Decía la historia del hijo pródigo que, mientras uno trabajaba a sol y sombra, sólo recibía desprecios del patriarca, mientras que el hijo díscolo fue el llorado en su marcha y el vitoreado en su posterior regreso a casa. Sinceramente no sé hasta qué punto Will Ferrell fue problemático en el programa que le vio nacer —profesionalmente hablando— pero la segunda parte de la historia evangélica se cumple en su caso con creces. Y es que, a pesar de que esta temporada hemos visto a algún otro ex-perteneciente del cast SNL, su llegada ha sido la más aceptada, al menos, por la audiencia norteamericana, que le ha atribuido el segundo mejor rating del año por debajo de Lindsay Lohan, mérito que, triste pero cierto, pocos están en condiciones de superar. Will Ferrell no es de los más talentosos que han salido de esta fábrica de comediantes neoyorquina, pero desde luego sí que es uno de los más reconocidos y con más trayectoria. ¿Estamos, pues, ante un host de categoría?
Por supuesto que no, y para no perder la línea, he aquí otro capítulo merecedor de la total evacuación de nuestra memoria. Pero, para que no se diga, algo digno de mención encontraremos.
"It's not Glee, folks; in fact, it's pretty glame"
Como predecesor del season finale, este capítulo tiene un toque predominante en la faceta de los recuerdos. El mismo host se convierte en la personificación de la emotividad por tiempos pasados que Seth Meyers intenta impregnar a toda la pieza, empezando desde el minuto cero, cuando el mismo Ferrell aparece, antes de la cabecera y entonando el mítico Live from New York... enfrascado en su antigua caracterización del afortunadamente pasado de moda George W. Bush.
Todo continúa en el sketch del baile estudiantil, donde un cameo interpretado por nada menos que Ana Gasteyer, popular ex-miembro del programa que ahora triunfa en los suburbios (Suburgatory, ABC) se lleva los aplausos más sentidos de la noche. Coincidencia o no, los aplausos no sólo sirven para recibir a una querida compañera, sino también a uno de los mejores momentos cómicos de la noche, que nos enseña a utilizar práticamente cualquier canción pop para entroniar a la comunidad LGBT.
"The 100th SNL Digital Short"
Sí, sí, ya llevamos cien. Los cortometrajes de SNL, una mina de cameos de famosos y que pocas veces dejan indiferente (o son todo un fenómeno o tocan tan fondo que traspasan el centro de la Tierra) están de aniversario. Así que, como cabía esperar, más que un nuevo Digital Short, han hecho un refrito de los más populares de estos tiempos. Justin Timberlake, un afiliado regular a este tipo de acontecimientos, aparece recitando unas estrofas memorables, se nos recuerda el ya mítico clip de Natalie Portman en versión gangsta, y, entre cameo y cameo (Jon Hamm, Julian Casablancas, Jonah Hill, etc.), aún tienen tiempo de volvernos a inculcar la heterosexualidad de Justin Bieber. Pues vale.
"Ladies and gentlemen, Usher"
Mi estilo musical no concuerda para nada con el hip-hop, R&B y demás mezcla guarra varia que tanto gusta en Estados Unidos y, especialmente, en Nueva York. Aún así, si tengo que tragarme dos actuaciones en vivo de Usher —artista que, a fin de cuentas, lleva muchísimos años en activo y no se le puede recriminar falta de trabajo (aunque sí que sea el causante de la existencia de Justin Bieber, cosa que no le redime en absoluto)— espero que haga lo que mejor se le da, que no es precisamente cantar. Quiero que se mueva, y que todos los músicos aparezcan en el escenario de un cantante pop que no toca ningún instrumento es malo. Significa "no tengo ganas de bailar". Mi réplica ante tal afirmación? El fast-forward.
Y después de la actuación y del Weekend Update (con cameo de Liam Neeson), el nivel de calidad pone la quinta y pisa a fondo el acelerador. Tanto, que el último anuncio del programa es uno previamente emitido, y no precisamente de los mejores. Otra semana más, Abby Elliott y Nasim Pedrad aparecen con cuentagotas —posiblemente aún concienciándose de que en septiembre serán ellas las que lleven las riendas del carruaje debido a la marcha de Kirsten Wiig— y Will Ferrell se dedica a hacer lo que mejor (y únicamente) sabe: el payaso.
A pesar de mis críticas, no lo considero uno de los peores capítulos de la temporada, así que Seth Meyers y Lorne Michaels lo han conseguido: el sentimiento de nostalgia ha embotado mi mente, y no me ha dejado ver bien lo que se avecina: fin de temporada. Y fin de era.
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