Netflix se está marcando un verano de traca. Han puesto toda la carne en el asador y con promoción por todas partes nos han vendido a bombo y platillo dos de sus estrenos, Stranger Things y The Get Down. De la primera ya os hemos hablado aquí en varias ocasiones, y es innegable que nos ha encantado, como a todos. La segunda, la que aquí nos atañe, tampoco ha dejado a nadie indiferente; por lo que he leído, la gente o la ama o la odia. Hoy vamos a explicarnos, desde nuestro punto de vista, por qué no está tan tan bien, pero tampoco tan tan mal. Los puntos fuertes y débiles de esta primera entrega de 6 episodios.
The Get Down es una serie en cuya cabeza se encuentra Baz Luhrmann (Moulin Rouge!, Romeo + Julieta, El Gran Gatsby) que trata del nacimiento del hip-hop en el Bronx en la segunda mitad de la década de los 70, una época donde la música disco, los afros, las lentejuelas y los pantalones de campana estaban a la orden del día. En el reparto cuenta con nombres como Giancarlo Esposito (Breaking Bad, Once Upon a Time) y Jimmy Smits (Dexter, Sons of Anarchy), sorprende con otros como Jaden Smith (el hijo con poco talento de Will Smith que no para de intentar actuar) y nos descubre a otros como Justice Smith, Shameik Moore y Herizen F. Guardiola, a quienes seguiremos la pista tras esto.
Las tramas funcionan de forma muy desigual. La serie gira en torno a dos ejes argumentales y un batiburrillo de tramas secundarias que si bien deberían ser importantes, tienen poco interés. En primer lugar se nos cuenta la historia de cómo una panda de amigos tratan de formar su propio grupo de rap tras el descubrimiento de este nuevo movimiento al que denominan "the get down". La segunda línea argumental trata de cómo una chica con talento y sin el apoyo de su padre (el de su tío sí, de ese mucho, y como éste tiene recursos... tenemos trama) intenta triunfar como una artista disco. El resto de tramas se presentan de forma superficial, tramas sobre temas políticos y sociales de la época, tráfico de drogas, vandalismo y demás, temas que están porque tienen que estar pero que distraen más que entretener, o al menos esa es la impresión que me llevé tras el visionado.
Tal vez sea esta desigualdad en las tramas la que hace que la serie no acabe de funcionar. El toque Luhrmann se nota, sobre todo en el piloto, episodio que además dirige, y con diferencia, para mi gusto lo peor de la serie. Un capítulo de hora y media en el que te entran ganas en más de una ocasión de abandonar el barco antes de que se aleje más del puerto y no meterse en berenjenales. Como consejo, si lo superáis, no lo dejéis, la serie mejora y aunque sigue habiendo algunas "Luhrmanadas" de ver en cuando, no vuelve a meter mano de forma tan descarada en un tema que no acaba de saber cómo tratar.
Siempre que la historia gira en torno a la música, la serie es una delicia (prueba de ello es que nuestras 5 razones para ver The Get Down son en referente a esto), tanto cuando brilla la parte disco (las escenas en Les Inferno, las actuaciones improvisadas a lo musical de Mylene y su séquito, etc.) como, —sobre todo— cuando descubrimos y exploramos junto a los protagonistas ese nuevo movimiento callejero llamado the get down. Sin embargo, si nos alejamos de la parte musical, la serie hace aguas. Lo que se trata es importante, pero ya sea porque a Luhrmann no le encajaba en su tono de serie o porque esta primera tanda de episodios son una introducción en cuanto a esto se refiere, si no hay música de fondo, rimas o discos haciendo scratch, me aburro.
Aunque basada en hechos reales, la veracidad histórica de lo que ocurre en la serie es relativa. El Grandmaster Flash ficticio está asesorado por el real, para mí un acierto sin duda, ya que el punto fuerte de la serie está precisamente en lo que él vivió. Shaolin Fanstastic, Zeke, Dizzee, Ra-Ra y Boo-Boo forman The Get Down Brothers y van aprendiendo poco a poco para triunfar en este recién descubierto mundo que tanta repercusión tendría donde lo que triunfa son las rimas con tonillo y la música sin la parte de la letra. Se exploran simultáneamente el mundo underground y el de las grandes discográficas, y en más de una ocasión me sorprendí con la boca abierta y chillando a la tele de la emoción (ese rap a doble tiempo es LO MÁS), pero también muchas veces tuve que volver a poner alguna escena porque no me había enterado de lo que me aburría.
The Get Down es una serie irregular que podría llegar a mucho, y lo ha demostrado más que suficiente. El último capítulo deja una sensación espléndida y da esperanzas a lo que pueda llegar en 2017, pero el miedo sigue estando ahí. Lo que tiene que hacer la serie es centrarse en lo que debe y no dar palos de ciego; ya sabemos lo que funciona y lo que no. Cadillac, que en el piloto parecía ser alguien importante, no es más que un pelele que a veces sale bailando disco encocado en el club de mamá, la capo de la droga, que tampoco es que me importe demasiado. La historia de Papa Fuerte y mamá-Cruz tampoco me interesa lo más mínimo, y, sinceramente, la historia de amor entre Zeke y Mylene también.
¿A vosotros qué os ha parecido The Get Down? ¿También pensáis que debería centrarse en la música y dejarse de rollos? Yo sólo os digo una cosa:
Shaolin's the DJ that we call conductor, 'cause Shaolin Fantastic's a bad mother...
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