La miniserie de ABC When We Rise no ha tenido una gran campaña de promoción y, aun así, era un estreno muy esperado. Ocho años después de Harvey Milk, Dustin Lance Black y Gus Van Sant apuestan por un elenco lleno de caras conocidas —de Mary-Louise Parker (Weeds) a Rachel Griffiths (Six Feet Under, Brothers & Sisters) pasando por Guy Pierce (Mildred Pierce), Rosie O’Donnell (Queer as Folk) o una irreconocible Carrie Preston (The Good Wife)— para dar vida a un grupo de activistas LGBTQ y su infatigable lucha por la igualdad.
La historia, basada en hechos reales, nos traslada al agitado San Francisco de los años 70. A esa ciudad que, tras ser por mucho tiempo refugio de los homosexuales de todo el país, se había convertido en un nido de odio, de insultos y palizas y que, lejos de conseguir echarlos de la ciudad, hizo que se unieran y lucharan juntos por sus derechos. Y hoy, más de cuarenta años después, la serie no puede llegar en mejor momento. En una sociedad en la que el odio, el racismo y la homofobia llenan titulares —y no sólo por culpa de Trump, que en España también tenemos lo nuestro— no está de más que echemos un vistazo al pasado y apreciemos aún más si cabe lo que un puñado de valientes hicieron por cambiar el mundo.
Historias cruzadas
La serie nos habla de tres activistas homosexuales con tres causas que al final no son tan diferentes, ya que todas tienen como trasfondo el respeto de los derechos y la igualdad: Cleve Jones, rechazado por su familia debido a su homosexualidad, huye a San Francisco en busca de un lugar en el que sentirse comprendido y se topa con la dura realidad de la ciudad, con la violencia policial y la persecución que hacen que se levante y luche contra las injusticias. Ken Jones, exmarine afroamericano que, a su vuelta de la guerra pelea por los derechos cívicos y, por último, Roma Guy, una joven militante feminista que acaba de regresar de una misión humanitaria en África.
When We Rise nos presenta su lucha incansable, sus reivindicaciones y los obstáculos a los que tienen que hacer frente. A veces internos como, por ejemplo, el rechazo de algunas feministas a la idea de aliarse con hombres que puedan ayudarlas en su causa. También pone de manifiesto algunas ideas de la época, aún defendidas por algunos sectores, como que la homosexualidad era una enfermedad que podía curarse y las terribles técnicas que utilizaban para ello, así como el racismo existente entre los homosexuales.

A pesar de la fuerza de los personajes, de la solidez del casting y de lo interesante de la historia, When We Rise no es una serie redonda. La presentación de los personajes —con los que es imposible no empatizar— y de sus historias personales se entremezcla con la narración del contexto social y político que, si bien es interesante, a veces nos hace sentir que estamos en una clase de historia. La serie está pensada para llegar a un público masivo, de toda clase y condición, y siento que a veces da demasiadas explicaciones. Peca de ser demasiado pedagógica, lo que hace que en algunos momentos se entorpezca el relato natural de las diferentes tramas.
Ésta es posiblemente la única pega que pueda encontrarle a la serie, al menos a los dos primeros episodios. A pesar de esos pequeños momentos didácticos, When We Rise me parece una buena serie, una gran lección de historia y de vida que llega en un momento turbulento. Es una llamada a la tolerancia y a la resistencia, no sólo del colectivo LGBTQ, sino que me atrevería a decir que de todas las minorías, y con un mensaje muy claro: juntos podemos con todo.
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