcan depresión y tengan pensamientos suicidas que esa es la vía, que se muestran imágenes explícitas tanto del suicidio como de la violación y que el público juvenil puede interpretar que determinadas conductas, como beber o consumir drogas, no sólo están aceptadas, sino que son signo de popularidad. La homofobia, el mal uso de las redes sociales, las relaciones tóxicas y abusivas o la reducción de la mujer a objeto sexual son otros de los temas (muy importantes) que se tratan y que quedan relegados a un segundo plano una vez que hemos visto la escena final.
Uno de los post que se han hecho virales es el de la psicóloga australiana Jaelea Skehan, que resume en seis puntos las razones por las que considera que la serie es perjudicial para los jóvenes, especialmente aquellos que padezcan trastornos psicológicos o depresión:
- La escena del suicidio es demasiado gráfica y “es muy dura de ver”. La duración de la misma no cumple con ninguna de las recomendaciones internacionales sobre mostrar suicidios en ficción.
- En realidad las personas que cometen suicidio suelen no tener claras las razones de ello, sino que en este trastorno “alguien puede sentir desesperación sin que haya una razón obvia para ello”.
- No se muestra el real impacto que el suicidio de una persona tiene en el resto de la gente a su alrededor. Esto es desplazado a segundo plano.
- El que se haga sentir culpables al resto de la gente por el suicidio de una persona es muy perjudicial, pues podría incitarlos a ellos al suicidio.
- La serie no incita a buscar ayuda profesional cuando se están teniendo pensamientos suicidas, sino que promueve que los jóvenes evadan a los adultos lo más posible y no les hablen de sus problemas.
- Romantiza el suicidio, ya que lo muestra como una forma de dejar una marca en el resto y enviarles un mensaje.
Evidentemente algunas escenas son duras, pero no hay nada como enfrentarse a ellas para darse cuenta de la gravedad de la situación. No creo que los adolescentes, al menos no la mayoría, sean incapaces de descifrar el mensaje que intenta transmitir la serie. Muchos se sentirán identificados con alguno de los personajes, otros verán en ellos a compañeros de clase y les permitirá darse cuenta que algunos comportamientos habituales, como las burlas o el desplazar a las personas “diferentes” son dañinas y que, aunque por fortuna no siempre conduzcan a la depresión o al suicidio, marcan profundamente al que las sufre.
El cerebro de un adolescente está en construcción, es la edad en la que vamos siendo más conscientes de quiénes somos y de lo que nos rodea, y evidentemente no todos tienen la misma madurez o la misma capacidad de análisis que otros. Entre otras cosas, porque no nos enseñan a pensar, y porque vivimos en una sociedad en la que estamos sobreestimulados y tenemos acceso inmediato a todas las respuestas sin necesidad de pararnos a pensarlas por nosotros mismos. Eso y que algunos tienen la inteligencia emocional de una patata. Y es por eso que considero que el rol de los padres y educadores es fundamental en la comprensión del mensaje de la serie. No creo que prohibirles que vean la serie o alejarles de algo que desgraciadamente es una realidad sea la solución. Es importante que la vean y que sean capaces de reflexionar sobre el tema y de establecer los paralelismos con su realidad cotidiana para saber identificar los casos de acoso, cómo actuar ante ellos y saber dónde buscar apoyo si son las víctimas. Que reflexionen también sobre el grado de implicación que han podido tener en el acoso a alguien, y que denuncien los casos de los que sean testigos. Es importante que padres y profesores vean la serie y se tomen el tiempo de sentarse con los jóvenes a hablar del tema, saber cómo han interpretado el mensaje y ayudarles a expresar los sentimientos que les ha producido.
No creo que se romantice la idea del suicidio, o que se muestre a Hannah como una heroína por lo que ha hecho, pero sí que es cierto que es un tema que a día de hoy está ausente no sólo en la televisión sino en los medios de comunicación por miedo a que la gente con problemas o pensamientos suicidas puedan sentirse motivadas a llevar a cabo el acto. Es importante que aprendamos a identificar los síntomas de la depresión, y eso va también para los padres que, como pasa muchas veces con los padres de jóvenes enfermos de anorexia, por ejemplo, se dan cuenta tarde. Los padres de Hannah minimizaron los problemas de su hija, no le dieron la importancia suficiente y, sin ser culpables de lo sucedido, es cierto que no llegaron a tiempo. Algo que me ha chocado mucho en la serie es que ninguno de los jóvenes que escuchó los mensajes antes de Clay decidiera dar el paso de enseñarle las cintas a un adulto. Ese es uno de los temas que debería ser tratado con los jóvenes, el quitarles el miedo a acudir a un adulto cuando sean incapaces de gestionar la situación, y quizás demonizar al orientador escolar (que hace muy mal su trabajo, las cosas como son) no sea la mejor vía. En la serie Hannah no encontró ningún apoyo, o no supo encontrarlo, y quizás hubiera sido necesario abrir una vía a la esperanza y mostrar que hay personas dispuestas a ayudar.
Otro tema polémico es el de la escena de la violación. Sí, es cruda. Pero es que una violación lo es y cuanto antes se enseñe a los jóvenes que determinadas conductas son muy graves y no tienen vuelta atrás, mejor. No es no, y que la chica esté borracha –incluso inconsciente- o que sea el chico el que ha bebido no es un atenuante ni una justificación del delito. La información es poder, y es responsabilidad de los adultos que los adolescentes accedan a ella de la manera más sana y objetiva posible.
Psicólogos y asociaciones que trabajan con personas que sufren depresión o con tendencias suicidas dicen que el tema se trata a la ligera y puede tener graves consecuencias en las personas que sufren la enfermedad. Quizás no hayan tratado el tema adecuadamente, no tengo la perspectiva de los profesionales ni me encuentro en un momento de depresión por el que el mensaje de la serie pueda tener un efecto negativo en mí, pero pienso que a pesar de lo que han publicado en sus redes Paris Jackson o Shannon Purser (Barb en Stranger Things), no ver esta serie no les va a salvar de ser víctimas o verdugos, Internet es una ventana al mundo, llena muchas veces de mentiras o mensajes sesgados, y acompañarles en el descubrimiento de algunas realidades puede ayudarles a afrontarlas con madurez y sensatez, a identificar sus propios problemas, a aprender a pedir ayuda y, por qué no, a ayudar a las personas de su entorno que puedan estar pasando por un momento complicado. Si la serie ha generado tanto debate y tanto interés entre los jóvenes, algo estará haciendo bien.
Psicólogos y asociaciones que trabajan con personas que sufren depresión o con tendencias suicidas dicen que el tema se trata a la ligera y puede tener graves consecuencias en las personas que sufren la enfermedad. Quizás no hayan tratado el tema adecuadamente, no tengo la perspectiva de los profesionales ni me encuentro en un momento de depresión por el que el mensaje de la serie pueda tener un efecto negativo en mí, pero pienso que a pesar de lo que han publicado en sus redes Paris Jackson o Shannon Purser (Barb en Stranger Things), no ver esta serie no les va a salvar de ser víctimas o verdugos, Internet es una ventana al mundo, llena muchas veces de mentiras o mensajes sesgados, y acompañarles en el descubrimiento de algunas realidades puede ayudarles a afrontarlas con madurez y sensatez, a identificar sus propios problemas, a aprender a pedir ayuda y, por qué no, a ayudar a las personas de su entorno que puedan estar pasando por un momento complicado. Si la serie ha generado tanto debate y tanto interés entre los jóvenes, algo estará haciendo bien.
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