Qué ganas tenía de que se estrenara esta serie y qué alegría me da decir que no me ha decepcionado, al menos por ahora. Los dos primeros episodios cumplen holgadamente mis expectativas y ya estoy deseando poder devorar los ocho restantes.
Ambientada a finales de los años sesenta Good Girls Revolt nos traslada a la redacción del News of the Week en el que un grupo de jóvenes periodistas lucha por la igualdad de la mujer tanto en el terreno personal como en el laboral. Sueldos equitativos, conciliación familiar, poner freno al acoso sexual en el trabajo o reconocimiento profesional son algunas de sus peticiones, y es cuando menos triste comprobar que cincuenta años más tarde se sigan reclamando las mismas cosas. Ha habido avances, sí, pero aún estamos lejos de la igualdad en todos los ámbitos.
Cansadas de ver cómo son los hombres de la redacción los que se ponen las medallas por trabajos que han hecho ellas, que firman los artículos que ellas han conseguido, investigado y prácticamente escrito, y que encima cobran tres veces menos deciden levantarse y luchar por lo que creen que es justo. Y no es ficción. La serie está basada en el libro de Lynn Povich, una de esas mujeres que junto con otras 46 plantaron cara al Newsweek en 1969 y pusieron una denuncia alegando discriminación de género.
El nombre del periódico ha sido modificado y los personajes dibujados y adaptados a las necesidades de la serie, pero la historia es real y los hechos reflejan de forma fidedigna la batalla iniciada por estas mujeres apoyadas por la abogada Eleanor Holmes Norton, interpretada por Joy Bryant (Parenthood).
Es inevitable encontrar puntos comunes con Mad Men, por la época y el desarrollo de la historia en el ámbito laboral. Aunque aquí la batuta la llevan las mujeres, los hombres son el enemigo, el opresor, el ser que en su supuesta superioridad se aprovecha del trabajo de unas mujeres inteligentes, motivadas y talentosas que no se van a dejar pisotear. Patti, Cindy o Nora somos todas.
En el lado del enemigo encontramos viejas caras conocidas, como la de Hunter Parrish, al que amé en la sombra durante años en Weeds y al que le guardo un rencor eterno por ESO que hizo en The Good Wife. Cuando digo enemigo me dejo llevar por la emoción. La serie no busca demonizar a los hombres, sino denunciar una sociedad patriarcal que veía como normales ciertas conductas que, por suerte para nosotras, se han ido modificado aunque en muchos casos sin llegar a ser erradicadas.
El personaje de Parrish es casi una víctima de la situación, se ha enamorado de una mujer liberal y progresista que tiene muy claro lo que quiere y más aún lo que no quiere, que no está dispuesta a acatar las pautas establecidas y que sabe que ni su libertad individual ni su trabajo valen menos que los de un hombre.
Sacad las pancartas y las pinturas de guerra porque esta serie va a daros ganas de salir a la calle y luchar por la igualdad y los derechos de las mujeres porque, como decía al principio, cincuenta años después aún queda mucho trabajo por hacer.
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