Homeland llega con America First al final de la que probablemente sea su temporada más realista, pensada y certera. La serie cierra con su último episodio las tramas que necesitaban un desenlace y abre una interesante vía de futuro que esperamos poder explorar en siguientes temporadas. Un final que no ha sido precisamente dulce ni completamente satisfactorio, pero que nos ha dado el cierre que buscábamos de una forma totalmente racional y asequible.
La conspiración que ha movido todos los hilos en esta entrega ha quedado resuelta. Como intuíamos, Dar Adal era partícipe (pero no el principal responsable) de una serie de movimientos para hundir a Elizabeth Keane y, en última instancia, acabar con su vida. La primera parte del episodio nos ha narrado cómo Carrie, movida por la intuición, sospecha de un atentado para acabar con la vida de la futura Presidenta y acude con Quinn en su ayuda. Dar Adal, quien ha descubierto que sus "amigos" utilizarán a Quinn como cabeza de turco, recapacita y avisa a Carrie en el último momento para que proteja a Keane, pero no porque no quiera acabar con ella, sino porque quiere proteger a su antiguo mentado. Poco a poco, descubrimos que los políticos y oficiales que se reunieron brevemente con Adal al principio del 6x01 (el Senador Coto y el General McClendon) están detrás de todo y que este último golpe podría ser el definitivo. Con la ayuda de Quinn, Claire y Keane consigue escapar del edificio así como el coche en el que seguramente hubieran fallecido.
Lo que nos lleva a la parte más amarga y, sin duda, más polémica de esta historia. Porque si bien la muerte de Quinn era en cierto modo asumible (aunque ya se dice que cuando un personaje sobrevive en una ficción se convierte en inmortal), también ha sido tratada de forma insulsa, fría e incluso ofensiva. No recuerdo la muerte de un personaje principal de una forma tan plana ni tan carente de emoción, como si fuera un mero trámite que había que pasar. Quinn es olvidado en cuestión de segundos y en el salto temporal apenas se le menciona en un par de ocasiones, dejando claro que Carrie lo pasó muy mal en su momento pero que el personaje no es necesario en esta trama del futuro. Por supuesto, Quinn ya había vivido su propio descenso a los infiernos y su ultimísimo sacrificio debería responder a cualquier incógnita, pero desde un punto de vista emocional (que no racional), su muerte ha sido tratada con una torpeza que roza lo insultante. Un plano en cámara lenta no redime a ningún personaje, y de nada sirve que una confusa Keane le pregunte a una impertérrita Carrie que cómo se llama el fallecido, como si no se fuera a olvidar de él al minuto siguiente.
Entiendo que, en ese sentido, lo que preocupaba era ese salto temporal para retratar la América del futuro. Un país en el que Keane ha tomado finalmente el mando y en el que no confía en nadie porque todos, de alguna forma, están relacionados con la conspiración que casi acabó con su vida. Un futuro en el que altos cargos del Gobierno desaparecen sin respuesta alguna por parte de la Presidenta por el simple hecho de que "atentan" contra la seguridad nacional. Dar Adal y hasta Saul Berenson entre ellos. Un futuro que, de nuevo, nos recuerda mucho a nuestro presente. Nuestra Carrie, esta vez con la carga de ser la cabeza de turco de esta administración, observa el infierno de Washington desde la lejanía y se pregunta qué va a ser de todos los americanos y qué podrá hacer ella para parar los pies de Keane. Su fe en América se tambalea.
Este futuro da miedo pero también resulta muy prometedor. ¿Qué os ha parecido a vosotros? Aprobáis la muerte de Quinn? ¿Qué os ha parecido el final?
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