Breaking Bad, Mad Men y la fugaz Rubicon cambiaron por completo el papel de la cadena americana AMC en el panorama televisivo. Tres ficciones tan arriesgadas y alabadas por la crítica la convertían en el nuevo canal a seguir por los seriéfilos, un pedestal en el que le está costando mantenerse tras el final de sus dos joyas de la corona.
La desesperación de sus ejecutivos por lograr que AMC siga siendo relevante ha dado lugar a una sarta de estrenos (los que no son spin offs, como la sorprendentemente buena Better Call Saul o la inminente Fear The Walking Dead) que parecen tener que ajustarse al molde de la quality TV que supuestamente solo se hace en el cable, como si Jane the Virgin o The Flash no fuesen mucho más interesantes que Low Winter Sun, Hell on Wheels o la nueva temporada de True Detective.
Una de sus últimas apuestas, Halt and Catch Fire, llegaba el año pasado al canal y, cuando vimos que se trataba de una serie de época protagonizada por un genio misterioso y problemático, nos temimos lo peor. Su forzado piloto (que recordemos, comienza con esa ridícula escena en la que Joe McMillan atropella a un armadillo) tampoco ayudaba a levantar los ánimos, y la recepción crítica inicial fue bastante tibia.
Sin embargo, quienes siguieron con ella no tardaron en darse cuenta de que, bajo ese corsé de grises morales y tramas que ya estábamos hartos de ver, había una serie que tenía muchas cosas interesantes que contar y a la que solo le faltaba ganar un poco de confianza en sí misma para desarrollar todo su potencial. A lo largo de la primera temporada, Halt and Catch Fire fue encontrando su tono y dándose cuenta de que todos sus personajes principales eran más interesantes que Joe, por lo que los últimos episodios que emitió el año pasado ya funcionaban como un reloj: eran emocionantes, agridulces y frustrantes (de modo intencionado).
Había ganas de ver, por tanto, si su segunda temporada seguía por el buen camino o la recta final había sido un breve destello de brillantez. Para esta nueva tanda de episodios, Halt and Cath Fire ha doblado la apuesta y ha conseguido ser todavía más magnética, algo que muchos críticos achacan a un reseteo que en realidad no es tal.
Porque sí, ahora las magníficas Donna y Cameron son las que conducen la trama gracias a Mutiny, su empresa de videojuegos online, pero esto no implica que lo ocurrido en la primera temporada esté olvidado. De hecho, solo es posible entender lo que han hecho los personajes esta temporada sabiendo lo que les sucedió en la primera: cómo cargan con el fracaso a sus espaldas, cómo las vidas de Cameron y Joe orbitan mutuamente, o cómo Gordon acepta que ahora le toca a Donna brillar, sin reprocharle en ningún momento que haya descuidado a su familia al ser consciente de que él ha hecho exactamente lo mismo en el pasado.
Ahora bien, sin haber hecho borrón y cuenta nueva, sí es cierto que los episodios de este año han sido refrescantes. Que Joe haya dejado de ser el protagonista le ha sentado bien a Halt and Catch Fire no solo porque Donna y Cameron son bastante más interesantes, sino porque con Mutiny la serie ha explorado un período muy interesante de la historia de la informática, en el que todo se movía muy deprisa y todavía no estaba muy claro qué es lo que buscaban los usuarios.
Mientras tanto, en un segundo plano, Joe se ha convertido en un personaje mucho más natural. De ser un antihéroe algo forzado ha pasado a ser un tipo que trata de luchar contra su propia naturaleza para ser mejor persona, una trama más interesante que todo el misterio que le rodeaba en la primera temporada y que no conseguía enganchar. Su final es, de hecho, el que más dudas suscita: ¿después de la jugada de Cameron volverá a ser el Joe McMillan que conocimos al principio de la serie o de verdad ha cambiado?
El desgaste del matrimonio de Gordon y Donna, una trama que han construido poco a poco y sin apuntar culpables, ha sido otro de los puntos fuertes de esta tanda de capítulos. Una temporada en la que, de hecho, no han dejado de pasar cosas: el embarazo y aborto de Donna (Kerry Bishé ha hecho un trabajo digno de Emmy), la(s) enfermedad(es) de Gordon, la 'rehabilitación' laboral y familiar de John, los constantes pulsos entre las dos protagonistas femeninas, la maduración de Cameron y su relación con el chico nuevo de Mutiny, etcétera.
Los episodios de Halt and Catch Fire han tenido el ritmo propio de una serie de network y sus subtramas parecían sacadas de una temporada especialmente inspirada de Grey's Anatomy, algo que digo como un cumplido. Por lo visto, la serie ha dejado de dudar entre lo que quería ser, lo que se autoimponía (o le imponía la cadena) y lo que realmente se le da bien, y los espectadores hemos sido los grandes beneficiados: el de este año ha sido un viaje apasionante.
Ahora falta saber, eso sí, si AMC se apiada de nosotros y decide concederle una tercera temporada pese a sus malas audiencias. Después de que haya renovado Turn, exijo la misma generosidad con Halt and Catch Fire. Es más, hay quien ya propone empezar a enviarle disquetes a la cadena.
COMENTARIOS