Desde el Queer as Folk de Russell T Davies hasta el día de hoy ha llovido mucho, y el panorama de series de televisión con temática LGTB (o que incluyen contenidos relacionados con esta) ha mostrado una gran evolución desde entonces. Aunque por regla general no se hayan tenido en cuenta todas las siglas (o no al mismo tiempo), es evidente que la normalización del colectivo dentro del conglomerado televisivo actual ha sido posible gracias a precedentes como los que marcó aquella producción de 1999... y todas las que le siguieron.
El proyecto formado por Cucumber, Banana y Tofu (esta última, una serie documental bastante insoportable y de la que no hablaremos mucho aquí) llega dieciséis años después al mismo canal británico Channel 4, que a día de hoy sigue siendo el hogar de las propuestas más arriesgadas, para lanzar una nueva producción que, si bien en esencia es similar (se localiza en el mismo Manchester en el que se inspiraron Queer as Folk primero, y Bob & Rose después), también es completamente diferente.
Los personajes de Cucumber y Banana retratan un universo de realidad adulterada repleta de estereotipos donde el hedonismo y el "carpe diem" son los motores de toda su existencia; no obstante, a pesar de que el sexo (y la ausencia de él) sigue marcando el ritmo de la narrativa, su alegato da un paso más cuando Davies evidencia la igualdad de derechos que defendía en Queer as Folk y se enfrasca en un supuesto en el que esta igualdad es vulnerada. No es su tema principal, como veremos, pero en su punto álgido es su mayor aliciente.
Los personajes de Cucumber y Banana retratan un universo de realidad adulterada repleta de estereotipos donde el hedonismo y el "carpe diem" son los motores de toda su existencia; no obstante, a pesar de que el sexo (y la ausencia de él) sigue marcando el ritmo de la narrativa, su alegato da un paso más cuando Davies evidencia la igualdad de derechos que defendía en Queer as Folk y se enfrasca en un supuesto en el que esta igualdad es vulnerada. No es su tema principal, como veremos, pero en su punto álgido es su mayor aliciente.
Cucumber y la crisis de la mediana edad
Eso es Cucumber, al fin y al cabo: otro punto de vista acerca de la crisis por las que, tarde o temprano, todos pasamos; donde nos cuestionamos nuestra existencia, nuestro estilo de vida y nuestro futuro. La particularidad es que, en el caso de Cucumber, quien vive esta experiencia es Henry (Vincent Franklin), un hombre homosexual que después de nueve años de relación y con un trabajo estable acaba rompiendo con todo y empezando a vivir una vida sin reglas, donde la ya famosa frase "there's got to be one more cock!" se convierte en su nuevo lema, aunque finalmente sea incapaz de superar su ruptura así como sus miedos.
Cucumber explora la liberación personal de este hombre repleto de rabia, al mismo tiempo que hace lo propio con aquellos que le acompañan (Banana, al fin y al cabo, solo cuenta pequeñas historias paralelas ambientadas en el mismo universo): Lance (Cyril Nri), su ex novio; Freddie (Freddie Cox), el sensual e inalcanzable joven con el que se va a vivir; o su hermana Cleo (Julie Hesmondhalgh). Todos ellos reprobables, insoportables y egocéntricos, pero a pesar de ello (y por ello) humanos. Su historia no parece tener un común denominador más allá del sexo y la búsqueda de la felicidad, razón por la que tal vez cueste tanto entrar en Cucumber, pero sí triunfa a la hora de retratar personajes marcados por sus ansias de libertad y satisfacción... y su camino es, aunque incómodo, formidable.
Banana y la antología LGTB
Cucumber, parcial retrato de una "realidad", necesitaba una compañera de batalla que completara sus historias, atara algunos cabos sueltos y ayudara a su hermana mayor en aquello en lo que más cojeaba: las otras siglas. El espectro es mucho más amplio y es ahí donde Banana se lanza a completar historias de amor, desamor, pasión, lujuria y felicidad, con personajes variopintos y procedentes de diversos estratos sociales. Banana, al igual que Cucumber, es más una historia sobre unos personajes y su sexualidad, que una historia sobre la sexualidad y los personajes que se desarrollan en torno a ella.
Las mismas críticas que se lanzaron contra Queer as Folk se han repetido aquí (en ambas series, me refiero), y es que la falta de representatividad y la gran afluencia de estereotipos no parece ser plato de buen gusto para todo el mundo en un universo tan variado donde no siempre es fácil encontrar una representación con la que identificarse. No obstante, la diversidad que se muestra en ambas, y especialmente en Banana, es mayor y más placentera que otras que hayamos visto jamás en televisión.
Del mismo modo que es difícil evitar los estereotipos (que, todo sea dicho, aquí lo siguen siendo... aunque son otros a los que no estamos tan acostumbrados en televisión), sucede lo mismo con las etiquetas, y es aquí donde Banana acierta con unas historias donde no importa el qué de la persona, sino el quién. Cada una es diferente y trata un tema distinto, y lo único que tiene en común es que comparten universo con Cucumber (donde veremos de nuevo a estos personajes y les recordaremos con una sonrisa).
Del mismo modo que es difícil evitar los estereotipos (que, todo sea dicho, aquí lo siguen siendo... aunque son otros a los que no estamos tan acostumbrados en televisión), sucede lo mismo con las etiquetas, y es aquí donde Banana acierta con unas historias donde no importa el qué de la persona, sino el quién. Cada una es diferente y trata un tema distinto, y lo único que tiene en común es que comparten universo con Cucumber (donde veremos de nuevo a estos personajes y les recordaremos con una sonrisa).
El Día L
Cucumber, episodio 6: una de las piezas dramáticas más impresionantes de lo que llevamos de año. Y punto.
Acostumbrados a un conglomerado audiovisual donde los principales temas LGTB a tratar son el odio y el sempiterno VIH/SIDA, Cucumber desarrolla el caso de una homofobia latente e imperceptible que acaba por explotar (literalmente) en este episodio. Y no deja de ser brillante cuando este caso es tan real como cualquier otro que se haya representado, e incluso más doloroso porque no es tan visible. Más todavía cuando era una temática que no esperábamos que se fuera a tratar dado el tono y carácter de todo lo visto previamente tanto en Banana como en Cucumber.
Aquí es donde Davies lanza su órdago, donde ataca a su propio su universo ficticio donde la igualdad de derechos parece ser real. Donde la homofobia es inesperada, pero existe. Y su nueva víctima es Lance. El shock.
Este asesinato, la defensa de Daniel alegando que se sintió acosado por Lance (y lo que ello significa), y especialmente cómo todo esto afecta a Henry en términos de culpa, marcan la tónica de los últimos episodios de Cucumber. En mi opinión, la recta final no llega a acertar ni con las últimas ideas (los últimos coletazos de la relación con Freddie, así como todo el "colectivo") ni, en definitiva, con el final. La soledad y desolación de Henry ya era evidente, y creo que fácilmente se podría haber gestionado todo para que la miniserie acabara con la muerte de Lance y con la dolorosa a la par que bonita imagen que se forma en su cabeza instantes antes de fallecer: la imagen del amor de su vida. No obstante, si algo predica Davies es que siempre hay algo más (de una ruptura, o de una muerte), y es por ello que también era necesario estudiar el futuro de Henry incluso cuando este ya no sea tan interesante para nosotros.
Acostumbrados a un conglomerado audiovisual donde los principales temas LGTB a tratar son el odio y el sempiterno VIH/SIDA, Cucumber desarrolla el caso de una homofobia latente e imperceptible que acaba por explotar (literalmente) en este episodio. Y no deja de ser brillante cuando este caso es tan real como cualquier otro que se haya representado, e incluso más doloroso porque no es tan visible. Más todavía cuando era una temática que no esperábamos que se fuera a tratar dado el tono y carácter de todo lo visto previamente tanto en Banana como en Cucumber.
Aquí es donde Davies lanza su órdago, donde ataca a su propio su universo ficticio donde la igualdad de derechos parece ser real. Donde la homofobia es inesperada, pero existe. Y su nueva víctima es Lance. El shock.
Este asesinato, la defensa de Daniel alegando que se sintió acosado por Lance (y lo que ello significa), y especialmente cómo todo esto afecta a Henry en términos de culpa, marcan la tónica de los últimos episodios de Cucumber. En mi opinión, la recta final no llega a acertar ni con las últimas ideas (los últimos coletazos de la relación con Freddie, así como todo el "colectivo") ni, en definitiva, con el final. La soledad y desolación de Henry ya era evidente, y creo que fácilmente se podría haber gestionado todo para que la miniserie acabara con la muerte de Lance y con la dolorosa a la par que bonita imagen que se forma en su cabeza instantes antes de fallecer: la imagen del amor de su vida. No obstante, si algo predica Davies es que siempre hay algo más (de una ruptura, o de una muerte), y es por ello que también era necesario estudiar el futuro de Henry incluso cuando este ya no sea tan interesante para nosotros.
Me quedé impresionadísimo con el 1x06. Gran talento el que desplegó Davies. Aquí os dejo mi opinión ;)
ResponderEliminarhttp://seriesanatomy.blogspot.com.es/2015/03/y-el-pepino-se-puso-amargo.html
Saludos!