Tras ocho semanas dedicadas a
desgranarnos los avatares amorosos y laborales de sus tres protagonistas, HBO
puso fin el pasado domingo a la primera temporada de Looking. La serie sobre estos tres amigos gays que viven en San Francisco ha logrado erigirse como un
producto bastante honesto y competente, con un uso exquisito del primerísimo
plano, actuaciones dignas y una comicidad importante. Su último episodio, Looking Glass, es una
oda a la amistad, el verdadero tema principal de esta ficción norteamericana en
la que, una vez vista su primera temporada, se puede asegurar que la condición
sexual de sus protagonistas es sólo un pretexto para hablar de relaciones,
incertidumbres y madurez.
Patrick, el principal protagonista, se despide en este octavo episodio inmerso en un caos emocional tras la conversación final con Richie (que le confiesa que está muy cerca de enamorarse de él pero que no lo ve preparado para una relación seria), y el revolcón con su jefe después de que su novio le pida algo de espacio. Pese a sus dos pretendientes, en Patrick queda patente una lucha interna entre lo que quiere y lo que siente, o entre lo que le gustaría ser y lo que de verdad es. Si bien el primer capítulo nos presentaba a un joven que buscaba sentar la cabeza sentimentalmente y admitía su pasado promiscuo, sus dudas y sus conflictos con el peluquero de origen mexicano Richie dejan entrever su inmadurez emocional. Mientras el joven latino está dispuesto a lanzarse de cabeza a una relación íntima, en Patrick todavía colisionan lo que los demás o la sociedad esperan de él y lo que de verdad busca en una pareja.
Patrick, el principal protagonista, se despide en este octavo episodio inmerso en un caos emocional tras la conversación final con Richie (que le confiesa que está muy cerca de enamorarse de él pero que no lo ve preparado para una relación seria), y el revolcón con su jefe después de que su novio le pida algo de espacio. Pese a sus dos pretendientes, en Patrick queda patente una lucha interna entre lo que quiere y lo que siente, o entre lo que le gustaría ser y lo que de verdad es. Si bien el primer capítulo nos presentaba a un joven que buscaba sentar la cabeza sentimentalmente y admitía su pasado promiscuo, sus dudas y sus conflictos con el peluquero de origen mexicano Richie dejan entrever su inmadurez emocional. Mientras el joven latino está dispuesto a lanzarse de cabeza a una relación íntima, en Patrick todavía colisionan lo que los demás o la sociedad esperan de él y lo que de verdad busca en una pareja.
En cuanto a su amigo Agustín,
quien desaprueba o no entiende sus sentimientos hacia Richie, acaba la
temporada en pleno descenso a los infiernos, tras una dolorosa ruptura con su pareja al confesarle que pagó a un prostituto para que se acostara con ellos como parte de su último proyecto como artista contemporáneo. Como era de esperar, el experimento se le fue de las
manos y le lleva directo a perder a su novio que, además, antes de ponerle de
patitas en la calle le destapa sus miedos e inseguridades más oscuras. El golpe
lo lleva a consumir alguna droga que tenía guardada que, no lejos de aportar
cierta comicidad al episodio, no sabemos si le causará serios estragos en la
segunda temporada.
El único que sale mejor parado en
este fin de temporada es Dom, el mayor de los tres amigos, quien empezaba la
serie en plena crisis de los 40. Y es que en algunos casos el mundo gay puede
ser muy duro con sus hombres, donde los cánones de belleza son muy estrictos y
las exigencias en cuanto a físico y apariencia pueden ser muy altas. Aun así,
Dom, quien parecía haber tenido muchos amantes y alguna que otra relación
infructuosa, opta por centrarse en sus objetivos laborales y ver cumplido su
sueño de montar su propio restaurante. Para ello cuenta con la ayuda de un
madurito empresario que conoce un día en una sauna, Lynn, que regenta una
floristería y se ve seducido por la visión de negocio de Dom y su entusiasmo por
la cocina de fusión asiática. Pese a que este no camufla
nunca sus sentimientos hacia Lynn, que van creciendo desde su primer encuentro, el florista se muestra desde el principio reticente a iniciar ninguna relación si
van a ser socios en el restaurante. Aun así, unos besos casi al final del episodio firman un
final bastante prometedor entre ambos.
Tras la exitosa primera experiencia
de Dom en el sector hostelero de la ciudad de San Francisco, a Patrick y
Agustín no les quedará más que refugiarse en su amistad y su pasión compartida
por la serie las Chicas de Oro (no es nada casual el extracto de esta famosa
serie que puede escucharse durante los últimos segundos del episodio, cuando Patrick, tras su ruptura con Richie, llega a casa y se encuentra a su amigo dormido en la cama) y volver a vivir juntos en el mismo apartamento como al inicio de la serie. Y es
que los novios pueden ir y venir, y los problemas emocionales pueden desestabilizarnos durante algún tiempo, pero los amigos siempre están ahí para recoger nuestros pedazos y convertir la desdicha en esperanza o en comedia. O simplemente para
compartir con nosotros un episodio de nuestra serie favorita.
En la época en que
ResponderEliminarvivimos no debería ser un tabú ver una serie como looking es ingeniosa y divertida