Hoy vamos a intentar darle una patada a los prejuicios y pegaros un empujoncito hacia una de las mejores comedias actualmente en televisión pero que por motivos de formato, poca gente la toma en consideración.
¿Hay que tenerle miedo a la
animación o considerarla un género inferior en este panorama que tenemos de
sitcoms y dramedias hípsters por todas partes? Desgraciadamente, ése era mi caso (y el de
muchos), hasta que conocí Archer.
La mayoría de nosotros cuando pensamos en una comedia de animación lo
primero y posiblemente lo único que se nos venga a la cabeza de entrada sean Los Simpsons, Padre de Familia y sus tropecientas temporadas cuyo mejor o peor
envejecimiento no vamos a entrar a debatir. Comedias con mala leche, con un
sentido del humor que puede llegar perfectamente a lo corrosivo y ofensivo, pero sin que las lleguemos a considerar una
serie de pleno derecho, ya no sólo porque los personajes estén pintados,
sino porque a nivel estructural este tipo de series de corte más básico y
apretar el botón de reset al final de cada capítulo ya no satisface al
seriéfilo de pro que está curtido en mil arcos de larga duración.
Archer no tiene nada que ver con series así. Sus tramas se corresponden al estilo de
cualquier comedia de renombre que podamos recordar ahora mismo. Véase Community, véase Modern Family. Cada episodio tiene su locura correspondiente, más o
menos su orden se puede alterar pero existe
una progresión y un cuidado por la continuidad que a un virgen en la
animación puede sorprenderle.
Sabiendo ya que la podemos tratar como una serie: ¿de qué va Archer? Sterling Archer es el egocéntrico
y mujeriego espía estrella de la agencia de inteligencia ISIS, casualmente
regentada por su madre, con la que tiene una relación ligeramente codependiente
y enfermiza. Dentro de esta parodia de
los clásicos del cine y la televisión de espionaje, encontramos en las
oficinas centrales a un plantel de
personajes a cada cual más histriónico: un científico loco, una secretaria
con tendencias sadomasoquistas, un contable objeto de mofa y escarnio
constante, la ex novia de Archer con las pelotas mil veces mejor puestas que él
y la mejor de todas estas criaturas: Pam, la desastrosa responsable de recursos
humanos, ligeramente entrada en carnes y con un hambre voraz tanto por comida como
por sustancias, hombres, mujeres, viceversas… de todo. Un personaje tan grande
como sus adicciones y que en comedia “real” no se había visto antes. Si esto
fuera un artículo de “5 razones para ver”, Pam sería dos y media.
Archer, como habréis podido deducir, se apoya principalmente en unos personajes
de peso que si llegan a ser de carne y hueso, estarían copando los lugares de
referencia y tendríamos menos “bazinga” y menos “legen-dary”. En el
departamento de tramas nos encontramos con otra workplace comedy, misión para
arriba, misión para abajo, siempre alguien cagándola y siendo una agencia de
absoluto disparate en la que siempre hay
una forma de sacarte la carcajada, con una estupidez o con una línea de diálogo
bien hilada y mejor afilada. Un sentido del humor marca FX, sin vergüenza y bestia hasta que no puedas más en términos de violencia, sexo, vicios y todos los abusos en el lugar de trabajo posible. Simple y puramente genial.
Para vendérosla un poquito más: ganadora tres años consecutivos a mejor serie de animación en los Critics’ Choice Awards y en la que han aparecido cameos de grandes como Jeffrey Tambor, Christian Slater, Bryan Cranston, Jon Hamm, Kristen Schaal y hasta Burt Reynolds.
Dicho lo cual, os animamos a marcaros un señor maratón y desafiaros pensando cómo quedaría con actores de carne
y hueso a la cabeza en un mundo bonito y sin limitaciones presupuestarias.
Cinco temporadas de constante risa y una sexta recién estrenada. No os vais a
arrepentir.
Enter the danger zone. Oh, and phrasing.
Enter the danger zone. Oh, and phrasing.
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