Larga vida a la Reina (Malvada). La sola idea de que vayan a acabar con el personaje ahora que está dando vidilla a la serie me aterra más que el saber que Emma no desaparecerá jamás. Esta semana, además de ver con cariño cómo los Charming llevan su situación de ahora-tú-ahora-yo, nos deleitamos con las capacidades de la Reina para ir por delante de los héroes sin perder su amor por su hijo, al que intenta atraer hacia su lado, obviamente, sin éxito.
Viendo lo hartos de tener que vivir solos día sí día no que están los Charming, su hija y madrastra/suegrastra (si este término no existe, lo registro), tras ver cómo Blancanieves descubre que la Reina les observa por los espejos, deciden darle de su propia medicina y encerrarla en el mundo de los espejos utilizando aquel que Sidney regaló a Regina. Sin embargo, para el deleite de todos, la Reina -nuestra Chenoa, cuando tú vas, ella vuelve- no sólo consigue adelantarse y encerrar a Regina y Emma en ese perdido mundo con portales de observación de una sola dirección, sino que yendo aún más allá, les tiende una trampa en forma de posible ayuda que además usa en su favor.
Cuando Henry descubre —no había que ser un lumbreras, la Reina lo puso muy fácil— que su madre no es su madre (o no la que él pensaba, este chico tiene muchas madres) trata de sacar a Regina y Emma del mundo de los espejos a través del espejo de la cripta de los Mills, pero una vez más, la Reina va por delante y con ayuda del corazón del Dragón, que ha encerrado en cuerpo en el mundo con su otra mitad y su enemiga, trata de hacer que Henry se vea en la obligación de matar al Dragón para salvar a sus madres, oscureciendo así su corazón y llevándole más cerca de su malvado lado. Sin embargo y cuando una buena trama podría haberse creado para Henry con una lucha interna, lo dejamos en cinco minutos de tensión y nos salimos por la tangente cuando libera a sus madres rompiendo el espejo. Una pena.
Además de todo esto, Bella trata de recuperar la confianza del espectador que la ve como un mueble desde hace temporadas, y cuando puede conseguirlo aliándose con Zelena y con Aladdin, Rumple la ata con un brazalete mágico dejándola como estaba pero más enfurruñada, ergo más insoportable con el mismo tema. Si algo bueno sale de aquí es la revelación de que como Zelena salvó la vida a Rumple en Nueva York, ahora éste no puede herirla, por lo que, con más ganas que nunca, tratará de hacerlo. ¿Cómo? Con ayuda de su nueva amante. Sister fight!
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