Mucho se ha hablado de Feud, la penúltima creación de Ryan Murphy. Y sí, digo bien, la penúltima porque parece que ya tiene otro proyecto en el horno. Se llamará Pose y estará ambientada en el Nueva York de los años ochenta. Conociendo al tito Murphy no tardaremos en empezar a ser bombardeados con los nombres del reparto, fotos del rodaje, teasers y toda clase de pequeñas pero enormes informaciones que pondrán nuestro hype por las nubes. Porque es parte de su esencia, si algo sabe hacer es generar expectación alrededor de sus series. Tanto se ha hablado de Feud que llegamos a su estreno al borde del colapso, con el corazón a mil por hora y el miedo eterno que rodea las series de Murphy: el de la decepción. Pero no, Feud no ha decepcionado, al menos por ahora. Los tres episodios emitidos por el momento rozan la perfección y, por si todavía queda algún indeciso, aquí os dejamos cinco razones para verla, ya que está disponible en HBO España.
1. La rivalidad de dos divas
Es el eje central de la serie y, más allá del morbo de ver a dos grandes de la escena apuñalarse sin piedad, no se puede negar lo hipnótico de la historia. Una de las claves es que ambas luchan en igualdad de condiciones. No vemos un abuso de un fuerte a un débil, sino dos mujeres fuertes, con una larga trayectoria a sus espaldas y que saben muy bien lo que se hacen. Al igual que le sucede a los personajes que interpretan, ellas no necesitan ser enemigas, ven en la otra la culpable del declive de sus carreras –o al menos una estrella que puede brillar más hasta eclipsar- cuando es la industria y su criterios la que las ha llevado hasta esa situación. Pero ya es tarde, han entrado en una dinámica de puyas y ataques públicos y privados de la que ya no pueden salir.
2. Alegato feminista
Si algo hace Feud, y muy bien, por cierto, es poner de manifiesto la presión a la que se somete a las mujeres en la industria cinematográfica. Y lo digo en presente, sí, porque medio siglo después las cosas están igual o peor. Joan Crawford y Bette Davis rozaban la sesentena y ni su impresionante filmografía, sus más que probadas dotes interpretativas o contar con tres premios Oscar entre las dos, parecían ser razones suficientes para seguir proponiéndoles papeles. Siempre hay actrices más jóvenes y más guapas –no por ello faltas de talento- para acaparar los roles protagonistas. Resulta desolador verlas enfrentarse a la realidad del teléfono que no suena, así como alentador verlas rebelarse contra todo e intentar mantener su lugar en el panorama hollywoodiense que tanto les ha costado conseguir.
3. Susan y Jessica, Jessica y Susan
No creo que la elección de las protagonistas pudiera haber sido mejor. El temor inicial era el de ver a las actrices y no a los personajes, pero la abstracción se hace rápido. No sé si en la misma medida (Jessica Lange trabajaba hasta hace poco en otros proyectos de Ryan Murphy), pero supongo que ambas actrices saben bien lo que es el ocaso de la carrera, el hacer menos papeles a medida que se cumplen años y ambas son mujeres de armas tomar tanto dentro como fuera de los platós. Como era de esperar sus interpretaciones son impecables, toman el control de los personajes y nos ofrecen un espectáculo como existen pocos. Vivan las actrices maduras.
4. Los secundarios
El tito Ryan no se gastó todo el presupuesto en las protagonistas, no. Tiró la casa por la ventana para regalarnos un elenco de excepción para encarnar a las personas que tuvieron la suerte o la desgracia de conocer a estas dos divas del cine. Destacar a Alfred Molina (Show Me a Hero) en el papel de Robert Aldrich, el más que paciente director de la película; a Kiernan Shipka, la ya crecidita Sally de Mad Men, en el rol de B.D. Merrill, hija de Bette Davis, o la maravillosa Jackie Hoffman en el papel de la sufrida asistenta de Joan Crawford. Completan el reparto Kathy Bates como Joan Blondell, Catherine Zeta-Jones como Olivia de Havilland, Alison Wright (The Americans) como la asistente de dirección o Sarah Paulson, a la que veremos en próximos episodios en la piel de Geraldine Page.
5. Ryan Murphy
Con Feud, el controvertido y prolífico Ryan Murphy firma su obra más adulta. Tras las series juveniles Popular y Glee llegó la antología American Horror Story, que a pesar de gozar de mucha repercusión mediática, hay que reconocer que la calidad de las distintas entregas ha sido bastante desigual. Como no tenía suficiente con darnos miedo en una serie, nos trajo Scream Queens, una parodía de sí misma que, si bien tenía su toque cómico al principio, fue perdiendo fuelle a medida que avanzaban los episodios. En The People vs O.J. Simpson: American Crime Story -en la que ejerce de productor no de creador- nos empezó a dar pistas de de los nuevos derroteros que tomaría su carrera, y ahora con Feud se corona. Ha sacado la artillería pesada y eso se nota no sólo en la factura técnica sino en la sensibilidad o la calidad de los guiones perfectamente ejecutados por un casting que parece hecho a medida. Ovación cerrada al Señor Murphy.
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