Dicho esto, y augurando el final de la serie (este capítulo ha tenido menos de 7 millones de espectadores), vamos al tema spoiler.
He de reconocer que el principio me hizo tener esperanzas acerca de un pedazo capítulo: Danza Húngara nº5 de Brahms por la radio, los Looney Tunes en la tele, y una enfermera de rigor en escena. Una pena.
El episodio comienza con dos hombres entrando en una institución mental para secuestrar a un paciente llamado Mathias Faber (Alex Schemmer). No sabemos quiénes son los secuestradores ni por qué quieren al chico.
Mientras tanto, en Los Angeles, todo continúa igual entre los Bloom. Como siempre, lo que viene siendo el arma secreta de la serie, los protagonistas están a punto de fusión. Pero luego lo fastidian y abren la boca: Sam le critica a su marido que es un adicto a la tecnología y Steven argumenta que la tecnología es útil. Si esto es un spoiler importante para vosotros pido opinión, la verdad es que no hay mucho jugo spoileable en esta serie.
Carlton Shaw aparece en su cocina y les da una nueva misión: encontrar a Hans Bauer (Loren Lester), ya que ha informado a la CIA de que alguien está a punto de conseguir un dispositivo para encontrar a todos los agentes secretos del mundo (una trama que hasta hoy nadie, absolutamente nadie ha utilizado). Después, los Bloom hablan de su tema habitual: si ya discutieron el tema de trabajar juntos en el episodio anterior, en este discuten lo mismo (con la ligera variación de que en el anterior el "nosotros" era "pareja", y en este "matrimonio"... ridículo, ¿verdad?).
Por otro lado, en su negocio de catering cobra un ligero mayor protagonismo la hermana de Sam, Liz, que se quiere tirar a un cliente (y de hecho, se lo tira) y que su hermana le otorga con su total ignorancia. Además, un nuevo personaje, Lance, le querrá quitar el puesto y amante. Un drama.
Los Bloom van a Berlín donde se encuentran con Hoyt, el personaje feo pero majo, inocente pero gracioso, que también hay en toda película del género revienta-taquillas acción/comediia. Esta vez, lleva un pijama de 96% seda (y 4% Lady Gaga, todavía no pillo el chiste), y como siempre, su función es estar en medio de la discusión de sus jefes, a parte de adorar a Steven de una forma extraña.
A pesar de toda su preparación, instrumentos y armas, los Bloom vuelven a fastidiar la misión. Encuentran al soplón Hans Bauer y en sus narices lo matan. Con la información de Bauer van a un club, donde también está Leo Nash (¿no es sospechoso que esté ahí, sin avisar?) y donde Steven y él encuentran a una pareja de delincuentes: Ernesto Santos, el comprador del dispositivo, y otro al que todavía no conocemos, el vendedor. Llaman la atención aquí dos cosas, por resumirlas: que el tal Santos pertenezca a un grupo terrorista ESPAÑOL llamado Verdad Suprema (GRUPO TERRORISTA JAPONÉS), y que Steven hable español con él (porque está claro que ninguno de los dos lo habla bien -la traducción literal de usually a "usualmente", en vez de a "de hecho" ; el famoso "estoy muy contento" y así un sinfín de destrucciones de nuestro idioma). No sé que problema tiene J.J. Abrams con España, pero yo no "estar muy contento" con él.
Cuando terminan el trato, todo el operativo (Sam, Steven, Hoyt y Leo) sigue a los malos a un edificio. A través de una cámara de visión térmica, localizan a su objetivo (en un edificio de veinte plantas) en la décima. Para entrar, llegan a la tremenda conclusión de que hay que entrar desde arriba. ¿Cómo? No os equivocáis: escalando. ¿Cómo? No, no os equivocáis: escalando a pelo. Un aplauso para los Bloom que escalan con el poder de sus manos veinte pisos sin inmutarse. En serio, ¡grandes!
Después de la escalada, y sin que se les muevan ni las pestañas, los Bloom entran al edificio y la cagan. El vendedor traiciona al comprador y le mata, y después se marcha en helicóptero. De vuelta a Los Ángeles, Shaw les deja fuera del caso porque el comprador era Karl Becker, traficante de armas, y el "dispositivo" que habían traído era un ordenador normal. El dispositivo era el chico del sanatorio, Mathias, que resulta que es un cerebrito pero está un poco mal de la cabeza, ahora en posesión de Becker. Los Bloom se niegan a retirarse y consiguen que Shaw les readmita.
Los Bloom y el resto vuelven a Alemania, esta vez a Dresden, donde Becker tiene su mansión. Destruyen el circuito eléctrico de la casa y se hacen pasar por reparadores para poder colarse. Cuando se dan cuenta, pillan a Sam y la meten en la habitación donde están Becker, Mathias (aficionado a unos caramelos muy raros, está que no caga con ellos) y un secuaz. Después llega Steven y como un superhéroe pone fuera de juego al secuaz, al malo y al chaval loco, al que le ha dado un ataque de ansiedad y que con el arma de Becker casi mata a todos.
Supongo que el tal Mathias se quedará como personaje habitual, ya que hacia el final del capítulo, Shaw les felicita y les dice que el chaval trabaja para la CIA.
El episodio acaba con los Bloom en la cama, otra vez, y con una Sam que, de repente ama la tecnología.
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