Se acabó el sueño, hora de despertarse. El pasado lunes llegaba a HBO España el último capítulo de Big Little Lies, una de las revelaciones de la temporada, poniendo el broche de oro a una miniserie con más aciertos que fallos, y que se suma al largo catálogo de series con el sello de calidad de la casa. La adaptación de la novela de Liane Moriarty finaliza manteniendo el alto nivel al que nos tienen acostumbrados desde el piloto y dejándonos más desamparados que Shailene Woodley vagando por la playa.
El drama creado por David E. Kelley y dirigido por Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club) concluye tras siete capítulos dejando al público mayormente satisfecho con el desenlace, cuyas tramas principales han sido aclaradas y dejando pocos misterios sin resolver en el tintero. Una conclusión sobresaliente para una serie que nos ha acompañado durante las últimas semanas a través de los secretos y mentiras que se han ido gestando en la localidad de Monterrey. La catalogada como la nueva Mujeres Desesperadas nos ha ido deleitando capítulo a capítulo gracias a sus enigmáticas tramas y personajes, pero también abordando temas de vital importancia como el acoso escolar, la violencia de género y las apariencias sociales.
Pocas cosas que objetarle al nuevo drama de HBO. Desde el episodio piloto se nos fue mostrando los puntos fuertes que la serie iba a explotar. Dejándonos absortos con Cold Little Heart de Michael Kiwanuka desde su cabecera, la música ha acompañado a Big Little Lies desde el principio, poniéndole banda sonora a los momentos de paz, violencia o desahogo que han sufrido nuestras protagonistas. Y son las protagonistas, o más bien su reparto, las que convierten esta serie en una delicia que te atrapa una vez hecho el primer visionado.
Demos gracias por las estrellas de Hollywood que deciden cambiar el lujo de la pantalla grande por historias adaptables en formato seriéfilo. Porque admitámoslo, si algo hace grandiosa a Big Little Lies son sus tres protagonistas, en las que cae todo el peso de la serie: Nicole Kidman, Reese Witherspoon y Shailene Woodley (y a las que deberíamos añadir a Zoe Kravitz y a una Laura Dern en estado puro). Mujeres imperfectas representadas constantemente a través de sus inseguridades, sus miedos y sus mentiras, dándonos una lección sobre las apariencias y las primeras impresiones, demostrando que la mayoría de las veces nos creamos un concepto de alguien que dista mucho de la auténtica realidad. Es complicado determinar cuál de todas me ha gustado más ya que todas están magníficas en sus respectivos roles. Reese Whitherspoon enamora tempranamente gracias a Madeline Mackenzie, sus dardos envenenados constantes, su necesidad de tenerlo todo bajo control y sus enfrentamientos con el personaje de Laura Dern siempre que la situación lo requería (casi siempre, vamos). Sin embargo, Nicole Kidman ha conseguido convertirse en la sorpresa de la temporada encarnando a una mujer atrapada en un matrimonio aparentemente perfecto pero que es un verdadero infierno que ni ella misma quiere reconocer. Demostrándonos que posee más expresión en su rostro que lo mostrado en sus últimos filmes, y junto a Alexander Skarsgård (con el que, a pesar de todo, tiene una gran química), ambos retratan con sumo y necesario acierto una pareja tóxica que desborda una agresividad disfrazada de pasión que, en última instancia, se revela como un peligroso caso de violencia de género.
Podemos decir que Big Little Lies lo tenía fácil para enganchar al espectador: La adaptación de una novela de gran éxito, un reparto inmejorable y una historia llena de intriga. Lo que no presagiábamos es que iría a mucho más. Desde el principio la historia se desarrolla alrededor de un asesinato cuya víctima y verdugo desconocemos. Ni falta que nos hace, ya que no es necesario recordar constantemente un crimen para intensificar el tono (a ratos cómico, a ratos dramático) que la serie posee. La tensión consigue palparse en el ambiente; se palpa en las relaciones de los protagonistas, en las charlas de café, en cada interrogatorio (¿y lo que vamos a echar de menos los interrogatorios?), en los running mañaneros y, en especial, en los encuentros violentos/sexuales de Celeste y Perry, enriqueciendo así la serie y nuestor visionado.
Una serie casi redonda de la que pocos fallos podemos sacar. Big Little Lies ha sabido aprovechar sus puntos fuertes, con elementos clave para el disfrute del espectador y compaginándolos a su vez con temáticas que la consagran como un drama de calidad y no un culebrón más. Quizás uno de sus principales errores haya sido el deleitarnos lentamente con los enfrentamientos de sus personajes, encauzando las tramas de manera pausada para hacernos disfrutar del espectáculo, y resolver dichas tramas de una forma precipitada. La resolución algo rápida de las tramas principales, restándoles importancia en los últimos minutos del final es posiblemente el mayor "pero" que se le pueda poner a esta gran serie.
El final es todo lo satisfactorio que uno puede imaginar, cumpliendo todo lo que la serie ha prometido desde el principio. Big Little Lies se despide como uno de los grandes dramas de este año donde se le augura un futuro lleno de reconocimientos (seguramente encabezados por Nicole Kidman) y que nos deja con la miel en los labios, ansiosos de una continuación que el director, Jean-Marc Vallée, ya se ha encargado de desmentir. Una lástima. La vida no es justa, y los habitantes de Monterrey lo saben mejor que nadie.
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