Y esta semana terminaba la cuarta temporada de Teen Wolf, después de 12 capítulos y la promesa de volver el año que viene con una quinta entrega con más episodios.
Empecé a ver Teen Wolf allá por 2011, cuando parecía una serie sencillita, entretenida y con algún personaje interesante, como Lydia y Stiles. La primera temporada me pareció muy disfrutable, aunque algo flojilla en términos generales. La segunda temporada, en cambio, me encantó y sigue siendo hasta día de hoy —y no creo que eso cambie—, la que más me ha gustado. ¿Por qué? El perfecto equilibrio entre tramas "teen" y mitológicas, en ese caso con el Kanima que nos tuvo en vilo durante varios episodios.
Al año siguiente tuvimos una ampliación de capítulos que resultó en una tercera temporada dividida en dos partes. Yo disfruté bastante con la primera tanda de episodios centrados en el Decaulion, pero toda la parte de Stiles, con Onis, kitsunes y demás se me empezó a hacer bastante cuesta arriba.
Esperaba que la cuarta temporada se volviera a centrar en los adolescentes y no tanto en la mitología y el nuevo monstruo anual, pero no ha sido así. Al principio todo prometía con la llegada del Benefactor, un misterioso personaje con una lista de gente a la que matar que contrataba a humanos para que le hicieran el trabajo sucio. Sin embargo, como siempre, todo se empezó a complicar con la hermana Argent, Kate y sus "Berserkers" y en seguida comencé a experimentar esa familiar sensación de: "No me estoy enterando de nada".
Evidentemente, la temporada ha tenido sus buenos momentos. Malia ha resultado ser una divertida incorporación a la serie, sobre todo por su incapacidad para socializar normalmente y su interesante relación con Stiles, que aunque surgió un poco de repente, no me ha disgustado en absoluto. Además, el episodio de los exámenes PSAT me encantó, puede que porque se localizaba en el instituto y la trama se podía seguir más fácilmente.
En el capítulo final, diría que nos dejaron más preguntas que respuestas. Después de solucionar la trama del benefactor demasiado rápido y con una resolución un tanto confusa: ¿Meredith?, los chicos debían rescatar a Scott, que se había convertido en un Berseker de esos por culpa de Kate. Además, parecía que Derek iba a morir porque era prácticamente humano pero en vez de eso, resucitó y dijo que había "evolucionado", como un Pokemon.
Scott consiguió volver a su forma natural gracias a Liam y como él no mata a nadie, atacó a Peter, el malo definitivo, hasta dejarlo inconsciente y poder llevarlo a Eichen House para encerrarlo con el Doctor del tercer ojo. Lydia, por su cuenta, le entregó el bestiario al Deputy Parrish, así que en teoría tendremos otro monstruo nuevo el año que viene. Además, parece que el villano definitivo será The Desert Wolf.
Al final no murió nadie, porque después del baño de sangre de la temporada pasada, Jeff Davis quería ser bueno con nosotros.
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