Llegamos a
la mitad de la tercera temporada de The Newsroom y, siguiendo la
estructura dramática made in MacKenzie,
nuestros protagonistas siguen intentando resistir los ataques enemigos subidos
a un árbol lleno de grandes ideales. La trama del espionaje ha sido la gran
protagonista, con Will convirtiéndose en la cabeza de turco que necesitan la
autoridades, aprovechándose de su poder como figura mediática.
Sin embargo,
aunque gana la primera batalla contra el Fiscal General -durante una tensa
reunión en la que se nos confirma que Neal ha huido a Venezuela- todo acaba torciéndose durante la tradicional Cena de Corresponsales
de la Casa Blanca. A pesar de sus conocimientos sobre leyes y la posición
privilegiada de McAvoy, finalmente es llamado a declarar ante el Gran Jurado. La
fuente, interpretada por Clea DuVall (American
Horror Story: Asylum), aprovecha también la celebración para presentarse
ante Mac con su propia agenda: ¿Quiere que se sepa la verdad o es en realidad
el “bad guy” que todos dicen que es?
Charlie ha
vuelto a convertirse en el jefe que a todos nos habría gustado tener, además de
ser el hombre para todo: tan pronto se suelta un farol ante el FBI como intenta
encontrar un buen comprador para la ACN, salvando a Reese y Leona de los
gemelos. La cadena de noticias será el sacrificio a ofrecer y entre copa y
copa, se ha enfrentado a un posible comprador con el rostro de B. J. Novak (Malditos Bastardos). Al final ha
resultado ser un millonario obseso del control que siempre consigue lo que
quiere, y como suele ser habitual en estos casos, prefiere una empresa rentable
al rigor de las noticias.
El resto de
la redacción ha seguido lidiando con sus problemas personales, con Sloan y Don
tratando de ocultar su relación al jefe de Recursos Humanos o Jim volviendo a
meter la pata. No, decirle a tu novia que va a ser menos profesional por conseguir más dinero no es una buena manera de acabar el día, Jim… En fin, sigue siendo una
estrategia de guión para que se separe de Hallie y volver a reflejar el poco amor de
Sorkin a los medios digitales. Aunque en esta ocasión estoy de su parte: la
obsesión por las visitas ha degradado en muchos medios la calidad de la
información, obligando a los redactores a someterse a la voluntad de los jefes
o buscarse la vida en otra parte. ¡Más Edward Murrow y menos Huffington Post!
La otra cara
de la moneda es Maggie, que sigue con su comportamiento bipolar: no deja de ser
borde con Jim sin venir a cuento y luego le pide ayuda como si nada hubiese
pasado. La entrevista exclusiva con el responsable de la Agencia de Protección
Ambiental nos ha dejado algunos momentos brillantes, como los intentos
desesperados de Will por conseguir endulzar una entrevista resumida en “vamos a
morir todos”. Aunque la historia de la acusación de espionaje está bien llevada, se echa de menos el día a día en la
redacción así como más presencia de otros personajes secundarios.
COMENTARIOS