El próximo 17 de julio se cumplen diez años del estreno de Mad Men, y el museo parisino Jeu de Paume ha visto en esta efeméride la ocasión perfecta para rendirle homenaje a través de un ciclo de conferencias alrededor del universo de la serie. Se ha hablado de la música, la publicidad o el papel de la mujer, y la guinda la ha puesto su creador, Matthew Weiner, en una charla distendida en el que ha contado anécdotas del rodaje y hablado de cómo ha conseguido traspasar la pantalla.
Y es que la actualidad manda, y hace unos días nos enterábamos de que la popular marca Heinz había decidido utilizar la campaña "Pass the Heinz" creada por Don Draper en el cuarto episodio de la sexta temporada. En la serie los ejecutivos de la marca optaban por la idea propuesta por Peggy, pero parece ser que en la vida real se lo han pensado mejor, han visto el potencial y, como es justo darle al César lo que es del César, en los créditos aparecen los nombres de Don Draper y Matthew Weiner.
Weiner no ocultó que cuando saltó la noticia se quedó muy sorprendido y explicó que nunca pidió permiso a la marca para utilizarla en la serie, que nunca lo hacían con ninguna ni recibían dinero por ello, pero que en el caso específico de Heinz sabía que no hubiera obtenido su acuerdo porque el dueño de la empresa es conocido por ser, y cito textualmente, “un gran cabrón”.
Para realizar las campañas publicitarias que salían en la serie contaban con un equipo de publicistas, pero que, al contrario que en la vida real, el objetivo aquí no era vender un producto sino emociones. La misión asignada era plantear un problema y encontrarle una solución, lo que quería demostrar es que podemos basarnos en nuestras propias experiencias y vivencias pasadas para superar los problemas. De hecho, dijo, la publicidad no es el tema central de la serie. Es el existencialismo, la vida, la muerte, la familia...y citó como ejemplo otra de las grandes campañas presentadas en la serie: la del carrusel de Kodak.
Otro de los momentos memorables de la serie que fueron evocados fue el del discurso motivacional de Don a su equipo al final de la quinta temporada, en el que tiene que anunciarles los problemas que atraviesa la compañía y que van a tener que trabajar durante las navidades en la campaña de Jaguar para poder presentarla en enero. Una anécdota curiosa es que ese discurso está basado en uno que el propio Weiner dio al equipo al inicio de la segunda temporada cuando llegaron los datos de audiencia del primer episodio.
Hoy, Mad Men está considerada como una de las mejores series de la historia de la televisión, pero sus inicios no fueron fáciles. Las audiencias de la primera temporada habían sido algo flojas pero la cadena decidió darle una segunda oportunidad y renovarla. Weiner propuso que se pasara a los domingos, cubriendo el hueco que dejaba el final de Los Soprano, ya que consideraba que el target de audiencia era similar y podría beneficiarles. Cuando al lunes siguiente le anunciaron los datos del primer episodio, habían doblado la audiencia (pasando de un 1 a un 2% de rating) lo cual, a su modo de ver, era una buena noticia, aunque no lo fue para la cadena. Los directivos le dijeron que no había cumplido los objetivos, que iban a tener que reembolsar parte de la inversión publicitaria (ya que había sido hecha basándose en la hipótesis de que tendrían más audiencia) y que se jugaba la cancelación.
Cuando bajó al plató, en lugar de comunicarle al equipo el riesgo que corrían, decidió agradecerles su trabajo, recordarles lo grandes que eran, lo bien que lo estaban haciendo y que sabía que tarde o temprano todo ese esfuerzo tendría sus frutos. Y no se equivocó.
Respecto a la sombra de la cancelación aclaró también la guerra que vivió con la cadena antes del inicio de la quinta temporada. Desmintió que hubiera sido por problemas de dinero, sino que el origen del conflicto estaba ligado a la situación que atravesaba la propia cadena, que iba a pasar de ser privada a pública, y que por tanto tenía que hacer frente a una serie de ajustes. Que en ningún momento los directivos hablaron con él y que, cuando una vez las decisiones tomadas respecto a la reducción de dos minutos por episodio, el aumento del product placement o el despido de tres actores, vinieron a comunicárselo, él lo rechazó. Además su contrato había vencido, lo cual añadía un problema extra a la negociación.
La estrategia de la cadena –siempre en palabras de Weiner- fue la de contar a la prensa que era él el que bloqueaba la renovación de la serie pidiendo un sueldo millonario (muy alejado de lo que cobraba) y su reacción, aconsejado por David Chase, creador de Los Soprano, fue la de mantenerse en su postura, no pronunciarse ante la prensa y esperar. La cadena, al ver que él no reaccionaba y no desmentía las acusaciones, decidió reabrir las negociaciones. El agente de Weiner consiguió que le pagaran lo que se había anunciado en la prensa (30 millones de dólares por tres años) y, no sólo no se despidió a los actores, sino que todos y cada uno de los miembros del equipo consiguieron un aumento de sueldo.
Weiner y el feminismo
Mucho se ha escrito y hablado sobre los personajes femeninos de Mad Men. Mujeres fuertes que ascendían en sus puestos de trabajo, que eran dueñas de sus cuerpos, que tenían voz y voto. Mujeres que, aun siendo amas de casa, existían más allá de sus maridos o hijos. Como Betty, que a lo largo de las temporadas aprende a conocerse a sí misma y a buscarse metas, o Peggy, que gracias a su esfuerzo y talento va escalando puestos dentro de la empresa.
Y que en Mad Men se hable de la liberación de la mujer no es fruto del azar, los sesenta significaron un antes y un después en la conquista de los derechos de la mujer, y Weiner quería que quedara plasmado.
Y fue precisamente este tema, el de las mujeres, el que dejó la que para mí fue una de las grandes anécdotas de la conferencia. Weiner, que es un gran cinéfilo y amante del cine europeo, hablaba de la película La Belle Noiseuse, de Jacques Rivette, en el que la actriz Emmanuelle Béart aparece desnuda casi todo el tiempo. Para los que no conozcan a Béart, una de sus últimas apariciones causó bastante revuelo en Francia porque a fuerza de tanta cirugía está casi irreconocible (vaya, una Renée Zellwegger gala). El periodista que animaba la conferencia, y al que desde aquí me permito llamar cuñado, no perdió la ocasión de hacer un chiste al respecto y dijo "tranquilos, la Emmanuelle Béart de 1991, no la de ahora". No faltaron las quejas entre el público y Weiner, ofendido, le replicó que "las mujeres tienen derecho a envejecer, y a hacerlo como quieran, y si recurren a la cirugía es por culpa de comentarios como ese". Y ahí, en ese preciso momento, terminó de ganarme.
Es la tercera vez que acudo a una conferencia de Matthew Weiner, todas han sido distintas y en todas he aprendido cosas. (¿Vosotros sabíais que el actor que encarna a Glen Bishop es en realidad su hijo mayor? Decidme que no soy la única que acaba de enterarse) Da gusto ver a alguien con tanto talento charlando con pasión de su trabajo, tan cercano, compartiendo anécdotas y discutiendo con el público. Después de tantos años podría pensarse que está aburrido de hablar siempre de lo mismo pero no, al contrario. De hecho dijo que en una ocasión le preguntaron que qué era el éxito y que no supo definirlo, pero que ahora pensaba que seguir atrayendo a gente en torno a Mad Men diez años después de su estreno le parecía casi un milagro, y que suponía "que el éxito era esto".
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