La pasada temporada os contamos nuestras impresiones sobre Witches of East End, esa serie de brujas de Lifetime que tanto nos recordaba la época de las hermanas Halliwell. Al comenzar la presente temporada os dimos una lista de razones para ver la serie, y hoy ahora os veníamos a hablar de cómo se ha desarrollado in crescendo esa segunda temporada y qué puertas se habían abierto para la tercera y entonces... hachazo. Lifetime anuncia que la serie se ha cancelado.
Si bien es cierto que en comparación con la primera temporada, esta se ha hecho más de rogar para al final mejorar a pasos agigantados, el más que probable que mucha gente no haya esperado a llegar a esa carrera final, dejándola por camino facilitando así su cancelación. Sin embargo, un gran número de fans la ha seguido religiosamente hasta su (¿in?)esperado final, dando lugar incluso a peticiones para evitar que la serie fuera cancelada que nos habéis hecho llegar por Twitter (y a día de hoy lleva más de 52000 firmas).
A lo largo de esta segunda y, por ahora, última temporada, se han tratado las siguientes líneas argumentales: por un lado, Dash y Killian descubren sus poderes tras la muerte de su madre y el primero los llevará por un lado más oscuro del que debería, aunque su recién surgida —y rápidamente desarrollada— amistad-y-algo-más con Ingrid le pare los pies dentro de lo que podría haber hecho; mientras, el segundo se verá embrujado por la siempre joven Eva (ficción y realidad, ya sabéis que esta chica es como Jordi Hurtado) para finalmente volver a encontrarse con su verdadero amor, Freya, por quien se sacrificará al creerla muerta. Por otra parte, el tercer hijo Beauchamp aparecerá en escena para allanar el terreno en este mundo para su poderoso abuelo, pero sus intenciones cambiarán al volver a sentirse querido por su familia —traición arriba, traición abajo—, perdiendo a su padre por el camino. El problema es que Spike Tarkoff, un "amigo" de la familia no le pondrá fácil cesar en su misión de traer al patriarca Beauchamp de Asgaard, y con su obsesión por Joanna de por medio, conseguirá traer finalmente la desgracia a la vida de las chicas. Por su parte, Wendy encontrará finalmente el amor para volver a perderlo, siendo esto su perdición y muerte, ya que tras derrotar a su padre junto a su hermana y sus sobrinas —la llave, la viajera, la daga y el puente, metáfora pura— decide darle a su amado la última de sus vidas.
Como cliffhanger que posiblemente jamás veamos resueltos nos dejaron la misteriosa muerte de Frederick, el encuentro de Wendy en el infierno con su (otra) hermana, el cambio de cuerpos de Dash y Killian con éste último encarcelado y sin posibilidad de demostrar su identidad, y el embarazo de Ingrid —de la Mandrágora o de Dash, que no sé qué es peor—.
A diferencia de la primera temporada, esta ha demostrado ser más oscura, pero ha sabido mantener los momentos culebronescos mamarracheros que toda serie de Lifetime debe tener. Posiblemente el fallo haya sido pecar de confiada durante esos primeros episodios, que más parecían de puente que de inicio de temporada, donde, en mi opinión, perdieron el juego. Sin embargo, estoy segura de que cualquiera que aguantara hasta el arranque final estará más que satisfecho con lo visto y más que decepcionado con la determinación de acabar con la serie, porque si algo ha demostrado Witches of East End es que puede ser muy grande, una serie de entretenimiento que muchas cadenas ansiarían tener en su parrilla, y deberían darle una oportunidad de demostrarlo. Por favor, que es Lifetime, no HBO...
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