Desde que se anunció el proyecto de Public Morals sentía mucha curiosidad sobre lo que TNT y Ed Burns podían ofrecer al género negro, uno de mis favoritos. El pasado 25 de agosto por fin veía la luz el proyecto que el actor y productor lleva gestando desde hace 18 años y el resultado es una prueba fehaciente de por qué ha tenido tantas dificultades para llegar aquí.
Public Morals nos adentra en el Nueva York de los años 60. Hagamos un inciso, los actores en el guión se empeñan en dejar claro que la serie está basada en Nueva York, pero aparte de estas referencias verbales, nada de lo que percibimos nos hace sentir que estamos en la Gran Manzana, y hay series que sin mostrar exteriores ya lo consiguen. Otro inciso, he tenido que leer que la época que refleja es 1967 porque nada me daba pistas sobre en qué año estamos. Por los sombreros, las gabardinas y algunos escenarios, bien podríamos estar en los 20, en los 40 o sí, en los 60, pero todo es muy vago. El único atisbo de la época que se puede palpar son los coches, y servidor no es un entendido en coches.
Volvemos a intentarlo. Public Morals nos adentra en el Nueva York de los años 60 y se centra en una unidad de policías antivicio que suele hacer la vista gorda ante prostitución, drogas, juego ilegal, etc. a cambio de comisiones, incluidos los jefes. Lo que por definición es un buen punto de partida, una historia puramente negra, se va perdiendo en la ejecución, pues no es lo suficientemente negra, ni violenta, ni los personajes son tan atractivos como deberían. Si juzgamos el piloto, me parece demasiado inofensiva, y eso es lo que nunca puede ser una historia de gangsters y policías corruptos.
No me creo nada de lo que cuenta Public Morals, la credibilidad hace aguas, empezando por el casting repleto de personajes odiables en otras series que tuvieron su éxito pero que en el momento en que aparecen desconectas por completo. Ejemplos: Michael Rapaport, con el que no puedo, y Robert Kneeper, creo que su T-Bag de Prison Break le perseguirá para siempre. Los actores jóvenes que van desfilando en la pantalla parecen sacados de la actualidad y les han colocado un traje y un puñado de frases ya antes pronunciadas, por lo que el guión tampoco aporta nada nuevo al género. Puede que la historia llegue a ser atractiva con el paso de los episodios gracias al cliffhanger final, puede que sea un producto de entretenimiento aceptable pero nada más.
En el apartado técnico tampoco se pueden lanzar las campanas al vuelo. La fotografía no ayuda al crear esa sensación de confusión temporal, pues sólo le falta el blanco y negro para ser una de esas películas de la Edad de Oro de los años 40. Pero sin duda, lo que primero me ha llamado la atención ha sido el montaje, que quiere ser rápido, sin ningún tipo de respiro, a lo Scorsese, pero lo único que consigue son escenas que parecen incompletas y una sensación de que no hay cambio de escenario, no hay transiciones de ningún tipo. De esta forma, una secuencia de una cena familiar luce del mismo modo que una reunión de policías.
Public Morals me ha parecido una de las decepciones del verano. Tenía mis reservas, como con todo lo que viene de TNT, pero esperaba un poquito más, al menos que pareciera una serie de gangsters de verdad. Con un mejor guión y unos personajes/actores creíbles habría pasado el corte pero la con el nivel al que nos estamos acostumbrando, cuando no damos abasto para poder ver todas las ficciones de calidad que queremos ver, Public Morals me parece poco menos que perder el tiempo.
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