En el capítulo de esta semana nuestros cerebritos continúan sumergidos en el caso que comenzó la semana pasada y que acabó con la vida del querido doctor Sweets. El episodio se centra en resolverlo con la ayuda de las pistas dejadas por el psicólogo y concluye con su emotiva despedida.
Este comienza con los protagonistas en casa, ambos al teléfono y totalmente entregados a la investigación, cuando aparece la hija de estos, Christine, diciendo que había quedado con el tío Sweets para ir al parque. Tierno recuerdo del papel del psicólogo en el cuidado de la niña, aunque a la vez bastante forzado. Como este guiño vamos viendo más a lo largo de todo el episodio. Especialmente de la mano de Daisy, quien se queda una noche entera examinando los huesos y rememorando las lesiones de su fallecido novio. Además, y como era de esperar, la becaria colabora en la investigación intentando hacer justicia al padre de su hijo.
Casi al comienzo del capítulo, y cuando ya parece que los restos de Sweets no les pueden ayudar de mucho, aparece otro cadáver, esta vez de alguien involucrado en el asunto, que les ayuda a continuar investigando. A su vez podemos ver a un Booth bastante impulsivo y excesivamente entregado, lo que le lleva a una gran discusión con su mujer y que casi le cuesta que ésta se vaya de casa con su hija. Pero a pesar de esto, todo se soluciona prácticamente gracias a él, ya que le propina un puñetazo a uno de los sospechosos y con su sangre pueden descubrir que se trata del culpable. Además también, como era de esperar, con la ayuda de los apuntes de Sweets.
El episodio se despide con la despedida del psicólogo, donde podemos ver a una Bones mucho más humana que dice adiós a su amigo totalmente emocionada y dando un discurso del amor y el cariño. El improvisado funeral culmina con todos ellos cantando la canción que solía cantar el fallecido.
COMENTARIOS