Tenemos ante nosotros un capítulo ‘distinto’ de las aventuras de los hermanos Winchester. Distinto en el sentido de que no se enfrentan ante algo sobrenatural como viene siendo natural. Aun así no ha sido un episodio que sea de mi devoción, bastante normalito, y creo que ya va siendo hora que vayan poniéndose las pilas. También hay que mencionar que Supernatural vuelve a coger un parón, pero esta vez más corto, sólo estaremos 2 semanas sin ver a estos actores luchando contra el mal.
Hace 4 años, los chicos ayudaron a una mujer a hacer un exorcismo. Resulta que un demonio se había metido en el cuerpo de un hombre y había estado matando a varias mujeres. Tras sacarle algo de información a base de torturas demoniacas, Dean y su hermano concluyeron el exorcismo mandándole de vuelta al infierno. Lo malo es que en el mismo lugar, en el presente, vuelven a haber asesinatos con los mismos patrones, así que los hermanos Winchester vuelven a la carga. Tras dar con la mujer a la que ayudaron, dan con el paradero de Jeffrey, el hombre que fue poseído. Desde que le hicieron el exorcismo, Jeffrey perdió todo: su mujer, su trabajo, y se volvió alcohólico.
Los demonios son algo nostálgicos, y si vuelven, les gusta volver al mismo cuerpo, así que los chicos se disponen a protegerle. Cuando Jeffrey estuvo poseído, el demonio dejó grabado en su mente una lista de víctimas que no pudo terminar por el exorcismo, y los asesinatos de hoy en día siguen esa lista. Mientras Sam se va a vigilar a la próxima víctima, Dean se queda con Jeffrey. Sam vigila a la mujer que en cualquier momento puede morir a manos del demonio, con la compañía de las visiones de Lucifer que sigue teniendo. Mientras tanto, Jeffrey vuelve a acordarse de algo, un lugar donde el demonio hacía sus ritos macabros, así que Dean y él van a ese lugar.
La mujer parece fuera de peligro, y tras leer las autopsias de nuevo, se da cuenta de que las nuevas víctimas tenían tranquilizantes, para que las víctimas perdieran su fuerza, cosa que a un demonio le da igual. Sam descubre la verdad, Jeffrey quiere volver a estar poseído, y ha secuestrado al hijo de la mujer que les pidió ayuda para que ella encuentre un hechizo para volver a invocarle. Pero el hechizo necesita la sangre del exorcista, Dean, a quien Jeffrey ha secuestrado. Jeffrey consigue traer de vuelta al demonio, pero posee el cuerpo del chico y no el suyo. Dean consigue escapar y mata a Jeffrey mientras la madre del chico exorciza a su propio hijo.
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