A lo largo de los últimos años
hemos podido ver el incombustible afán de los creadores y productores de series
por incluir personajes en sus tramas con algún tipo de trastorno mental. Así,
los outsiders, los excéntricos y raritos, han aumentado su popularidad en el siglo XXI
gracias a la ficción y a personajes catódicos tan míticos como House, Carrie Mathison en
Homeland o Sheldon Cooper en The Big Bang Theory. Obviamente los personajes con
este tipo de problemas psicológicos son particularmente atractivos a la hora de
desarrollar historias, pero lo que era una tendencia se está convirtiendo
en algo quizás demasiado generalizado en las series de hoy, sobre todo en el
caso del síndrome de Asperger, el más trillado de todos. Si bien es el más
mediático de los tipos de trastorno general del desarrollo o del espectro
autista, no es el único, pero al estar ligado a una extrema brillantez o inteligencia, representa un filón para todo tipo de ficciones, ya sea para la televisión o
el cine.
Además, en el caso del Asperger,
a diferencia de otros tipos de autismo, los individuos no manifiestan problemas
en el desarrollo del lenguaje durante la infancia, incluso de adultos usan un
lenguaje formalmente complicado o en muchos casos pedante, como el que
acostumbra a exhibir Sheldon. El de nuestro querido físico teórico puede
ser el caso en el que se muestre de forma más completa y realista este síndrome
autista, que comparte con otros como Sonya Cross en The Bridge (interpretado
por Diane Kruger), Temperance Brennan (Emily Deschanel) en Bones, Abed Nadir
(Danny Pudi) en Community o el adolescente Max Braverman (Max Burkholder) en
Parenthood. Las principales características del Asperger, para los neófitos, son un inusual
egocentrismo, falta de empatía y sensibilidad hacia los demás, relaciones
sociales limitadas o torpes, falta de comunicación no verbal, lenguaje pomposo,
poco conocimiento de convenciones o normas sociales, escaso interés por las
respuestas de los otros, comportamientos repetitivos o ritualizados e intereses
muy específicos y concretos (en el caso de Sheldon, los trenes y las banderas).
Si bien el prota de The Big Bang Theory nos
muestra retazos de todos estos rasgos a lo largo de las siete temporadas, en algunos personajes como el de Sonya Cross podemos observar sólo
algunos de ellos, como los problemas de interacción social o falta de empatía, su poco
conocimiento de lo que está bien o mal visto socialmente… Entre las cosas que ambos comparten está también la incapacidad para mentir o guardar secretos, lo cual les lleva a las
situaciones más inverosímiles o a enfrentamientos con sus amigos o compañeros.
En TBBT hemos visto muchas veces como Sheldon encendía la mecha de los
problemas sentimentales entre Leonard y Penny al ejercer como involuntario confidente y luego verse incapaz de
guardar esa información. En el caso de Sonya, muy cómica fue la escena de The Bridge en la que le devolvía su cartera a Marco delante de su esposa, después de que se
le extraviara en la casa de una testigo tras un revolcón. Otro
hubiera sido consciente del carácter delator de ese acto, pero la pobre Sonya
no.
En el plano sentimental, los
personajes con Asperger de las series más reconocidas no suelen estar muy interesados en las relaciones
sentimentales, más allá de los escarceos espontáneos que sirven para satisfacer
necesidades puntuales, como le sucede a Sonya Cross o a la forense Temperance Brennan en los primeros capítulos de Bones. Eso sí, si Huesos finalmente se echó en los brazos de
su compañero Booth e incluso se casó con él, podemos
continuar con nuestras esperanzas de un futuro enlace entre Sheldon y Amy. Por lo
menos en los últimos episodios de TBBT ya hemos asistido a algunos avances en
su relación, como un tocamiento de culo en situación de ebriedad o un gran beso de
San Valentín. Habrá que ver…
El problema a la hora de retratar
este tipo de trastornos mentales en la pequeña pantalla es que los guionistas o
productores a menudo caen en concepciones erróneas, lo que confunde a la
población a la hora de reconocer este tipo de rasgos en otros. Sucede por
ejemplo en el caso de Sherlock, concretamente el retratado por Benedict
Cumberbatch en la serie de la BBC, donde el autismo y la sociopatía se confunden y malinterpretan
continuamente. Pese a que Sherlock parece atesorar rasgos propios del síndrome
Asperger (extrema inteligencia, alta capacidad de concentración, lenguaje pomposo, desinterés por las relaciones interpersonales…),
él mismo se refiere a sí como sociópata, cuando en realidad, desde el punto de
vista psiquiátrico no lo es. Así, la televisión nos hace a veces creer
que todo aquél que manifiesta problemas para interaccionar con los demás, o que
muestra poca empatía hacia los otros es un antisocial o un sociópata. La
realidad es que el trastorno antisocial de personalidad o sociopatía deriva en
que las personas no conceden importancia a las normas sociales, como las leyes
o los derechos individuales, hasta el punto de que esto les puede llevar a cometer delitos graves
cuando, movidos por impulsos, actúan para conseguir aquello que desean. Es
verdad que Sherlock muchas veces se comporta de forma fría o metódica, sin importar a
quien puede herir o manipular para demostrar algo o desenmascarar a algún
villano, pero no llega a violar las leyes ni atenta contra los derechos de
otros. Él sabe vivir en sociedad, conoce las leyes y las respeta, sabe adaptarse a las normas, sólo que su falta de empatía no le hace calibrar
a veces a quién puede herir en el proceso para conseguir que el bien triunfe
sobre el mal.
La cuestión de la falta de
empatía ha podido llevar a esta confusión entre el autismo y la sociopatía pero
es cierto que las diferencias son tan grandes que bien merecería un mejor
tratamiento en la ficción de hoy en día. Ese ponerse o no en el lugar del otro
es una cuestión tan abordada por nuestras series den cabecera que también existen ejemplos
contrarios a los anteriormente citados, como en Hannibal. En la adaptación a la pequeña pantalla de la película de culto de Anthony Hopkins el personaje de Hugh Dancy, Will Graham,
tiene problemas precisamente por ser hiperempático y ponerse fácilmente en el
lugar de los psicópatas al asistir al escenario de un crimen. Un exceso de
sensibilidad que parece llevarle a veces hacia el camino de la demencia y la marginación social. Para
terminar, una curiosidad: no es la primera vez que este actor se
enfrenta a un personaje con problemas de empatía, ya que en 2009 interpretó brillantemente a
un chico con Asperger en la película Adam.
Bueno, el caso de Max Braverman es más completo y realista y muestra mucho más los problemas de empatía (y el resto de problemas) de una persona con Asperger que el resto de personajes que mencionas juntos. No por nada Jason Katims, responsable de Parenthood, tiene un hijo con ese síndrome. Supongo que, como solo lo mencionas de pasada, no ves la serie :)
ResponderEliminarEn serio, si os interesa el tema, ved Parenthood, a la que muchos consideramos la nueva Friday Night Lights.
Lo que creo es que una serie (o una pelicula) es muchas veces un producto de ficción que no pretende ser un ensayo de psicología (con excepción de casos puntuales). Por ejemplo, poner a un personaje gay no quiere decir que la serie se plantee retratar de manera 100% fiel los padecimientos y alegrias de los homosexuales. Es simplemente una elección en la personalidad de la cual partir pero que como guionista estas obligado a manipular. Podes partir de ciertos estereotipos reales pero eso no quiere decir que tomarse ciertas licencias te hace peor o mejor guionista. Podes forzar algunas situaciones siempre y cuando no traiciones la escencia del personaje (o el pitch de la serie). Y en los elementos de ficción obviamente los personajes son "curables" y capaces de evolucionar. En la vida real un autista dificilmente se cure (puede establizarse pero no curares), pero en el campo simbólico que maneja un producto audiovisial, esto sí es posible y de hecho suele ser necesario para que la serie/pelicula tenga una curva dramática y no se mantenga estática. Creo que es Si los síntomas se corresponden . Además la psicología no es una ciencia exacta (como si suele ser el guion audiovisual) y podes tener todos esos síntomas que describís, sin padecer el mal de Asperger. No me parece correcto evaluar un producto audiovisual por si se corresponde fielmente a la realidad que retrata sino que debe evaluarselo por si tiene coherencia interna. En la vida real difícilmente se den las situaciones que se dan por ejemplo en una comedia de enredos. Muchas situaciones hilarantes se evitarían si los personajes tomaran las decisiones mas lógicas (desde el punto de vista de la vida "real"). Esa es la habilidad el guionista para hacerte creer que lo que hizo tal o cual personaje era lo lógico cuando en la vida real no sería aceptable. Pero bueno. Mue gusto el articulo porque me permitió reflexionar sobre esto. Sigan asi. Saludos
ResponderEliminarYo concuerdo con que las series son ficción y no podemos esperar que nos enseñen de la vida y tal, pero si creo que la televisión debe asumir con responsabilidad que tiene un rol social fundamental (nos guste o no).
ResponderEliminarCreo que ninguno de los casos que aparecen en este artículo han contribuido negativamente en la persepción que la sociedad tiene de cierto tipo de personas con capacidades diferentes. Pero no creo que debemas pensar que el guionista tiene libertad de forzar la realidad de sus personajes por el mero de hecho de impactar positivamente una trama. Es en este punto donde insisto en la responsabilidad social de quienes estan a cargo de poner un relato que será consumido por millones de personas.