Algo más
de 16 millones de espectadores fueron testigos del regreso de la que se ha
convertido en una de las series más aclamadas del año (a pesar de negarle el
Emmy a Taraji P. Henson, lo siento, tenía que decirlo), que ha superado con
creces las expectativas generadas, al menos las de una servidora. Tras una más
que notable primera temporada, Lee Daniels sabe lo que queremos y nos lo sirve
en bandeja de plata: lujo, dramas familiares, asesinatos, música, y Cookie,
mucha Cookie.
Con
Lucious entre rejas acusado del asesinato de Bunkie, los débiles pilares de la
familia Lyon comienzan a resquebrajarse. En un intento de lavar la imagen del patriarca
organizan un macroconcierto bajo el lema #FreeLucious, que nos ha dado ya el
primer hit musical de la temporada. Como
no podía ser de otra manera, la protagonista indiscutible del evento es Cookie,
que aparece en escena encerrada en una jaula clamando por los derechos de los
afroamericanos. El concierto sirve de presentación para una de las nuevas caras
de la serie, Mimi (Marisa Tomei), una millonaria lesbiana que dará mucho que
hablar.
Pero no
es oro todo lo que reluce, y nunca mejor dicho, y fuera de los escenarios nos
encontramos con un Jamal al que el papel de nuevo presidente de Empire
Enterprises le viene demasiado grande, y que termina enfrentándose al resto de
la familia al considerar que están traicionando a su padre. El otro bando lo
lidera, como no, una Cookie Lyon más enjoyada que nunca. Con ayuda de sus otros
dos hijos, Andre y Hakeem, pretende hacerse con el puesto que cree que le
corresponde: el de presidenta de la discográfica.
Por
otro lado, la cárcel supone el reencuentro de Lucious con viejos conocidos con
los que tiene asuntos pendientes, entre ellos Franck Gathers (Chris Rock), narcotraficante
al que Cookie delató años atrás y que busca ahora venganza. Ante el temor de
que pueda pasarle algo a alguno de sus hijos, Cookie decide ir a visitar a su exmarido
para pedirle que intervenga. Esta es la única escena en la que podemos
disfrutar de la química brutal que existe entre ambos personajes. La manera de
aguantarse la mirada, los reproches que acaban en risas y la complicidad que da
el haber luchado codo con codo en los peores momentos. Muy a su pesar, Cookie y
Lucious están condenados a quererse.
Aunque las tramas que puedan surgir dentro de la cárcel podrían dar mucho
juego, tras la muerte de Vernon, único testigo del asesinato, a manos de Rhonda,
la estancia de Lucious entre rejas tiene los días contados. ¿Cómo reaccionará cuando se
entere de que Jamal se ha aliado con Mimi apartando al resto de la familia de
la empresa?
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