Con dos episodios de su tercera temporada emitidos es tal vez demasiado pronto para atreverse a anticipar lo que nos tiene preparado Masters of Sex este año. Precisamente la dispersión de las tramas fue uno de los rasgos de la serie que más se criticaron en la pasada entrega, por lo que, aunque estos dos capítulos parecen centrarse en la partenidad y, esencialmente, en aquellas cosas a las que Bill y Virginia han tenido que renunciar —a veces incluso de manera inconsciente— para dedicarse a su estudio, no sabemos en qué momento la serie dará un vuelco tan brusco como fue el año pasado la despedida de la doctora DePaul y ese polémico salto temporal.
Sin embargo, es una lástima que las voces más escépticas con la serie suelan centrarse demasiado en lo que ésta evita contar —porque en Showtime uno no sabe si acabará durando dieciséis temporadas— en lugar de en lo que sí nos muestra. Las investigaciones de Bill Masters y Virginia Johnson sobre la respuesta del cuerpo humano a las relaciones sexuales son muy interesantes de por sí y es comprensible que cierto sector de la audiencia quiera que se aborde el estudio de forma más directa, en lugar de poner el foco en el amplio abanico de personajes secundarios y episódicos de los que hace gala la serie (este año, sin ir más lejos, veremos a Josh Charles y Emily Kinney).
No es mi caso. Algunos tropiezos de Masters of Sex son innegables, y Parliment of Owls, el episodio con el que abre esta temporada, peca de ser demasiado histérico a ratos y de no manejar todas sus historias con el mismo pulso. Esa especie de matrimonio a tres bandas en el que parece haberse convertido la relacción entre Bill, Virginia y Libby (a quienes, tras el matrimonio de conveniencia de Three's a Crowd, se une George) aporta mucho más a la serie que, por ejemplo, los problemas que Bill pueda tener con sus hijos, a los que es imposible dibujar del todo bien con tanta elipsis.
Teniendo en cuenta cuál es el tema central, la serie podría tratar a Libby y George como satélites sin voz ni voto y reducir su presencia a la mínima expresión. Pero, ¿no es más interesante ver cómo les afecta todo a ambos? En el caso de la esposa de Masters, porque nos deja claro que por más voluntad que uno ponga es difícil morderse la lengua y seguir aguantando la situación en la que ella se ve cuando las dificultades no dejan de sucederse. En lo que respecta a George, por lo que su presencia nos cuenta de Virginia.
El personaje de Lizzy Caplan —que sigue estando magnífica a pesar de que los Emmy se hayan olvidado de ella— puede parecer en ocasiones demasiado perfecto, y tan avanzado a su tiempo que roza la inverosimilitud. Gracias a su embarazo, sabemos que la época en la que le ha tocado vivir sigue siendo parte fundamental de quién es como persona: su trabajo le importa más que sus hijos, un hecho que le reconcome más que nunca al comienzo de esta tanda de episodios. Y es justamente Bill, con argumentos más o menos acertados, quien consigue aliviar su culpabilidad en una escena íntima y brillante que llega en el momento exacto en que empezábamos a preguntarnos cómo es posible que alguien como ella quiera estar con él.
Masters of Sex puede ser a veces obvia en los temas que aborda, pero jamás deja de ser interesante. Su forma de tratar la situación de la mujer —aún más directa que Mad Men, con la que siempre se la compara inevitablemente— es precisamente lo que le permite diferenciarse para bien de otras series de época. La diplomacia con la que Libby acepta que su marido tiene una aventura (viendo a Virginia como una aliada y no una adversaria) junto a sus intentos de determinar quién es como persona son mucho más interesantes que la figura del genio frustrado y lleno de traumas que encarna el personaje de Michael Sheen, pues lo hemos visto menos veces.
Su creadora, Michelle Ashford, ha prometido que la familia no va a ser el único foco de atención esta temporada. Con un reparto principal reducido a cuatro actores —Sheen, Caplan, Caitlin FitzGerald y Annaleigh Ashford, muy desaprovechada de momento— y la promesa de volver a ver a Allison Janney en algún momento de esta temporada, está por ver si Masters of Sex conseguirá jugar mejor sus cartas y entrelazar mejor sus tramas. Eso sí, acabe convirtiéndose en algo más orgánico o no, sigue siendo uno de los dramas más fascinantes del momento.
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