Variada y abundante es la lista de estrenos que nos ha dejado la rentrée seriéfila al otro lado del canal de La Mancha. Os hemos hablado en el blog de algunos de los más mediáticos, como Rellik o Liar, dejando de lado otros muchos que no han dado tanto de qué hablar (según los casos, con razón) y hoy hemos venido a remediarlo. Aquí os dejamos la lista de (casi todos) los estrenos sin un orden particular, pero reservando, eso sí, lo mejor para el final.
Sick Note
No tengo palabras para describir esta serie, de verdad. Las comedias de cuarenta minutos nunca son una buena idea. Menos aun cuando la serie no tiene ninguna gracia y el espectador está deseando que le diagnostiquen a él la enfermedad terminal casi desde el primer fotograma. Un joven vago y mentiroso tiene la 'suerte' de ser diagnosticado de cáncer, lo cual le da la excusa perfecta para ausentarse del trabajo (aún más) y recuperar a su novia. Todo se tuerce cuando descubre que hay un error en el diagnóstico y tiene que decidir si decir la verdad y perder los privilegios o vivir en una mentira.
Ruppert Grint (Harry Potter) no consigue salvar una serie que naufraga casi antes de salir del puerto y que hace que llegar hasta el final del primer episodio sin cortarse las venas sea casi imposible. Totalmente prescindible.
Bad Move
El humor británico está bien, pero, desgraciadamente, no siempre acierta. Bad Move es el ejemplo perfecto de comedia blanca que te satura al cabo de dos minutos. Una pareja decide abandonar la vida en la ciudad e instalarse en el campo en busca de tranquilidad. O eso pensaban ellos. Una casa que es una ruina, vecinos a los que quieres acuchillar y chistes repetitivos hasta la saciedad. Para entrar en la historia tienes que empezar por aceptar que un matrimonio con, a priori, un mínimo de inteligencia, decida comprarse una casa sin hacer unas cuantas comprobaciones básicas. Por mucho que sea una serie, resulta bastante complicado creérselo. Un humor sin maldad apto para ver en familia y reparto correcto en una serie que puede servir para desconectar el cerebro y poco más.
Gunpowder
Que le gusta a Kit Harington enfundarse un traje de época. Nuestro Kit deja de lado temporalmente a Jon Snow para dar vida a Robert Catesby (que en la vida real es su antepasado), un joven que en plena persecución de los católicos en el siglo XVII decide defender su fe cueste lo que cueste.
Para los amantes de las series históricas, Gunpowder puede resultar una opción atractiva, aunque me cuesta creer que pueda convertirse en una imprescindible del género. Lenta, oscura y, sobre todo, violenta, muy violenta. De hecho, algunas escenas del primer episodio provocaron la indignación y el estupor de muchos espectadores que no dudaron en criticarla en las redes. Personalmente, no conseguí pasar del primer episodio; demasiado drama y demasiada sangre.
Philip K. Dick’s Electric Dreams
Es muy difícil juzgar esta serie cuando, como es mi caso, no se es un amante de la ciencia ficción. Si bien es cierto que esta adaptación de la obra de Philip K. Dick es visualmente correcta y cuenta con un elenco de excepción con nombres como los de Bryan Cranston (Breaking Bad), Sidse Babett Knudsen (Borgen), Steve Buscemi (Boardwalk Empire) o Essie Davis (Game of Thrones), por citar algunas de las muchas caras conocidas, lo cierto es que narrativamente deja mucho que desear. Si, como yo, desconoces la obra de Dick y no eres muy fan del género, déjala pasar.
Motherland
¿Queremos una serie basada única y exclusivamente en la idea de desmontar la maternidad? No lo creo. Sobre todo cuando otras series nos han mostrado la cara B de la crianza de los hijos con más gracia y tramas más interesantes (Catastrophe, por ejemplo). Una madre imperfecta que intenta encajar en una comunidad de madres modelo que hornean galletas, hacen fiestas temáticas y organizan eventos para recaudar fondos. Y hace todos esos esfuerzos en contra de su voluntad. Se supone que todo tiene que ser gracioso, pero no. Los dos primeros episodios son repetitivos, nada originales y dan ganas de todo menos de continuar viendo la serie.
Love, Lies & Records
El estreno más reciente no impacta, pero deja con ganas de más. En esta serie seguimos las andanzas de un grupo de trabajadores del Registro Civil. Sí, a partir de aquí va a ser difícil vender el tema, pero voy a intentarlo. Matrimonios de conveniencia, nacionalidades, nacimientos y bodas, todo ello aderezado con envidias profesionales y problemas personales. Aunque en ocasiones peca de sentimentalismo, el primer episodio sienta las bases de lo que puede ser una serie entretenida con personajes interesantes. Eso sí, esperamos que en los siguientes episodios no se guarden la artillería pesada para los últimos cinco minutos, necesitamos episodios con más fuerza y menos lágrimas.
GameFace
Marcella es una aspirante a actriz que atraviesa un momento complicado en su vida: intenta superar una ruptura sentimental a la vez que lucha por reorganizar su vida, que deja mucho que desear en todos los aspectos. A caballo entre Fleabag y Amy Schumer, Roisin Conaty –que escribe y protagoniza la serie- nos muestra a través de su alter ego un punto de vista interesante sobre el proceso de recomposición de la vida tras una ruptura, el optimismo, el humor y las relaciones humanas. Los dos primeros episodios son divertidos, dinámicos y, quién sabe, quizás nos enamoremos de ella como lo hicimos de Fleabag.
Back
Una de las series que más me ha sorprendido. Tras la muerte de su padre, Stephen vuelve a su pueblo natal para hacerse cargo del bar familiar, pero no es el único. Para su sorpresa, al entierro acude Andrew, quien años atrás estuvo en régimen de acogida en su familia y al que no veía desde entonces. Andrew es manipulador, mentiroso y desquiciante. Y ahí reside la gracia de la serie. Historias cotidianas que consiguen arrancar varias carcajadas por episodio, a la vez que quieres abrazar al pobre Stephen. Una pequeña joya que ha pasado desapercibida. No os la perdáis.
The End of the Fucking World
Poco o nada se ha hablado de esta maravillosa comedia negra. Alyssa y James son dos adolescentes socialmente inadaptados, o incomprendidos, según como se mire, con situaciones familiares complejas que deciden huir juntos. Un viaje improvisado que pondrá a prueba no sólo su incipiente relación, sino su capacidad de sobrevivir en un mundo horrible y lleno de situaciones peligrosas.
Aunque algunas de las escenas que se muestran son bastante duras, The End of the Fucking World consigue arrancarnos una sonrisa y hacer humor de las situaciones más incómodas. Personajes adorables a pesar de sus rarezas y, posiblemente, la mejor banda sonora del panorama seriéfilo actual. ¡Vedla y compartid, compartid, compartid!
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