La nueva serie del hermano de Amy Poehler, Greg Poehler, quien, por cierto, es como una versión más atractiva de Greg Kinnear, es un ejemplo de producto de comedia amable pero decente, con el valor añadido que aportan actores competentes y cameos maravillosos. Welcome to Sweden es la historia de Bruce Evans, un contable con muchas celebrities como clientes que decide dejarlo todo para irse a vivir con su novia sueca, Emma, a su madre patria.
Welcome to Sweden es una serie sobre las dificultades que suelen atravesar normalmente las parejas jóvenes (la intromisión de los padres, la convivencia, los celos...) aderezada con algunos estereotípicos reflejos de la ¿exótica? sociedad nórdica. Aparte de la pareja protagonista, destaca el trabajo de la robusta Lena Olin, veterana actriz a la que acostumbramos a ver en muchas producciones de éxito, tanto europeas (El Hipnotista) como norteamericanas (El lector o Chocolat).
Nadie duda de la comedia que puede derivarse del hecho de emigrar a un país con una cultura bien diferente a la nuestra, así como de la interacción con los autóctonos. Bruce tiene una inmersión total gracias a la familia de su rubísima y guapísima novia (al parecer, según la serie, todas las mujeres suecas son como modelos): los padres de ella (una pareja entrañable pero con un punto cotilla, sobre todo en el caso de la madre, que no se muestra muy a favor de esta intercultural relación), un hermano ni-ni, y unos amigos muy particulares, como el aficionado al cine hollywoodiense que regenta un videoclub (sí, al parecer en Suecia todavía es un negocio).
Como aún no pueden mudarse a su apartamento en la ciudad, los tortolitos se alojan los primeros días en la casa de verano de los padres de Emma, un lugar bucólico y apacible con sauna, lago y bicicletas para disfrutar y relajarse. Eso sí, si para cualquiera es una situación incómoda conocer por vez primera a los suegros, al pobre Bruce se le añaden los problemas derivados del jet lag, lo que le lleva incluso a desmayarse en la sauna de su familia política. Obligados a dormir en literas y impedidos de todo contacto sexual, nos alegramos de que Bruce no entienda sueco, porque los ataques de la madre de su novia no tienen piedad.
El autor del primer cameo, Will Ferrel, que se interpreta a si mismo, es quien ayudará a Bruce en su primer intento de aprender sueco, aunque él nada más llegar se apunte a clases junto a otros expatriados. Eso sí, tendrá que fingir ser canadiense, un país con menos detractores fuera de las fronteras americanas que el suyo.
Pese a todos los problemas iniciales, Bruce se muestra siempre optimista y alegre, animando a su novia ante las primeras vicisitudes que surgen a la pareja. Una de las grandes pruebas la tendrán con la oficina de inmigración, encargada de verificar si la suya es una pareja real o una unión oportunista para que Bruce obtenga la nacionalidad.
En cuanto a los cameos, siempre uno en cada episodio, hacen un retrato bastante esperpéntico y malicioso de las estrellas de Hollywood. Además de Will Ferrel, la hermana del protagonista y creador de la serie, Amy Poehler, se nos muestra como una diva despótica y desconsiderada, así como Aubrey Plaza (otra de las estrellas de Parks and Recreation) es la lunática camello de la exestrella de Saturday Night Live.
En definitiva, Welcome to Sweden es una serie competente pese a ser algo floja, impulsada por el saber creativo de sus artífices y algunos de sus actores protagonistas. Eso sí, veremos si esto y el goteo de estrellas resulta suficiente para mantenerla en la parrilla más allá de su primera temporada.
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