En Estados Unidos, que son muy melodramáticos y muy de pensar en todo, durante el State of Union un miembro del gobierno permanece aislado en un lugar protegido para que, en caso de atentado o catástrofe en el que murieran los miembros del gobierno, sea la persona encargada de tomar el relevo de la presidencia. Sin presiones.
Esa persona se llama designated survivor y sí, es Kiefer Sutherland, y sí, va a tener que salvar el mundo. Para describir esta serie podemos utilizar ese término tan genérico y a la vez tan justo que es el de americanada, llena de frases vacías del tipo "Señor, tiene que ser más fuerte de lo que lo ha sido nunca" y actos de heroicidad como la visita a la zona cero sin chaleco antibalas. A pesar de todo, funciona en el ritmo y, aunque hay cosas mejorables, lo hace también en la trama (al menos por ahora), es entretenida y puede abarcar un target de público bastante amplio, pero… siempre hay un pero. O varios.
No puedo con los momentos conversación entre los hijos en la que el adolescente aparentemente pasota dice a su hermana pequeña y repipi "papá no tiene miedo a nada" mientras oh, qué casualidad, papá Kiefer escucha detrás de la puerta con una sonrisa mitad de orgullo paterno, mitad de ego desmedido. Espero que a medida que avancen los episodios vayamos olvidando la existencia de estos hijos porque sus tramas no tienen ningún tipo de interés.
Luego está la mujer, que de un minuto a otro –literalmente- se encuentra viviendo en la Casa Blanca y para ella todo es normalidad y comprensión. Y mira, no. Que no es como si hubieras nacido para Primera Dama o hubieras tenido los meses de campaña para adaptarte a la idea de que la posibilidad de convertirte en ella era real. Sé humana y vuélvete loca como lo haríamos todos, por el amor de Dios.
En lo relativo a la parte política, hay cosas interesantes y tramas que, bien desarrolladas, pueden captar la atención del espectador y hacer que se enganche a la serie. El recién estrenado Presidente es un desconocido para el gran público que, a la vez que supera el duelo y el miedo provocado por este nuevo ataque terrorista, va a tener que aprender a conocerle, además de aceptar que ahora el país está gobernado por alguien a quién nadie había votado y que además no tiene ningún tipo de experiencia en el cargo. Por su parte, el nuevo Presidente va a tener que aprender a desarrollar su puesto, formar un nuevo gobierno, lidiar con los enemigos tanto internos como externos y liderar el país sin manual de instrucciones.
Todavía no sabemos quién puso la bomba que destruyó el Capitolio y la investigación será otra de las grandes líneas argumentales de la serie. Y, sinceramente, espero que mejoren su desarrollo. Por ahora tenemos a los efectivos que trabajan en la zona cero con la agente del FBI Hannah Watts a la cabeza. Decidme por favor que esa mujer os pone tan nerviosos como a mí. Sabemos que su historia es importante pero aún no sabemos por qué, obviamente, y lo único que espero es que sean más hábiles contándola de lo que lo son mostrando la violencia policial y los ataques gratuitos a los árabes. Porque sí, intentan mostrar una realidad (vergonzosa, dicho sea de paso) en la que todos los árabes se vuelven sospechosos, pero de una manera torpe y forzada.
Las conversaciones trascendentales que tienen lugar en los pasillos de la Casa Blanca mientras sus protagonistas caminan a la velocidad de la cabra de la Legión, quieren recordar a los de la gran The West Wing, aunque ambas series estén muy lejos la una de la otra. Por ahora Designated Survivor peca de exaltación de América y, conociendo la trayectoria de Kiefer, me puedo imaginar que le va a pasar de todo (secuestro de su hija incluido) y que la idea de Estados Unidos como centro del mundo y salvador de la humanidad va a primar por encima de todo lo demás.
Vistos los dos primeros episodios, por ahora no me bajo del barco. Pienso que la historia puede tener su potencial y, aunque no vaya a pasar engrosar la ya abultada lista de mejores series de la historia, es un producto entretenido que necesita encarrilarse y limar algunos errores. Tiene tres grandes tramas: el drama familiar, la política y la investigación policial y, aunque en las tres a la intriga le falta un poco de punch, creo que la base es interesante y que los errores aún pueden rectificarse.
Lo que no se puede corregir, y me vais a perdonar que saque el tema, es la nueva cara del amigo Kiefer. Porque si fuera una mujer nos pegaríamos por ver qué chiste es más ingenioso y toda clase de montajes fotográficos circularían por las redes. Seamos justos pues y llenemos las redes de artículos titulados “¿Por qué Kiefer, por qué?”. Esos titulares quizás podamos rescatarlos si la serie se hunde, pero tengamos esperanza, peores cosas hemos visto.
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