La principal razón para ver The X-Files eran Mulder y Scully. Puede que la serie fuese desentrañando una conspiración de proporciones cada vez mayores y que su mitología acabase siendo fascinante, pero el gancho era la relación entre ambos protagonistas. Es más, en el piloto se adelantaban ciertos aspectos de lo que iba a ser la serie, pero no fue hasta casi el final de la primera temporada cuando vimos todo lo que había detras de los casos. Lo que sí hacían desde el minuto uno era contarnos quiénes eran los dos investigadores del FBI que tratarían de resolverlos.
No es que Blindspot, la gran apuesta de NBC para esta temporada, tenga demasiado que ver con este clásico televisivo de la ciencia ficción, pero viéndolo queda claro lo mucho que ha cambiado la forma de hacer series en las networks en los últimos años. El gancho de este thriller es su misterio principal, las preguntas sin respuesta en torno a su protagonista, mientras los personajes no pasan del mero arquetipo.
Jamie Alexander, que interpreta a Lady Sif en las películas de Thor y en algún que otro episodio de Agents of S.H.I.E.L.D., es aquí una Jane Doe con amnesia que aparece metida en una bolsa en medio de Times Square. No recuerda cómo llegó hasta allí ni por qué tiene el cuerpo lleno de tatuajes al más puro estilo Prison Break, pero en su espalda se puede leer claramente el nombre del agente especial Kurt Weller (Sullivan Stapleton), al que el FBI llama rápidamente. Antes de que puedan descubrir mucho más sobre ella, uno de sus tatuajes les conduce directamente hacia un caso de amenaza terrorista en el que la colaboración de Jane, quien resulta saber chino y dominar la lucha cuerpo a cuerpo, será vital.
Sí, Blindspot es una serie autoconclusiva en la que cada semana se resolverá un caso gracias a las pistas dibujadas en la piel de Jane. Las preguntas que plantean ("¿Quién es ella en realidad?", "¿Quién la ha puesto allí?", "¿De dónde vienen sus habilidades?") se resolverán con la misma velocidad a la que circula el tráfico en hora punta y lo único que cabe esperar es que sus tramas episódicas sean medianamente entretenidas.
Las series tan hechas por encargo (en este caso, en busca de The Blacklist 2.0) no tienen por qué ser malas: de "hazme otra Arrow pero más ligerita" nació la divertidísima The Flash, de "hazme una serie como la Sherlock esa de la BBC pero al estilo de aquí" salió un gran procedimental como Elementary y de "quiero mi nueva The Sopranos, pero que sea de época que ahora lo peta Mad Men" surgió Boardwalk Empire. Pero, para sobrevivir a un molde tan encorsetado, éstas necesitan algo que haga que merezca la pena verlas: personajes interesantes, sentido del humor, personalidad visual...
Blindspot, sin ser realmente mala, es vergonzosamente genérica. No se puede contar esta historia en 2015 con un tono tan serio y sin un mínimo sentido del humor (es lo que salvó a Sleepy Hollow de la quema), ni confiar en que el carisma de Jamie Alexander va a compensar que su personaje sea la nada (no tener recuerdos y no tener personalidad no tiene por qué ser lo mismo). Y tampoco se puede pretender que todo el mundo vea una serie procedimental (hasta quienes no son fans del género) solo por disfrazarla de misterio.
En su intento por gustar a todo el mundo, Blindspot se queda en tierra de nadie: el resultado es un producto insulso que no aportará nada nuevo a los fans de los policíacos y desesperará a quienes la vean solo por su trama serializada. Margen de mejora hay, pues está bien producida, tiene a un buen equipo detrás y los actores cumplen, pero el piloto no consigue el mínimo exigible: que tengamos ganas de ver más.
COMENTARIOS