No
se puede huir del pasado. Y mucho menos si te has pasado los últimos diez años
de tu vida en la CIA, al mando de las misiones más complicadas (en lo moral y
en lo táctico) en Oriente Próximo. La quinta temporada de Homeland se
abre con una Carrie Mathison buscando una paz imposible en una iglesia de
Alemania: la serie ha vuelto a empezar de cero con un salto temporal de dos
años en los que nuestra protagonista ha reconstruido su vida en Berlín.
Trabaja
para un millonario y filántropo como jefa de seguridad, no hay señales de crisis mentales ni ansiedades y también parece haber encontrado un equilibrio en lo
sentimental. Pero no os preocupéis, parece que en esta ocasión no tendremos que
esperar hasta el sexto capítulo para ver algo de acción: el primer episodio de
esta nueva entrega ha logrado una buena mezcla entre la obligada presentación
de personajes y el lado más oscuro del espionaje internacional, que nos ha
recordado a los mejores tiempos de esta producción.
Así
intuimos que el jefe millonario (el conocido actor germano Sebastian Koch),
tiene mucho que ocultar, obligando a Carrie a volver a ese pasado que no quiere
recordar. A esas reuniones a escondidas y los encuentros en almacenes
oscuros para hacer tratos con el diablo (mientras hacemos apuestas de cuántas
veces es posible secuestrar a la misma persona).
Las
referencias a la actualidad internacional —con la amenaza del Estado Islámico,
el caso Snowden o la crisis de los refugiados— nos sirven de contexto para las
dos tramas sobre las que parece que va a girar la serie en los próximos
episodios. Por un lado el viaje de Carrie al Líbano en un contexto de
inestabilidad total y por otro el robo/filtración de información sobre los
trabajos de espionaje conjunto entre EEUU y Alemania (con pactos ilegales de
por medio).
La soledad del ejecutor
Y
mientras Carrie intenta mantener intacto su pequeño oasis, la otra parte del
equipo también sufre las consecuencias de las acciones del pasado. Después del
secuestro de la cuarta temporada, Saúl se ha endurecido hasta el punto de que
está dispuesto a ser juez, jurado y verdugo en la lucha contra los enemigos de
Estados Unidos. La relación con su pupila vuelve a estar en punto muerto y será
interesante ver qué nos puede ofrecer esta personalidad más radical.
A su
lado permanece Quinn, con las secuelas de los últimos dos años reflejadas en su
discurso ante los grandes gerifaltes del gobierno. Habla poco pero cuando lo
hace, sigue demostrando que es uno de los pocos que tiene perspectiva dentro de
la CIA: ha visto la realidad y sabe que el fuego sólo se combate con fuego. Más
allá de la acción y los entramados políticos, Homeland ha jugado siempre
con la carta del culebrón por lo que la pregunta clave es ¿cuándo se cruzará de
nuevo con Carrie?¿Nos libraremos de la tensión de la última temporada o se
formará un nuevo trío sentimental?
Lo
que sí podemos decir es que la serie ha regresado con fuerzas renovadas,
recuperando el pulso y metiéndonos en faena desde el primer minuto. Sin duda es una mejora con respecto a la pesadez de otros inicios: ¿serán capaces de mantener el ritmo?
COMENTARIOS