El fenómeno que ha despertado Pokémon GO en todo el mundo este verano solamente es comparable al que se formó en torno a los juegos Pokémon Rojo y Pokémon Azul cuando, hace dos décadas, salieron a la venta para la Game Boy de Nintendo. La gente camina por la calle con la cabeza gacha, buscando monstruos con el móvil mientras los más elitistas –intelectualmente hablando− comentan que se nos está yendo la cabeza.
Pokémon GO es a los juegos de móvil lo que Stranger Things a la televisión: la enésima prueba del tirón que tiene la nostalgia. Y es esa misma nostalgia la que ha hecho que echemos la vista atrás y recordemos la serie original de Pokémon, un anime que trasladaba a la pequeña pantalla la historia de los videojuegos y seguía a Ash Ketchum, un entrenador de pueblo Paleta bastante torpe e incompetente en su camino hacia la Liga Pokémon de la región de Kanto.
Pokémon: Indigo League –cuyos primeros 52 episodios están disponibles en Netflix− es uno de esos pocos animes que gozaron de cierto éxito en nuestro país (junto a Dragon Ball, Digimon y, en menor medida, Sailor Moon y One Piece): no solo lo veían los fans de la animación japonesa, sino casi cualquier crío de los noventa.
La mayoría recordamos con más cariño a su competidor directo, Digimon, que tenía mejores personajes y una trama más emocionante; pero Pokémon, que sigue emitiéndose hoy en día y cuenta con más de 900 episodios a sus espaldas, tiene más virtudes de las que en principio nos vienen a la cabeza. El esquema de sus episodios se quemó muy rápido, pero hubo un tiempo en que la fórmula (Ash y sus compañeros de viaje se topan con un Pokémon, tratan de ayudar al entrenador de éste con algún problema y el Team Rocket intenta robar a Pikachu) era muy entretenida.
Una oda a los perdedores
A Ash Ketchum no le sonó el despertador el día que tenía que ir a por su primer Pokémon. Por eso, acabó cargando con un Pikachu rebelde que se negaba a obedecerle y le electrocutaba constantemente. Este comienzo no engañaba a nadie y nos presentaba a un protagonista con muchos defectos: durante la primera temporada del anime, Ash se dedica a ganar medallas de gimnasio por pura suerte o pena, a perder la oportunidad de atrapar decenas de Pokémon, evitar a toda costa que los suyos evolucionaran y a liberarlos si éstos se enamoraban o encontraban su sitio en el mundo.
Seguir sus aventuras podía ser frustrante para los jugadores del juego porque estaba claro que Ash no tenía verdadera madera de entrenador Pokémon. Su prepotencia injustificada lo ponía a la altura de otros odiados protagonistas como Ted Mosby o Meredith Grey. Pero, bien pensado, la serie no hubiese tenido ninguna gracia si a Ash las cosas le hubiesen ido bien. Pokémon era una serie muy autoconsciente que jugaba con la vergüenza ajena y se burlaba constantemente de todos sus personajes.
Los villanos de Pokémon también eran un absoluto chiste. El Team Rocket tardó apenas dos episodios en dejar de ser amenazante para convertirse directamente, en patético. Cientos y cientos de episodios malgastados en intentar atrapar sin éxito a un simple Pikachu. Y con un cheque en blanco como presupuesto. Cada episodio aparecían con artilugios de todo tipo (robots, submarinos, un globo aerostático) que acababan volando por los aires.
Mucho humor y un arranque menos infantil
Quien se anime a revivir los episodios antiguos de la serie puede que se lleve una sorpresa, no solo por los momentos cómicos realmente conseguidos, sino porque se nota que estaban dirigidos a un público algo menos infantil que en temporadas posteriores. Por mencionar dos ejemplos, los episodios 15, 16 y 17 narran un naufragio en el que los protagonistas están a punto de morir varias veces, mientras que en el episodio 21 (Abra y el enfrentamiento psíquico), una líder de gimnasio con poderes mentales encierra a los protagonistas en su casa de muñecas para usarlos como juguetes.
De hecho, en esta tanda de episodios se censuraron varios capítulos en los mercados internacionales, y en España nunca llegamos a verlos. Uno de ellos porque causó epilepsia a más de 600 niños cuando se emitió en Japón, pero otros por el uso de armas de fuego o por su contenido "demasiado adulto" (en La bella y la playa, James del Team Rocket decide participar en un concurso de bikinis utilizando unos pechos hinchables). Como hay blogs de Tumblr para todo, si no tenéis tiempo de rememorar vuestra infancia volviendo a ver la serie, siempre podéis echarle un ojo a esta página, en la que se dedicaban a ver el anime desde el primer episodio y capturar los mejores momentos (o los más absurdos).
Con el paso de las temporadas, el tono de la serie se fue rebajando y la mala leche que aderezaba los primeros capítulos se fue perdiendo. Pokémon se convirtió rápidamente en un anime demasiado infantil, blanco y simple que poco tenía que aportar a los espectadores de más de diez años. Pero no dejemos que eso empañe unos inicios la mar de simpáticos. Pokémon nunca fue un anime espectacular, pero era mejor de lo que recuerdas.
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